Un análisis dell manifiesto de la Colectiva Combahee River
Gran parte de la riqueza de los feminismos negros, radica en su comprensión simultánea de distintos sistemas de dominación y a su vez, esta comprensión excede las nociones de identidades racializadas, generizadas, atravesadas por la clase o la sexualidad como producciones estáticas, fijas y no relacionales.
En este sentido, aquello que hace de los feminismos negros una propuesta epistémica disidente, frente a los estándares de quién puede conocer y desde dónde, remite a algo más que un posicionamiento en determinadas estructuras.
Esta localización es necesaria, más no suficiente, pues para captar las interacciones permanentes entre todas las relaciones de poder que producen a estas subjetividades como subalternas, es vital un ejercicio crítico-reflexivo que dé cuenta de cómo esa posición de subalternas, es algo que se crea y que se configura constantemente, así como esta condición solo es plausible, en tanto hay una norma que las ubica como tales.
Siguiendo esta línea, mi intención es exponer la riqueza epistémica de los feminismos negros en el marco de uno de sus documentos más emblemáticos: el manifiesto de la Colectiva Río Combahee, donde la auto-referenciación como mujeres negras, lesbianas y empobrecidas, lejos de constituir únicamente un lugar de enunciación, involucra la oportunidad de gestar conocimientos desde esos lugares visibles y marcados por la raza, el género, la orientación sexual y la clase, además de insistir en la necesidad de intervenir en lo político, desde estos cuerpos referenciados como lo distinto permanentemente.
En consecuencia, recupero los conocimientos situados de Donna Haraway y la doble conciencia de W.E.B Du Bois, para ahondar con mayor detalle en los privilegios epistémicos de los feminismos negros, en vistas de una objetividad fuerte que, precisamente, rechace como punto de partida la idea de que el conocimiento pueda ser neutral.
En primer lugar, caracterizo los conocimientos situados de Haraway y su importancia por reconocer la producción del conocimiento científico, desde un nexo ineludible entre quién conoce y aquello que conoce, el cual hace irrealizable la utopía de la ciencia moderna occidental, donde el científico actúa como mensajero directo de la verdad y no como un intérprete de ella.
Del mismo modo, desconocer como las identidades de quiénes conocen y a su vez son localizados de manera privilegiada en los diferentes sistemas de dominación, han representado intereses puntuales en las producciones epistémicas, significa no comprender a esos conocimientos como situados y seguir habilitando que los únicos cuerpos localizados, son aquellos afectados por la instauración de las categorías de diferencia.
De esta forma, comprender que todos los conocimientos son situados, rompe con la pretensión de la transparencia como virtud de quienes se dedican a la investigación científica, por medio de la exhibición de esta transparencia como una invisibilidad autoinducida, causada en función de la exclusión y la restricción de otros cuerpos, como sujetos epistémicos viables.
Por otro lado, aunque es primordial subrayar los conocimientos androcéntricos como situados en tanto no parten desde la imparcialidad y un no lugar, la verdadera potencia transformadora de los conocimientos situados en Haraway radica en el privilegio epistémico, dado por la forma difractaria de comprender el mundo desde el punto de vista de quien es oprimidx, lo que supone una apuesta cautivadora frente al objetivo moderno, preocupado por alcanzar una representación auténtica y un reflejo impoluto de la realidad.
No obstante, la localización tampoco es concreta y definida, asumirla así daría a entender la continuidad entre lo abstracto y lo fijo como pares opuestos planteados en la modernidad, por lo que situarse siempre es algo parcial, en tanto se opone a las aspiraciones universalistas, que son incapaces de captar a estas localizaciones como adecuadas en determinados mundos y no en todos.
En relación con esto, el habitar estos mundos desde los cuerpos que experimentan la violencia estructural tras estar fuera de las normas, representa un punto de partida sumamente valioso para pensar los conocimientos situados como un método para complejizar y enriquecer nuestras producciones epistémicas.
Mientras que esta visión difractaria ocasionada por vivir bajo determinados estándares, al mismo tiempo que no se coincide con ninguno de ellos, involucra procesos críticos reflexivos que puedan advertir de esta doble visión y hacer de ella, algo situado.
En otras palabras, y atendiendo a nuestro foco en los feminismos negros, como a su riqueza epistémica a la hora de replantearnos y reconfigurar otros mundos posibles, podemos conjeturar que su valor como conocimientos situados consiste en comprender que esa localización en términos de género, sexualidad, raza y clase -en el caso del manifiesto de la Colectiva Combahee River- es una localización producida por los mismos patrones, que están obligadas a interiorizar y asimilar para su subsistencia.
Algo similar esboza el sociólogo afroestadounidense W.E.B Du Bois, cuando hace referencia a la doble conciencia de las personas negras en Estados Unidos y plantea una lectura fenomenológica respecto a la comprensión del racismo, por parte de quienes además lo sufren.
Para advertir de esta doble conciencia utiliza la metáfora del velo, la cual expone la paradoja entre ser percibido como diferente (en tanto se es racializado como inferior) al mismo tiempo que se es percibido como un semejante (es decir, estadounidense) causando lo que él denomina sentirse como un problema, situación que resulta tras posicionar a lo negro y lo estadounidense como pares dicotómicos, incapaces de reconciliarse entre sí y entender que son plausibles estas subjetividades híbridas, dadas por su condición de racializadas como negras y estadounidenses al mismo tiempo.
Así mismo, la doble conciencia -entendida únicamente en términos de raza, como pensó Du Bois en su obra Las almas del pueblo negro– parte de la experiencia vivida de ser una persona negra en Estados Unidos. Justamente es la confrontación con el racismo desde pequeño, aquello que permite a Du Bois referenciarse a sí mismo como un otro racializado, que además ve determinada la configuración de su propia subjetividad desde la exposición desmedida a esta violencia, que termina en la paradoja de lo aparentemente incompatible: ser negro y ser también estadounidense.
En relación a esto, la interiorización de la blanquitud como normativa para la subsistencia, se superpone a los esfuerzos supuestamente inconciliables por reconocerse como negro desde un lugar que no involucre las lógicas del racismo.
Es decir, la doble conciencia compromete dar cuenta de las tensiones entre estas identidades supuestamente excluyentes una de la otra y además precisa, que los procesos de constitución de la identidad subalterna, escapen de las relaciones de poder en las que fueron constituidas o dicho brevemente, la doble conciencia compromete entenderse como oprimidx, al mismo tiempo en que se reapropian y reformulan las consideraciones respecto a esa identidad oprimida.
Siendo así, la doble conciencia no significa que las personas negras dejen de percibirse a sí mismas desde la dominación, si no que esa percepción no es absoluta y que además se enmarca en un mundo y un relato específico, en este caso consecuente con los discursos supremacistas blancos estadounidenses.
Además, esta doble conciencia juega un papel crucial, no solo en la configuración de la propia subjetividad de las personas negras, sino en las sensaciones y experiencias vividas de estas, que tras reconocer como esta doble conciencia se articula en función de existir siendo racializado como negro en un mundo anti-negro, pueden llevar a dos caminos desde la mirada de Du Bois: la simulación y la hipocresía, refiriéndose a la resignación de esta doble conciencia y al vivir a través de las normativas de la supremacía blanca, sabiendo aún que se trata de ficciones.
O, por otra parte, apuntar por la rebelión y el radicalismo, una postura más que coherente tras el ejercicio reflexivo de la propia opresión. Sin embargo, optar por la rebelión y no por la hipocresía tampoco desmantelaría el velo de color, pues demolerlo involucraría que el racismo y la anti-negritud dejaran de ser la norma y así, las personas negras estadounidenses no se verían forzadas a comprender sus subjetividades desde dos puntos de partida tan disimiles y con narrativas tan opuestas, respecto a eso que les constituye y es denominado como “lo negro”.
A pesar de esta incapacidad por derribar el velo de color (así como los otros velos, que configuran las condiciones de vida y la formación de subjetividades subalternizadas por el género, la clase y la sexualidad), la muestra de que hay un mundo blanco que deforma la imagen de lo negro para referenciarse a sí mismo como superior, revela como la doble visión de quien es oprimidx, es la única capaz de exponer esta violencia que ha llevado a posicionar a ese mundo como la regla.
Siendo así, la doble conciencia de Du Bois se enmarca entre un primer mundo descrito como del orden de lo real y lo verdadero y un segundo mundo, que al contraponerse tajantemente al primero, evidencia que lo presentado como existente, responde en realidad a una distorsión. Por lo que la ventaja epistémica en la doble conciencia de Du Bois, involucra la facultad para comprender las distintas dimensiones y articulaciones del racismo, así como el lado del velo qué ocupan quienes son racializados como inferiores, elementos necesarios para lograr un análisis crítico respecto a este sistema de dominación.
Este último factor resulta sumamente relevante a la hora de preguntarnos por la inmersión de nuestras producciones epistémicas en los diferentes movimientos sociales, tal como ocurre en el manifiesto de la Colectiva Combahee River, que aunque presenta una localización específica respecto a raza, género, clase y sexualidad, exhorta en primera instancia a la acción política y a la lucha frente a todas estas opresiones.
Respecto a esto, pueden trazarse varios puntos en común entre los conocimientos situados de Haraway y la doble conciencia de Du Bois, pues ambos representan procesos dinámicos y vinculantes que permitan dar cuenta de esa localización o de esa doble conciencia, como medios para una comprensión mucho más amplia y refractaria de los sistemas de dominación consolidados, en el mundo que habitamos.
A su vez, ambas nociones exponen la relacionalidad como una cuestión fundamental para el análisis de estos asuntos, pues así como refieren a la imbricación de distintos sistemas de dominación y a la consolidación de estos sistemas como reglamentarios desde sus pretensiones universales, también exhiben como las categorías presentadas como opuestas y contradictorias en estas relaciones, son producidas en función de la otra y en efecto no son dicotómicas, sino, por el contrario, son codependientes y constitutivas la una de la otra.
En términos de Haraway, diríamos que estas categorías si al caso pueden ser separadas analíticamente, mientras que en términos de Du Bois podríamos esgrimir que la primera conciencia, asociada a la interiorización de la supremacía blanca, solo es probable en tanto la supremacía blanca requiere del racismo, para su afirmación como conciencia prescriptiva.
Aun así, el aspecto clave que está presente en ambos conceptos y que usaré para resaltar la potencia de los feminismos negros y específicamente, del Manifiesto de la Colectiva Río Combahee, corresponde al carácter práctico de ambas propuestas y al reconocimiento de estos privilegios epistémicos, como un punto de partida para la acción política que nos permita entender que nuestras condiciones de existencia pueden ser distintas, dejando abierta la oportunidad de construir otros mundos posibles donde las lógicas que comprendan nuestro nexo con los otros, no se den desde el sometimiento y la instauración de ese otro como una alteridad radical, si no desde un entendimiento de ese otro, como alguien con quien construir ese lugar común.
En relación a estos aspectos, y tal como se menciona al principio del manifiesto, aquello que las convoca como colectiva es su compromiso a luchar contra la opresión sexual, racial, heterosexual y de clase. Opresiones que no solo determinan sus condiciones de existencia como mujeres negras, lesbianas y empobrecidas, sino que en función de sus interacciones e interdependencias, se configuran a sí mismas unas a otras, pues la opresión sexual está permeada por su racialización como negras, su sexualización como lesbianas y su clasificación en términos de clase como personas empobrecidas.
Esto quiere decir que las categorías de diferencia son parciales en favor de su relación con las otras categorías, una situación que es explicitada en el manifiesto, tras las denuncias por parte de la colectiva al racismo en el movimiento feminista y al sexismo en el movimiento negro, circunstancias que son resultado de la torpeza por comprender la opresión sexual racializada por parte de las mujeres blancas, así como la incapacidad de los varones negros por entender la opresión racial sexualizada de las mujeres negras.
Del mismo modo, es posible diferenciar el manifiesto de la colectiva más allá de un simple lugar de enunciación o de una mera localización y es por esto que, aparece constantemente la insistencia en el quehacer político tras la concientización de esas múltiples opresiones, personificadas en el mismo cuerpo.
En este punto lo que considero importante destacar, no es sólo que efectivamente estos conocimientos son situados y ostentan el privilegio epistémico dado por los puntos de vista múltiples de quienes son oprimidas, así como por la pluralidad de conciencias producidas por estas subjetividades, que se ven forzadas a desarmar no sólo el velo de color, sino el velo de género, el velo de la opresión heterosexual y el velo configurado por la clase, sino que este ejercicio crítico reflexivo donde se es consciente de cómo se habita un mundo estandarizado, estando por fuera de la mayoría de las normativas, sólo cobra sentido en los feminismos negros mediante la lucha contra estas opresiones y la construcción de una política efectiva, donde la emancipación de las identidades que constituyen este frente de combate es concebible únicamente desde esta localización, desde el situarse y el hacer manifiesto la virtud y la desdicha que se oponen en estos conocimientos situados, que son los feminismos negros.
La virtud, en tanto su comprensión vivida de los distintos sistemas de dominación conjuntamente, involucra una percepción mucho más certera y menos sesgada de estas estructuras y la desdicha, en tanto este privilegio epistémico es viable, como consecuencia de la exposición a la violencia estructural de estas relaciones de poder y a la conciencia de esta violencia, como algo que se produce continua y simultáneamente.
Este trabajo político centrado en la lucha cuanto más de un frente de opresión, representa entonces la mayor potencia transformadora de los feminismos negros, pues tal como se destaca en el manifiesto, tal liberación comprometería la abolición de todos los sistemas de opresión.
El inconveniente está en que mientras esto ocurre, la lucha debe dirigirse a lo que coloquialmente se menciona en el manifiesto como pelear con todo el mundo, algo que resulta profundamente crítico, pues tal como señala Du Bois el velo continúa determinando la experiencia vivida, la formación de la propia subjetividad y la percepción del mundo como regulado por estas normativas, que son apropiadas por un tema de supervivencia y no de identificación.
En este aspecto, aquello que pretenden los feminismos negros es justamente desmontar estos velos, estos relatos y estos mundos que las configuran como otras y que las distinguen, mediante su excesiva visibilidad en términos de raza, género, clase y sexualidad.
Un texto de Alejandra Pretel
Bibliografía
Corpus bibliográfico:
Manifiesto de la Colectiva Combahee River (2020), (Trad. Cecilia Palmeiro).
Título original: The Combahee River Collective Statement (1977).
W.E.B Du Bois y la Filosofía de la doble Conciencia. En Teorizando desde los pequeños lugares (1ª. Ed., pp. 131-156). U. del Magdalena.
La interseccionalidad: una aproximación situada a la dominación. Debate Feminista, 52 (1) – Viveros Vigoya, M. (2016-10-19).
Recuperado 16 de junio de 2022, de Donna Haraway, “Las promesas de los monstruos: una política regenerativa para los inadaptados/ables otros” en: Las promesas de los monstruos. Ensayos sobre ciencia, naturaleza y otros inadaptables, Salamanca, Holobionte, 2019.
Donna Haraway, “Testigo_modesto@segundo_milenio” en: Las promesas de los monstruos. Ensayos sobre ciencia, naturaleza y otros inadaptables, Salamanca, Holobionte, 2019.