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20 de Octubre, un día para recordar: Los asesinatos en Lekki, 2020

A lo largo del tiempo, y debido a diversos acontecimientos, el mes de octubre ha adquirido un significado profundo para el pueblo nigeriano, tanto dentro del país como en la diáspora. Desde la “independencia” proclamada el 01 de octubre, hasta los asesinatos ocurridos en Lekki el día 20, tras una protesta pacífica contra el abuso policial y la situación del país, octubre encierra una paradoja dolorosa.

Lo cual nos lleva a preguntarnos: ¿qué independencia se celebra cuando el propio gobierno es capaz de asesinar a jóvenes que protestan de forma pacífica? Para comprender mejor veamos el contexto del país.

Nigeria, es una de las potencias más destacadas del continente en términos de economía, infraestructura, música, recursos naturales y población. Según el Fondo Monetario Internacional (IMF), solo en este año 2025, el PIB del país ha crecido un 3.2%, impulsado por una economía diversificada que abarca la agricultura, la manufactura, los servicios y, principalmente, el petróleo.

No se puede ignorar el vibrante ecosistema tecnológico, donde empresas como Flutterwave, PayStack y otras están revolucionando el sector financiero africano. Este auge se debe a la expansión de la economía digital y a la riqueza de la cultura emprendedora que caracteriza a la gente en Nigeria. Jóvenes visionarios están lanzando startups que integran tecnología en áreas como la salud, la educación, la agricultura y la logística. Ejemplos notables incluyen Healthtracka, uLesson, ThriveAgric, Crop2Cash, Grabb 247 y MAX.ng, etc.

Todo esto es resultado de la innovación y del deseo de resolver problemas locales con soluciones creativas. No es casualidad: más del 60% de la población nigeriana tiene menos de 25 años, lo que convierte al país en una nación joven, dinámica y llena de potencial. En paralelo, también se observan transformaciones estructurales, culturales y una creciente presencia diplomática en el escenario internacional.

Sin embargo, a pesar del crecimiento positivo del PIB, es cierto que el país ha enfrentado una alta inflación desde diciembre de 2024, junto con una significativa depreciación del naira. Esta situación se debe, en parte, al aumento de impuestos y a la entrada de capital extranjero en sectores como la economía digital, las startups tecnológicas, la infraestructura, el petróleo y el gas.

Paralelamente, el Banco Central permitió que el naira “flotara” más libremente, lo que provocó una caída aún mayor de su valor, encareciendo las importaciones y elevando los precios de los productos internos. Esto se agravó por la fuerte dependencia del país de bienes importados, a pesar de contar con la mano de obra y la capacidad productiva para fabricar muchos de esos productos localmente.

Así, aunque el PIB crecía, la mayoría de los ciudadanos se enfrentaban a precios más altos, pérdida de poder adquisitivo y dificultades económicas, generando un crecimiento sin prosperidad inclusiva.

A esto se suma la inestabilidad política y la crisis de seguridad que atraviesa el país, reflejada en conflictos regionales, ataques religiosos, violencia comunal y otros desafíos que afectan la cohesión nacional. Sin embargo, en 2019 y 2020, la situación no era muy diferente. Es cierto que en aquel momento el PIB crecía apenas un 2.3%, cayendo a un 1.8% en 2020, y la inflación era más baja, en torno al 14%. Pero la inestabilidad policial, la corrupción y los conflictos étnicos y religiosos alcanzaban niveles críticos.

Fue en ese contexto cuando se produjeron las protestas del movimiento #EndSARS, que culminaron en los asesinatos ocurridos en Lekki.

El 20 de octubre de 2020 tuvo lugar una de las protestas pacíficas más grandes en la historia de Nigeria: el movimiento conocido como EndSARS. Liderado por jóvenes, este levantamiento buscaba denunciar la brutalidad policial y exigir justicia, transparencia y reformas estructurales.

Aunque el hashtag #EndSARS surgió en 2016 como una campaña digital para abolir la “Special Anti-Robbery Squad” (SARS), una unidad creada en 1992 con el objetivo de proteger a los civiles de ladrones armados, con el tiempo esta fuerza fue acusada de cometer graves abusos. Entre ellos se incluyen secuestros, arrestos ilegítimos, acoso, extorsión indiscriminada, violaciones y asesinatos, sin que sus miembros enfrentaran consecuencias. Además, se les señaló por practicar el perfilamiento de jóvenes con apariencia de estatus acomodado, asociando su imagen con actividades ilícitas.

Fue en octubre de 2020 cuando la protesta tomó forma física. Todo estalló tras la difusión de un video en redes sociales que mostraba a agentes del SARS disparando contra dos jóvenes, lo que encendió la indignación nacional.

Este acto fue la gota que colmó el vaso. Jóvenes de distintas ciudades se unieron para exigir la disolución de la unidad SARS, justicia para las víctimas, reformas profundas en la policía, rendición de cuentas y un gobierno más justo y respetuoso de los derechos humanos. Las protestas continuaron día tras día, a pesar de las promesas gubernamentales de reformar la policía, promesas que ya habían sido incumplidas en el pasado.

La noche del 20 de octubre en el peaje de Lekki, Lagos, mientras los manifestantes ondeaban la bandera de Nigeria y cantaban el himno nacional, el ejército abrió fuego contra ellos. Aunque el gobierno negó su implicación en la masacre, se retiraron las cámaras de seguridad (CCTV) previo a los sucedido y se apagaron las luces de las calles en la zona, señales claras de lo que estaba por suceder.

Este hecho desató una ola de indignación nacional e internacional y se convirtió en un momento definitorio en la historia democrática de Nigeria.

Hoy, cada 20 de octubre, se recuerda a quienes salieron a manifestarse por la paz y encontraron la muerte. El movimiento EndSARS redefinió el activismo civil en Nigeria, evidenció hasta dónde puede llegar el gobierno para silenciar las voces jóvenes, y expuso los problemas de gobernanza, la irresponsabilidad policial y la negación de derechos fundamentales. A pesar del paso de los años, no olvidamos. Y #SoroSoke (traducido como “levanta la voz”) persiste como un lema de resistencia, valentía y lucha por una Nigeria mejor.

Una reflexión de Favour Ekaezunim

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