Entendiendo que este título puede ser controversial, quiero pedirte unos minutos para que leas aquello que tengo que decir, porque estoy segura de que las reflexiones y datos de este artículo captarán tu atención. Aparte, nos enseñan que nos dejamos llevar por ideas coloniales instauradas más que por “hechos”.
A lo largo de los años, la sociedad colonizada, blanqueada y eurocéntrica ha establecido y aprendido la jerarquía de razas que tan presente se encuentra en nuestras vidas. De este modo, quedó en el subconsciente colectivo que todo aquello que sea blanco, de facciones delgadas o de cabellos y ojos claros es positivo y bonito, pero no sólo eso, sino que además es permanentemente asociado a lo europeo.
En función de estos pensares es que se han originado numerosas doctrinas racistas como: el colorismo y sus tratos y valoraciones a partir de ello; la creencia de que las personas negras o marrones no pueden tinturar su cabello rubio o pelirrojo, o la tan reproducida glorificación de las narices pequeñas y respingadas por sobre las narices anchas, gruesas y de gran tabique.
Por estas razones es que ha existido hasta el día de hoy cierto impacto y una especie de fascinación en la gente cuando ven a una persona racializada que naturalmente posee el cabello o los ojos de una tonalidad más clara o rasgos finos1.
Motivados por esta fascinación, es que se llevaron a cabo estudios genéticos en personas nativas de las Islas Salomón, ubicadas en Oceanía; las cuales se caracterizan por ser de piel oscura, ojos azules y cabello rubio, principalmente (aunque también hay excepciones como ojos verdes y cabellos pelirrojos).
Estos estudios, que están recopilados en el artículo científico llamado “Melanesians blond hair is caused by an amino acid change in TYRP1”2, posteriormente fueron publicados en la prestigiosa revista “Science” y en otros tantos sitios de investigación científica aprobados.
Para tener más completo el panorama, el estudio se basó en medir la pigmentación de la piel y del cabello de 1.209 habitantes de las Islas Salomón, a través de la selección de 85 personas. De este grupo, 43 personas eran de cabello claro y 42 eran de cabello oscuro; y luego se genotipificó dicha pigmentación.
Finalmente, se obtuvieron en dichos resultados que lo que genera este tipo de pigmentación en las personas nativas de las Islas, es una variante genética que no se relaciona con el gen que produce los cabellos claros de las personas blancas europeas.
Poniéndonos un poco más específicos, y para aclarar dudas de aquellos que quieren saber más o se interesan por el componente biológico central de este hecho, se trata del gen llamado TYRP1. Hasta donde los actuales conocimientos permiten estipular, este gen está presente en la población melanesia, y ausente en la población blanca europea.
Ahora bien, la pregunta aquí es: ¿por qué analizamos esto? ¿es acaso que quiero decir de cierta forma que la existencia de un gen propio que otorga el pelo claro en personas negras significa que somos dignos de un alto valor? ¿es acaso que quiero decir que ahora somos mejores? La respuesta es no.
Les entrego esta información con una reflexión aún mayor. No se trata de que ahora que tenemos estos estudios que validan la existencia del pelo y ojos de baja pigmentación (natural y propio) en personas negras, seamos más dignos de respeto o “mejores” que antes, sino que desde la colonización la sociedad ha considerado estos rasgos (que son más comunes en personas blancas) como algo mejor por ser “propio” de ellas.
Pensamientos de este estilo eran muy convenientes para avalar la esclavitud, y además les otorgaba cierto estatus y “singularidad” entre una población de piel oscura… de igual manera que sucede en la actualidad. Según el camino recorrido, hemos aprendido a considerar estos rasgos como los perfectos y aceptables… y que cuando son parte de una persona racializada de manera natural, la persona en cuestión se hace más digerible para la sociedad “gracias a la persona blanca”.
De hecho, lo mismo se pensó con la población negra y rubia de las Islas Salomón, también se pensó que eran rubias por una cuestión genética heredada por personas nórdicas europeas.
Y yo me pregunto… ¿si esto se hubiera sabido siglos atrás, los colonos esclavistas habrían usado las características fenotípicas a su favor? ¿Cuál habría sido su planteamiento para ejecutar sus crímenes? Lo cierto es, que continuar buscando razones para mantener la hegemonía sólo dejaría en evidencia que sí, que tengo razón, y que más bien, nos dejamos llevar por ideas coloniales instauradas más que por hechos.
1 Cuando hablo de “fino” en este contexto, me refiero literalmente a labios menos gruesos o narices menos anchas, pero hago esta aclaración porque entiendo que en este mismo contexto puede utilizarse y entenderse la palabra “fino” como sinónimo de “delicado”. Pero no, lo utilizo como sinónimo de “delgado”.
2 https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3481182/
Una reflexión de Cata Buzú