Hay ciertos debates que giran en torno a si los microrracismos son racismo, o si es una especie de “racismo aceptable”. Pero no, los microrracismos siguen siendo racismo. El único factor diferencial que se podría decir es el hecho de que el racismo es tal cual es, es tan vasto que no se disimula con nada, mientras que los microrracismos se pueden ver como ese racismo no explícito e interiorizado a lo largo del tiempo, sin premeditación, con unos prejuicios y comportamientos sociales interiorizados y estereotipos concebidos. Ese racismo que practican los occidentales con síndrome del post-esclavista, en el que con sus comentarios restablecen un esquema normativo implícito de prejuicios y discriminación.
Podemos encontrar este tipo de racismo en cualquier ámbito, en cualquier círculo que frecuentamos y a manos de cualquier persona, ya sea de nuestres superiores y compañeres en el entorno laboral (con el típico comentario hecho entre risas cuando vuelven de vacaciones diciendo, “un poco más y me pongo tan negra como tú”), profesores y profesoras, compañeres e incluso amigues blanques.
Lo más duro de este tipo de racismo es el hecho de que buena parte de las “racistadas” que recibes, se disimulan entre sonrisas y a forma de cumplido, ya que en la cabeza de quienes lo sueltan, no hay ningún problema con lo que han dicho. De esta forma escuchas comentarios racistas de docentes como“Tú y tu otre compañere negre le dais color a la clase” o al estar hablando de pobreza en el Sur global te miren directamente a ti sin saber si efectivamente eres del Sur global o si has vivido en esa situación, ya que perfectamente podrías haber nacido en España o ser adoptada. Pero a ellos eso les da igual, porque como eres una persona negra, debes ser del continente africano y pobre y por lo tanto, eres la mejor persona para hablar de pobreza, abusos sistemáticos y “lo que ocurre” en los países africanos, ya que por narices, lo tienes que haber vivido tú o tu familia lo tiene que haber vivido.
O también comentarios respecto a “lo bien que debes de saber bailar tú”, o de “cada cuánto te lavas el pelo” o preguntas de cara a conseguir tu “aprobación” para ponerse dreadlocks o trenzas y no sentirse mal. O el comentario sutil que igual es un microrracismo, de decirte que guapa vas cuando te quitas las trenzas y te pones tu wig lacio o de rizos leves, y no decir ni mu cuando llevas tus trenzas o tus pelucas de afro rizados, porque dan por hecho que tienes que acercarte a sus estándares de belleza para que “seas guapa”. O también cuando te quedas a comer en tu comedor con “tus amigues blanques”, sacas tu tupper de arroz y banga soup, lo calientas, lo abres, sientes ese bonito olor que te hace rememorar tu infancia y de repente oyes, “¡Pero que mal huele eso! ¿no?”, y ese sentimiento que te entra de repente de… ¡Cómo te atreves!
Todos estos son microrracismos a manos del “racista aversivo”. El racismo aversivo es el racismo de quienes no se consideran racistas. De aquelles que comienzan sus frases con un “Yo no soy racista, pero…”, o de quienes hacen bromas racistas como si no tuvieran consecuencias, y lo más duro, de personas a las que consideras amigues o al menos “buenes” compañeres de clase o de trabajo. Por lo tanto entendemos los microrracismos, como ese conjunto de “esos pequeños gestos y comentarios que se dan en el día a día y que suponen agresiones que ciertamente te resultan de lo más desagradable, aunque a ojos de les demás “sólo estás exagerando” y estás siendo “demasiado sensible”.
Hay que tener en cuenta que las diferentes esferas sociales son micro-reflejos y representaciones de la sociedad en sí, por lo que les estudiantes, les trabajadores, les profesores, etc., vienen de casa y si allí son racistas, lo seguirán siendo en dichas esferas y espacios, quien es racista en un lugar también lo es en otro, sin distinciones.
Todo este racismo aparentemente interpersonal, se da en esferas administrativas e institucionales, donde al sufrir constantemente el racismo, podemos llegar a ser más vulnerables a padecer depresión, traumas, enfermedades mentales o incluso a experimentar baja autoestima de forma regular, ya que todo en su conjunto supone un cuadro de estrés de elevado nivel, por el estar constantemente en un estado de lucha y de supervivencia.
Por lo tanto, todo esto microrracismos de los que hemos hablado, se podrían agrupar en tres tipologías; yendo desde micro-agresiones (que incluirían formas verbales o no verbales de degradación), micro-insultos (frases o comentarios que simplemente son degradantes o hirientes de alguna forma) y micro-invalidaciones (que implicaría invalidar nuestras experiencias, sentimientos o pensamientos como personas racializadas), causando como hemos mencionado antes, un impacto sobre la salud mental, manifestándose en depresión, ansiedad, diferentes tipos de traumas, frustración, aislamiento, etc.
“Additionally, the increased stress related to things like microagressions in the workplace and experiences with discrimination can lead to physical concerns like headaches, high blood pressure, and difficulties with sleep, which of course impact our mood as well.”
Theresa M. Bouley, Anni K. Reinking
De ahí que sea tan importante que como personas racializadas tengamos espacios de cuidados, donde podamos buscar no sólo ayuda, sino también apoyo, donde podamos compartir experiencias y métodos de sanación. Estos espacios o momentos de cuidado no sólo tiene porqué ser consultas de psicología, sino también puede involucrar actividades que nos devuelvan cierto bienestar, como por ejemplo tomarse el dia libre (siempre que sea posible) o simplemente hablar con personas que nos entiendan sin juzgarnos y sin minimizar nuestro dolor y sufrimiento y que no nos infravaloren ni nos hablen o escuchen, con un sentimiento de superioridad social o moral. En definitiva, rodearnos de personas y espacios seguros que nos brinden apoyo emocional para sobrevivir a esos microrracismos recurrentes, que a ojos de las personas blancas son “sin maldad”.
“Tenemos que socializar los traumas de la afrodescendencia, compartirlos y superarlos, porque enfrentarnos individualmente a dichos traumas es una estrategia de distracción hábilmente diseñada por les descendientes de les esclavistas: nuestres amigues.” Justo Bolekia
Texto de Favour Ekaezunim