En el tiempo en que estuve estudiando ciencias naturales en general, pude observar y analizar hasta ahora situaciones racistas importantes dentro del área de la salud. Las ideas fuertemente arraigadas cuyo trasfondo contienen argumentos racistas y blanqueados se presentan muchas veces como la verdad absoluta para los pacientes, e incluso es común la aprobación de estas ideas y mitos entre colegas.
El ver cómo la población negra posee menos recursos que un ciudadano blanco promedio para acceder a una salud básica es alarmante: ya no sólo hablamos de recursos económicos (que es totalmente importante), sino también de la disposición y criterio que posee unx profesional de la salud a la hora de verse enfrentadx a la atención médica o psicológica de un paciente racializado.
Varios factores están presentes y determinan los cuidados médicos que se han de otorgar: el hecho de si saluda adecuada y respetuosamente a su paciente; si empieza a hacer comentarios respecto a su físico, raza y/o cultura; o si derechamente se niega a atender a la persona racializada manifestando explícitamente su racismo o incluso, sin dar explicación alguna.
Ocasiones como las anteriormente mencionadas también se observan y repercuten en el ámbito de la salud mental, en donde el, la o le terapeuta probablemente no maneja un enfoque antirracista y por lo tanto, no dispone de las herramientas para tratar una situación que podría ser o tornarse grave para quien recibe la atención en dicho instante de su vida.
La relevancia de proporcionar salud mental con enfoque antirracista y étnico-racial tiene como punto principal el reconocer que las problemáticas que se presentan en la vida de una persona racializada estarán permeadas mayoritariamente por el racismo, ejemplos claros y lamentablemente, comunes, son: relaciones de pareja y relaciones amistosas (generalmente interraciales, pero hay excepciones), el acceso a la salud, en el ambiente laboral, en el ambiente académico, entre otras muchas áreas.
Estas áreas de la vida pueden implicar racismo en menor o mayor grado, y van a influir en la vida de la persona, aun cuando la persona en cuestión tiene una aparente alta autoestima.
Un ejemplo bastante específico, pero que se observa mucho en la vida cotidiana, podría ser la posición de una mujer negra dentro de una relación interracial, en donde presenta problemas con su pareja que es un hombre blanco cishetero. En la consulta, esta mujer expresa que su novio y la familia de él tienen actitudes tales como lo son los famosos chistes de índole racista, la estereotipación, fetichización e hipersexualización de su cuerpo.
Desde la posición de terapeuta, se debe reconocer que en ocasiones la raza será un “problema”, se debe reconocer que estas dinámicas sí se pueden dar fuertemente en una relación interracial, y que probablemente sean mucho más frecuentes cuando uno de los involucrados es un hombre, blanco, cis y hetero.
Teniendo en cuenta que hechos como este son una de las tantas formas que el racismo tiene para reproducirse, es que unx psicólogx debe otorgar las herramientas necesarias para que, en este caso del ejemplo, la paciente las pueda utilizar y poner límites.
En primer lugar, trabajar con enfoque antirracista, nos ayuda de la misma manera que nos ayuda una terapia con enfoque feminista o de género, ya que evitamos serias consecuencias, incluyendo:
- La dificultad que tienen, generalmente, las mujeres negras de abandonar a una pareja abusiva.
- La dificultad de salir del círculo de la pobreza.
- El empeoramiento de la salud física y mental de las personas negras, y en consecuencia, el empeoramiento de la calidad y el estilo de vida.
- Tristeza, depresión o pensamientos suicidas.1
- Creer y crear mensajes negativos acerca de las personas negras.2
En segundo lugar, un enfoque étnico-racial realmente estudiado y trabajado, nos permite lidiar con el racismo sistémico, puesto que situaciones como las mencionadas en el ejemplo, y así muchas más, no son casos puntuales y se dan prácticamente en todo el mundo. Es más que seguro, una persona negra que vive en Europa podría declarar una (o muchas) experiencia racista que vivió, que ha de ser idéntica a la que vive otra persona negra en Latinoamérica, y estos dos individuos pueden no conocerse en lo absoluto.
Cuando esto sucede (que es generalmente siempre), es a lo que nos referimos con sistema racista, el cual es “invisible” y opera enalteciendo y defendiendo lo blanco por sobre lo demás, y además otorga dominio a las personas blancas.
A todas las personas, sin importar nuestra raza, de alguna u otra forma nos han querido enseñar que el racismo son una serie de actos individuales reflejados en un simple chiste, comentario liviano, egoísmo y una larga lista de eufemismos. Esas situaciones de violencia que se intentan suavizar tienen que ser manejadas adecuadamente por equipos de salud tanto mental como física.
Es de extrema urgencia comprender que el racismo no se combate ignorándolo desde ningún área. Tenemos que identificar adecuadamente la raza, el racismo y luego el antirracismo, para desafiar las estructuras hegemónicas.
1,2. Mental Health, Effects of Racism. Office of Mental Health, New York State.
Una reflexión de Cata Buzú