¿Realmente nos interesan las mujeres iraníes?

¿Sororidad o paternalismo?

Mahsa Amini una joven de 22 años que falleció el pasado viernes en Teherán, Irán. Fue arrestada por “la Policía de la moral” y violentada, permaneció en coma y falleció tras sufrir un infarto. Su único delito: no llevar bien colocado el velo en la vía pública. Esta es la trágica historia de Mahsa Amini.

La policía de la moral iraní se encarga de hacer cumplir “el mandato del hiyab” y el código de vestimenta, tienen el poder de detener a las mujeres y examinar todo, desde la adecuada cubertura del pelo y el cuerpo hasta el maquillaje y el esmalte de uñas. Frecuentemente, se ve como agreden físicamente a las mujeres, y obligándolas a entrar en furgonetas policiales, todo ello por su forma de vestir.

Miles de mujeres y hombres, salieron a protestar en todo el país en contra de esta unidad que oprime a las mujeres y la ley de obligación del velo que reduce toda su fe en una mera prenda.

Irán es un país que lleva 40 años instrumentalizando a las mujeres e inventando normas anti islámicas para afirmar su identidad como país musulmán, por lo tanto, es un debate político más que cultural o religioso.

El cuerpo de la mujer musulmana se ha convertido en las últimas décadas en el campo de batalla donde se enfrentan diferentes ideologías y políticas, donde se enfrentan, por un lado, extremistas en nombre de religión y por otro, feministas blancas eurocéntricas. Las mujeres musulmanas se encuentran en la mitad de dos ideologías; para los extremistas, el hiyab representa toda la identidad islámica y es símbolo de autenticidad religiosa. 

En cambio, para las feministas hegemónicas, el hiyab representa la opresión de las mujeres: es un mandato patriarcal que las oprime. De hecho, «el velo» de las mujeres musulmanas es ahora considerado como el marcador de la visibilidad de la islamización de la sociedad tanto en los países musulmanes como en Occidente. Esta práctica es interpretada, según los neo orientalistas, como el símbolo que separa entre el espacio moderno (desvelarse) y el tradicional (velarse).

Es decir, el cuerpo de las mujeres musulmanas encarna el lugar de tensión entre las representaciones de la modernidad y las de la anti-modernidad.

La pregunta aquí es: ¿Dónde queda el hombre en todo esto? ¿Por qué son SOLO las mujeres musulmanas quien deben llevar el peso de esta visibilidad múltiple de modernidad/tradición?

Por otro lado, quisiera dar visibilidad a otros modelos de opresión que son menos condenados en occidente, esta vez por llevar el hiyab:

– En varios estados de india fue prohibido el uso del velo por motivos religiosos, ya que el primer ministro Modi es hindú y se llevaron a cabo muchas acciones y políticas anti islámicas.

– En Bélgica fue prohibido el velo en la universidad.

– En Francia es imposible trabajar de cara al público ni ir a la escuela con hiyab ni nadar con hiyab.

– Como ocurrió en Irán, Marwa Sherbini fue asesinada en Alemania, esta vez por llevar el hiyab.

Aquí mismo en España, el 14 de septiembre, cinco alumnas no se le permitió la entrada al instituto en Madrid por llevar el hiyab. No son las únicas, este debate vuelve cada inicio de curso escolar, mujeres tienen que elegir entre estudiar o mantener su hiyab.

Por ello, el debate sobre el hiyab debe tener en cuenta la diversidad de opiniones, contextos, culturas y tradiciones islámicas. Cuando opinamos con nuestras gafas culturales, ejercemos violencia e imponemos valores, ideas, instrumentos y conclusiones que no se adaptan a la realidad de una mujer musulmana.

De modo que cuando hablamos de la opresión de las mujeres iraníes sin visibilizar historias y movimientos de resistencia, lo que hacemos es contribuir a mantener la imagen de la mujer musulmana pasiva, débil, sumisa, eterna víctima del islam. Y ayudamos a entender de que, para liberarse del patriarcado, debe liberarse del islam, y el símbolo del islam es el velo, esta idea en sí es islamófoba, extremista, colonial y paternalista. Porque directamente silenciamos voces propias de las musulmanas y les quitamos agencia.

Polarizar el debate del hiyab, convierte el cuerpo de las mujeres musulmanas en un campo de batalla, donde unos imponen llevar y otros imponen quitar. Si solamente te empeñas en visibilizar a las mujeres víctimas del «islam» en otros países y en tu propio país, invisibilizas, marginalizas y silencias a las mujeres que lo quieren llevar libremente, estás siendo paternalista, salvadora blanca y racista.

Desde Afrocolectiva condenamos este asesinato y cualquiera que fiscalice y oprima el cuerpo de las mujeres. Apoyamos y nos unimos a la lucha de las mujeres iraníes y cualquier mujer que luche por su libertad, sea de la forma que sea.

Texto de Chaimaa Boukharsa.

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