Para este marcado 31 de julio, cabe entender bien de dónde surge esta fecha y por qué es importante para poder crear espacios efectivos de diálogo, reflexión y reconocimiento alrededor suyo.
El 31 de julio del 1962 se celebró la Conferencia de Mujeres Africanas en Dar, es-Salam, Tanzania, donde se fundó la Organización Panafricana de Mujeres, marcando así una fecha histórica para el feminismo africano, que conduciría a lo que celebramos a día de hoy como el “Día de la Mujer Africana”.
Esta conferencia reunió a representantes de 14 países africanos y 8 movimientos de liberación nacional, en un contexto de descolonización, donde muchas naciones africanas estaban en pleno periodo de independencia. Las mujeres que participaron tenían un objetivo claro, articular y crear una voz común frente a los desafíos del colonialismo, el patriarcado y la exclusión política. Y como recordatoria a tal fecha, conmemoramos este día para visibilizar nuestros logros, luchas y desafíos, al igual que el de nuestras madres y antepasadas como mujeres africanas tanto en el continente como en la diáspora.
Con la celebración del Día de la Mujer Africana (tanto en el continente como en la diáspora), no solo se crea un espacio de reflexión sobre las resistencias de las mujeres en el pasado, presente y futuro sino también debe servirnos para hacer un recorrido de todo lo logrado y seguir abriendo y manteniendo conversaciones sobre lo que nos queda por recorrer a través del feminismo africano para conseguir una mayor representación y reconocimiento en las sociedades patriarcales y con sistemas del mismo índole en el que vivimos.
Al hablar de resistencia vemos que a lo largo de la historia han existido varios ejemplos donde las mujeres africanas han ejercido su resistencia tanto al colonialismo como al patriarcado, haciendo un empuje hacia la deconstrucción del sistema en el que se encontraban. Tal fue el caso de la Revuelta de Aba, también conocida como la Revolución de las Mujeres Igbo o la Guerra de las Mujeres de 1929, uno de los movimientos feministas más poderosos y tempranos del West África. En esta revuelta participaron un aproximado de 25.000 mujeres Igbo y de otras etnias del sudeste de Nigeria, uniendo fuerzas con un objetivo claro, oponer resistencia a la imposición de impuestos coloniales a las mujeres (especialmente a las comerciantes de los mercado locales) y desafiar el sistema de gobierno indirecto británico, que marginaba constantemente a las mujeres de la vida social y político.
Lo que encendió esta revuelta fueron básicamente los cambios que se intentaron imponer desde la visión colonialista y machista. Las mujeres igbo, tradicionalmente tenían roles políticos y económicos importantes y con estos cambios, quedaron excluidas bajo ese nuevos sistema colonial, además de que las autoridades británicas designaron lo que llamaban “warrant chiefs”, es decir, jefes locales sin legitimidad tradicional que abusaban de su poder.
Toda esta revuelta resultó en un ejemplo memorable de organización y resistencia colectiva, sororidad, reivindicación del liderazgo femenino y poder popular. Oponiéndose también al discurso que se suele tener donde se retrata a la mujer africana como vulnerable y que tiene necesidad de ser empoderada desde el exterior.
Otros ejemplos claros fueron Nzinga de Angola o Funmilayo Ransome-Kuti. En primera instancia, la mayoría de las personas conocemos la historia de Nzinga, reina de Ndongo y Matamba, lo que hoy conocemos cómo Angola y que lideró la lucha durante más de 40 años contra la colonización portuguesa y el tráfico de esclavos, a través de estrategias militares y diplomáticas brillantes durante las negociaciones.
Y por otro lado no podemos olvidar a Funmilayo Ransome-Kuti, muy conocida por ser una activista nigeriana y pionera del feminismo moderno en West Africa. Fue la fundadora de lo que se conocía en aquel entonces cómo la Unión de Mujeres de Abeokuta, cuyo objetivo era muy claro, la lucha contra los impuestos coloniales, y por los derechos de las mujeres. Durante su época, defendió vivamente la educación, el sufragio femenino y la justicia social, enfrentándose tanto al poder colonial cómo a los líderes tradicionales.
Con estas breves menciones vemos que la resistencia, la fortaleza, el espíritu de lucha, supervivencia y feminismo de las mujeres africanas no es algo reciente sino que históricamente nuestras antepasadas ya iniciaron contiendas y oposición al sistema colonial y patriarcal. A día de hoy aún queda mucho camino por recorrer, pero en un día como hoy no podemos negarles el reconocimiento que se merecen y de lo que empezaron.
“We are the daughters of the women they could not burn. We carry their stories, their scars, and their strength. We walk through doors they kicked open with bare feet.”
Ijeoma Umebinyuo
Siguiendo en este hilo sobre el reconocimiento cabe destacar algunas de las mujeres que están contribuyendo a ser referentes en distintos ámbitos, sirviendo de representación a las futuras generaciones, para aquellas niñas que busquen por ejemplo a una politóloga, ganadoras de premios nobeles, escritoras o científicas a las que admirar y seguir. Ejemplos de estas figuras son Ellen Johnson Sirleaf (primera mujer presidente electa en África y ganadora del premio Nobel de la Paz en el 2011), Wangari Maathai (pionera del ambientalismo, defensora de los derechos humanos en África y ganadora del premio Nobel de la Paz en el 2004), Miriam Makeba (conocida por su lucha contra el Apartheid y defensa por los derechos humanos, además de ser pionera del afropop y jazz africano), Chiaka Anumudu (destacada microbióloga y parasitóloga nigeriana, reconocida por su trabajo en enfermedades tropicales desatendidas como la esquistosomiasis y la malaria), Stephanie Chinwe Alaribe (destacada química biofarmacéutica nigeriana, reconocida por sus investigaciones en productos naturales medicinales y su compromiso con el desarrollo científico en África), Larisa Akrofie (ingeniera biomédica ghanesa y una de las voces más influyentes en la promoción de mujeres africanas en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), Yaye Kene Gassama (científica senegalesa, reconocida por su liderazgo en biotecnología vegetal, también fue Ministra de Investigación Científica de Senegal en 2005 además de presidenta del Panel de Alto Nivel sobre Tecnologías Emergentes de la Unión Africana), Alsaca Atanasio Nhacumbe (científica mozambiqueña pionera en ciencias veterinarias, biotecnología y parasitología, que también ganó el premio “Científica del Año 2020”) y la lista sigue y sigue.
De las misma forma que Nwanyeruwa de la revolución Igbo, Nzinga o Funmilayo Ransome-Kuti abrieron caminos en sus décadas para las mujeres y niñas, estas citadas referentes (cada una de su área de especialización) han caminado marcando caminos, haciendo y abriendo pasos para que las niñas de las siguientes generaciones puedan correr sin detenerse. Porque la lucha para obtener mayor igualdad y reconocimiento persigue.
La desigualdad estructural que empuja a muchas mujeres a enfrentarse a discriminaciónes legales, económicas y sociales persiste, junto a otros problemas como el limitado acceso a la educación para las niñas en algunas zonas, las altas tasas de mortalidad debido a los sistemas públicos sanitarios empobrecidos, el abandono escolar de muchas niñas debido a casos de matrimonio infantil en algunas regiones, o la violencia estructural y económica, sin olvidarnos tampoco de la discriminación, abusos sexuales y vulnerabilidad que sufren algunas mujeres durante conflicto bélicos y civiles. Todo esto, siguen siendo retos que persisten a día de hoy, a pesar del impulso en proyectos que ya se están realizando para combatirlos.
Ante estos retos, no podemos sino mencionar que se han iniciado y continuando proyectos tales como “Niñas de Rimkieta”, un proyecto en Burkina Faso que impulsa la escolarización de niñas en situación de extrema pobreza. “Ela estuda por Dois”, un proyecto de Mozambique que apoya a adolescentes y madres jóvenes a continuar con sus estudios, la red global de “Girls not Brides”, que trabaja en Etiopía, Somalia, Sudán y Sudán del Sur, con estrategias comunitarias, incentivos educativos y protección legal para las niñas. “Painting Africa” una capacitación comunitaria de mujeres para combatir enfermedades transmitidas por plagas. “Proyecto en Mo”, un proyecto en Togo que busca mejorar las condiciones de vida de mujeres en comunidades afectadas por conflictos y pobreza extrema. La “Estrategia Gewe” que a través de la Unión africana busca promover leyes eficaces, liderazgo femenino, el acceso a la tecnología y la seguridad para mujeres y niñas o el “Proyecto de Maputo” conocido como un marco legal para proteger los derechos de isles y reproductivos de las mujeres africanas. Todos estos son sólo algunos de los proyectos e iniciativas que están teniendo lugar a día de hoy para empujar en el progreso y en la lucha de las mujeres africanas.
Como ya se ha mencionado, a día de hoy aún hay mucho que hacer en las sociedades, aún hay mucho margen de avance en lo que sería conseguir una sociedad con una estructura igualitaria. Aún estamos en esa lucha para romper con esa invisibilización impuesta, el no reconocimiento, el tomar más espacios en la política y/o la economía y tomar puestos de liderazgo en la sociedad. Pero de la misma manera que nuestras madres y antepasadas lucharon en sus épocas, nosotras y las generaciones futuras tenemos el deber de garantizar que ese espíritu de lucha, supervivencia y toma de espacios siga vivo y ardiendo.
Como bien dice la poeta Ijeoma Umebinyuo, “nadie os advirtió que las mujeres cuyos pies cortasteis de correr, darían luz a hijas con alas”. Cada vez más frecuente, las mujeres africanas estamos demostrando que no nos quedaremos calladas y no seremos silenciadas, ante situaciones que no nos favorecen o ante la marginación y exclusión de espacios a los que debemos y deberíamos de tener acceso. Estamos diciendo de formas diversas que ya basta del abuso que acabamos sufriendo, que estamos preparadas para gritar, para seguir luchando, y para reclamar sobre inconformidades, a la vez que rompemos mitos, estereotipos o imágenes negativas que se tienen de nuestra figura.
Así que aprovechemos este día, para reconocer y dar las gracias a nuestras antepasadas por iniciar las luchas y las resistencias. A la vez que nosotras, creamos espacios para seguir impulsando y resistiendo, y sirviendo de representación y referente ante generaciones futuras.
Mientras hacemos esta reflexión en el día de hoy, aprovechemos también para evitar reducirlo a un sólo día. El perfil de la mujer negra es tan diversa y con tantas historias de logros, resistencias y victorias, de diferentes índoles, que no bastaría un solo día para contar toda la historias, ni para exaltarlo merece.
Una reflexión de Favour Ekaezunim