“¡No! Me enfadé, me quedé quieta, pero él volvió a lanzarse sobre mí y ahí yo, muy enfadada le empujé con más fuerza: tuve claro de que no me iba a dejar violar aunque fuera Boaventura” Estas fueron las palabras de la escritora y activista mapuche Moira Millán en una entrevista con el medio digital El Salto, donde relataba el abuso sexual cometido por Boaventura.
En 2010 Millán viajó a Portugal como invitada a un conversatorio de la Universidad de Lusófona, y avisó a Boaventura porque ya se habían conocido en un Foro Mundial de Brasil, donde, y hasta ese momento el académico se había comportado agradable y respetuoso mientras intercambiaban perspectivas políticas.
“ Él me contestó inmediatamente para invitarme a Coimbra y dar una conferencia a sus estudiantes. Acepté y aunque en ningún momento me ofreció remuneración, le exigí que me pagara los gastos porque mi situación económica era muy precaria y Boaventura aceptó pagarme el billete, el alojamiento y las dietas. Llegué a Coimbra y di la conferencia” explicó Millán.
Cuando la conferencia se termina, la asistente le informa a Millán, que debía ir a cenar a un determinado lugar, ella imagina que iba a estar todo el equipo, pero al llegar se da cuenta, que dicho lugar era un restaurante de la familia de Boaventura, y que lo hizo abrir para que les dos soles “cenaran” juntes.
“Comenzó a beber mucho y a decir cosas desubicadas para “coquetear”. Durante todo el tiempo puse límites y cuando terminamos de cenar, me dijo que quería regalarme unos libros y le pedí que me los diera al día siguiente. Él me dijo que no y que su casa estaba muy cerca. Accedí. No recuerdo en qué piso vivía, pero sí que había que pasar por un sistema de seguridad para entrar en el edificio” relató Millán.
Cuando entraron al apartamento, Millán explica que Boaventura se puso cómodo y comenzó a beber whisky: “Me quise ir, pero me pidió que me sentara. Lo hice, pero frente a él. Al hacerlo, él se abalanza sobre mí y comenzó a manosearme, a querer besarme y yo le empujé e indignada le dije “¡No! Me enfadé, me quedé quieta, pero él volvió a lanzarse sobre mí y ahí yo, muy enfadada le empujé con más fuerza: tuve claro de que no me iba a dejar violar aunque fuera Boaventura”.
“Él se dio cuenta de que no iba a poder consumar ninguna violación porque yo no se lo iba a permitir, pero al mismo tiempo, me sentía secuestrada: no sabía cómo salir del edificio, no sabía a qué distancia estaba del hotel o si estaba lejos, no tenía dinero para pagar un taxi. Tampoco tenía mi billete de regreso a Lisboa. Realmente estaba en sus manos y esa sensación me produjo miedo e ira. Traté de calmarme y le hice reflexionar, entonces él se tranquilizó”.
Para tratar de tranquilizarlo Millán le preguntó que si de esa manera se comportaba con las académicas blancas o que si esto solo lo hacia con ella, porque no era académica y era indigena: “Nosotres habíamos hablado mucho de Blanca Chancoso y le dije: “¿También le hiciste esto a Blanca Chancoso?”.
Boaventura le contestó que no, entonces Millán le respondió: “¿Por qué a mí sí? ¿Por qué soy pobre?” Entonces me puse a llorar aunque nunca lloro porque soy implacable. Soy de las que siempre digo que al enemigo ni una lágrima. Al momento, él me pidió perdón y me fui del apartamento”.
Al siguiente día, Millán, regresa a pedirle el billete de regreso a su secretaria, pero le dicen que lo tiene Boaventura, y que la estaba esperando en el restaurante familiar.
“Al oír eso me enfadé muchísimo: era como seguir en la humillación y en sus manos, como un niño caprichoso que como no me había podido tener el día anterior quería tenerme al día siguiente. Su asistente lo pasó mal y ella no tenía la culpa así que fui para encararme con él. Y ahí estaba esperándome con un ramo de flores, suplicándome y rogándome que le perdonara, pero yo cogí mi billete y me fui”.
Cuando llegó a Lisboa, Millán, comento la amarga situación de abuso sexual, y le dijeron que no se metiera con Boaventura, porque ese hecho lo iba a instrumentalizar la derecha, porque era considerado el gurú de la izquierda en un momento muy delicado en Portugal, a lo que Millán respondió: “Pero, ¿un violador de izquierdas comete menos daño que si es un violador de derechas?”.
Desde entonces, y a partir de este episodio, Millán, ha optado por viajar acompañada para poder tener testigos, debido a que los únicos que tiene en este suceso son los estudiantes a quienes dio la conferencia y su secretaria, porque no había ningún testigo en el restaurante ni apartamento, lo que la llevó a comprobar que Boaventura actuó como un criminal que prepara su estrategia.
“Yo se lo he dicho a bastante gente de la Academia porque hemos coincidido en conferencias internacionales en donde también le invitan, entonces, y cuando han querido ponerme en la misma mesa, me he negado y si insistían, amenazaba con denunciarlo públicamente por abusador. Por ejemplo, Clacso lo ha sabido siempre porque yo se lo dije, por eso le convierte en absolutamente cómplice”.
Millán no puede entender cómo se han podido permitir estas prácticas dentro de la academia, sobre todo, no entiende cómo las mujeres han sido cómplices de estas situaciones.
“Una académica me dijo que él hizo lo mismo en un país de África. Y pienso, si a mí que soy mapuche, escritora y activista con cierto reconocimiento y con todas las herramientas para poder denunciar no me han brindado solidaridad, ¿qué actitud van a tener con las hermanas africanas que han sido víctimas de este señor?”.
Millán, irá a Coimbra entre agosto y septiembre para formalizar la denuncia contra ese hombre blanco, académico, presumiblemente de izquierdas que hablaba del sur y de la colonialidad, y explica que: “Eso ocurrió en 2010 y estaba sola, no pertenecía a ningún espacio colectivo indígena, ni en ningún espacio feminista. Hoy no me callaría porque pertenezco al movimiento por el buen vivir y me siento amorosamente acompañada. Las que pertenecemos a estos colectivos nos sentimos fuertes para enfrentarnos a nuestro mundo mapuche que es machista y en donde también hay abusadores y maltratadores. Ya no quiero abrazar ningún dogma, ninguna bandera nacionalista que permita el maltrato y las opresiones, el mal vivir”.
Respecto a esto, desde Afrocolectiva denunciamos todas las prácticas abusivas, patriarcales y racistas, que nos perciben como un mero objeto de complacencia para la masculinidad blanca y europea. Como ya lo hemos venido diciendo durante siglos ¡ni nuestros cuerpos ni nuestros territorios, son objetos de conquista!. Del mismo modo, abrazamos a nuestra hermana mapuche Moira, quien ha tenido la valentía de denunciar esta situación a pesar de la enorme presión social que esto implica y la reputación que aún hoy ostenta su abusado. Las mujeres negras e indígenas nos apañamos y contenemos entre nosotras, porque la manera en que hemos sufrido el impacto del racismo y el sexismo nos hermana ¡entre nosotras nos creemos!
Fuente: El Salto