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Chambacú: Una herida abierta en el corazón de Cartagena

A propósito de ‘Chambacú, corral de negros’ y las múltiples menciones que Manuel Zapata Olivella hace de este barrio en sus diversos trabajos, es importante entender que la historia de Chambacú no es un relato que se haya cerrado, ni una cicatriz que se haya curado. Al contrario, sigue siendo una herida viva en el alma de Cartagena, a la que se le sigue metiendo el dedo en la llaga. Esta herida se mantiene abierta no solo en la memoria de la ciudad, sino también en las voces de quienes, como Zapata Olivella, continúan narrando la vida y la resistencia de un barrio que fue silenciado.

En 1955, Gabriel García Márquez escribió que “lo más humano que tiene Cartagena es Chambacú”, un barrio que, en sus palabras, “hierve y se pudre de pura humanidad”. Este testimonio nos invita a entender que Chambacú no solo fue un barrio marginado, sino un espacio de vida, de cultura y de lucha. Fundado por los descendientes de personas esclavizadas liberadas, sus habitantes construyeron con su trabajo diario una comunidad que, a pesar de la pobreza extrema y las condiciones de vida deplorables, encontró formas de resistir y organizarse. Sin embargo, esa resistencia fue vista como un obstáculo por las élites cartageneras que, al mismo tiempo que impulsaban la modernización y el turismo, pretendían borrar todo vestigio de una Cartagena negra, popular y marginada.

En 1971, bajo el pretexto de “humanizar” la ciudad, quienes habitaban Chambacú fueron desplazades forzosamente. Lo que se presentó como un proyecto de mejoramiento urbano, fue en realidad un acto de violencia estructural: la erradicación física y simbólica de un barrio que no encajaba en la imagen turística que las élites querían proyectar. No solo se despojó a la comunidad de sus viviendas, sino también de su historia y cultura. El desalojo de Chambacú no fue solo un acto de urbanismo, fue un borrado de memoria y una negación de la identidad afrodescendiente que, por su misma existencia, desafiaba las narrativas oficiales de progreso y modernización.

Hoy, en pleno 2025, la historia de Chambacú sigue resonando en las calles de Cartagena, porque el capítulo de despojo no ha terminado. Recientemente, algunos de los últimos habitantes de  lo que un día fue Chambacú han sido nuevamente amenazados con el desalojo, bajo la excusa de la “recuperación del espacio público”. Se les ha pedido abandonar un terreno que han habitado durante décadas, sin ofrecerles condiciones mínimas de seguridad o reubicación adecuada. La alcaldía de Cartagena insiste en que el desalojo es necesario para proyectos de desarrollo y ordenamiento urbano, pero tras las palabras de “mejoramiento” y “seguridad” se esconde la misma lógica excluyente que ya operó en los años 70: borrar de la ciudad todo lo que no encaje en el modelo turístico y económico que las élites desean. Pero la raíz es la misma: seguir invisibilizando a las comunidades afrodescendientes y seguir negando su derecho a la ciudad, a la memoria y a la dignidad.

La lucha de las pocas personas que quedan en Chambacú sigue siendo la lucha de siempre: una resistencia a la violencia estructural que busca borrar su existencia y su legado.

El desalojo de Chambacú no es solo una cuestión de urbanismo; es un acto simbólico del despojo y la violencia histórica de una sociedad que ha marcado a la población afrodescendiente en Cartagena. Desde la época colonial hasta el presente, las comunidades afrocolombianas han sido sistemáticamente despojadas de su tierra, su historia y su identidad. La lucha de Chambacú, entonces, no solo es un acto de resistencia territorial, sino también una lucha por la memoria, el reconocimiento y la visibilidad de una historia que sigue siendo negada.

Chambacú no es solo un barrio, es la representación de una lucha que persiste, de un pueblo que se niega a ser borrado, y de una historia que, por más que se intente ocultar, sigue retumbando en los rincones más profundos de Cartagena. Esta herida abierta sigue viva, y mientras les descendientes de los y las chambaculeras sigan resistiendo, seguirá siendo imposible callar la memoria de Chambacú.

La ciudad sigue siendo, tal vez, la misma en la superficie, pero bajo la fachada del turismo y la modernidad, arde una historia de injusticia, despojo y resistencia que sigue gritando por ser escuchada.

Fuentes:

Javier Ortiz Cassiani. “Chambacú: un barrio que hierve y se pudre de humanidad”. El Espectador, 2021.

“Chambacú: el barrio afro que fue desplazado para dar paso al turismo en los años 70”. El Bolivarense & Museo Histórico de Cartagena.

Canal Cartagena: “Habitantes de chambacú protestan por desalojo ordenado por el distrito”

Una reflexión de Juano

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