El 24 de enero se conmemoró el Día Mundial de la Cultura Africana y de les Afrodescendientes, ese mismo día, el cadáver de Miguel Ángel Ventura Medel, director de Cultura del ayuntamiento de Cuajinicuilapa, Guerrero, quien además también era ferviente promotor y portador de la Danza de los Diablos (una de las expresiones más representativas de la cultura afromexicana), apareció con signos de violencia.
De acuerdo con el informe oficial, Miguel Ventura habría sido secuestrado un día antes en su domicilio y, pese a los esfuerzos coordinados entre la policía estatal, el Ejército y la Guardia Nacional, no fue posible rescatarlo con vida.
Actualmente, el municipio de Cuajinicuilapa atraviesa por uno de los momentos más álgidos de violencia debido a la expansión de grupos del crimen organizado. Desde el año pasado se han reportado numerosos episodios que han puesto en riesgo la vida de los habitantes de Cuajinicuilapa que van desde balaceras, secuestros, desapariciones hasta asesinatos. Pese a que el Gobierno Estatal y Federal tiene conocimiento de esto, no se han implementado acciones para atender la delicada situación de seguridad de asedia a los pueblos afromexicanos.
Enaltecer la identidad afromexicana debe pensarse más allá de la folclorización y la reiteración discursiva sobre el borramiento histórico, no porque se niegue, sino porque al hablar de la identidad y de la historia del pueblo afromexicano únicamente aludiendo al pasado, hace que la actualidad quede a la intemperie. Estamos ante un nuevo borramiento perpetuado por el estado y la política del narcotráfico. ¿Necesitamos que pasen veinte años para denunciar el racismo y la corrupción? ¿Necesitamos acumular mártires para hacer legítima la demanda por una vida libre de violencia? ¿Necesitamos que el legado cultural de los pueblos afromexicanos penda de un hilo para dirigir nuestra atención a la importancia de políticas culturales de base comunitaria con enfoque de justicia racial?
La Danza de los Diablos
Entre las tradiciones más representativas de las comunidades afromexicanas de los estados de Guerrero y Oaxaca, se encuentra la Danza de los Diablos. Dado su valor histórico y la relevancia en términos de cohesión social, ha sido objeto de estudio de diversas corrientes disciplinarias, entre ellas la antropología. La representación de esta danza es diversa, sin embargo, la fiesta grande está reservada para las celebraciones de Día de Muertos, es decir, entre el 31 de octubre y el 2 de noviembre.
Dadas sus peculiaridades rituales y performáticas, esta danza constituye un elemento importante del patrimonio cultural inmaterial de los pueblos afromexicanos de la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca.
Ejecutar esta danza requiere de un profundo nivel de involucramiento territorial, corporal y afectivo, pues sintetiza los valores de generaciones. La Danza de Diablos se distingue por la peculiaridad de sus máscaras y los instrumentos musicales, principalmente. Tanto la elaboración de las máscaras como la ejecución de las melodías musicales requieren de conocimientos que han sido aprendidos y difundidos mediante la oralidad. Resulta significativo mencionar esto para dimensionar la importancia de las memorias vivas y el territorio como puntos centrales del Patrimonio Cultural Inmaterial Afromexicano.
Proteger la vida es preservar el Patrimonio Cultural Inmaterial
La región de la Costa Chica, que comprende territorios del estado de Guerrero y Oaxaca, presenta altos índices de violencia de género, empobrecimiento y rezago educativo. Sin embargo, el análisis de los impactos de la desigualdad estructural se ve mermado por la falta de transparencia y de datos desagregados. Los habitantes de distintos pueblos han denunciado la preocupante situación de violencia de género y de la crisis de seguridad, como consecuencia de la expansión de grupos del crimen organizado. Los niveles de violencia han llegado al punto de establecer toques de queda o incluso, suspender actividades escolares como medidas emergentes.
No obstante, existe un silencio generalizado sobre esta situación. Mientras el discurso oficialista vitupera el reconocimiento constitucional de las personas afromexicanas como el máximo logro en materia de derechos culturales y de inclusión pluriétnica, pueblos, comunidades, familias y personas afromexicanas enfrentan un complejo panorama de exclusión, violencia sistemática y opresión.
Mientras en ciudades capitales y en diversos eventos de difusión cultural se convoca a grupos de la Danza de los Diablos como parte de muestras culturales, los portadores de esta expresión están siendo desaparecidos y asesinados y con ello, el patrimonio cultural inmaterial afromexicano está en riesgo.
Debemos entender que la protección, preservación y conservación del Patrimonio Cultural Inmaterial es, ante todo, una defensa por el derecho a la vida digna y libre de violencia de las personas afromexicanas. De otro modo, solo se reproducen estigmas y narrativas de despolitización cultural en torno a las manifestaciones culturales afromexicanas.
Las condiciones de desigualdad en que viven detentores y portadores del Patrimonio Cultural Inmaterial son reiterativas, lo que expone una perspectiva antirracista e intercultural deficiente en la promoción de los derechos culturales.
Promover la cultura; salvaguardar la memoria
Miguel Ventura Medel contribuyó a la transmisión de saberes y conocimientos sobre la Danza de los Diablos mediante la enseñanza de la música, la ejecución e, incluso, la elaboración de las máscaras. En el entendido de que gran parte del Patrimonio Cultural Inmaterial se vale de la transmisión generacional, el desinterés del estado mexicano para atender las crisis de seguridad no puede tener otra lectura que no sea la de una manifestación del racismo estructural orientado al etnocidio.
Un reconocimiento cultural efectivo debe contemplar la perspectiva de justicia racial en amplitud, ello implica romper con las dinámicas de expoliación y mercantilización, donde expresiones como la Danza de los Diablos solo son instrumentalizadas para el entretenimiento. Es necesaria una política pública con enfoque de paz y antirracismo que comprenda la preservación del Patrimonio Cultural Inmaterial como acciones de protección y restitución de derechos humanos.
Una reflexión de Ana Hurtado