Cuando reparas en que tienes que sacar a esa persona de tu círculo
Sabes a lo que me refiero. Esa persona a la que quieres tanto que intentas ayudarla a su deconstrucción cada día, explicándole qué piensas y por qué. Argumentando cómo si entiende la teoría de la interseccionalidad, empezará a entender todo.
Normalmente, esa persona (o, en mi caso, personas, en plural) no tiene intención alguna de descubrir ni reconocer sus privilegios. No es consciente de ello. Culpa a los colectivos marginalizados y a las personas oprimidas de sus propias opresiones con los discursos que ha escuchado en casa desde que nació.
Que si ‘’no seas maricón’’, que si ‘’esto es del chino’’, que si ‘’no te portes mal o te va a llevar el gitano’’; o, directamente, normas de convivencia profundamente inculcadas como ‘’no te juntes con el moro/negro’’.
Y, claro, ¿qué se puede esperar de alguien que ha crecido creyendo en todos estos estigmas? La mayoría de las personas que siguen utilizando estas expresiones, e incluso tomando decisiones al rededor de estas máximas aprendidas en la infancia, nos están oprimiendo y no lo quieren (o, no lo pueden) reconocer.
Mi percepción, desde la experiencia y la empatía, es que esta negación viene del dolor; porque duele mucho darse cuenta de que una es racista, clasista o machista de manera intrínseca. Una forma de diluirlo es culpar a la sociedad que te ha criado, ya que desde los libros de texto que basaron tu Educación Primaria has sido objeto de una manipulación constante sobre cómo ha acontecido la historia de la humanidad. Porque, como dice el proverbio africano, «Hasta que los leones no tengan sus propios historiadores, las historias de cacería seguirán glorificando al cazador».
Otrxs se escudan en que no, no es que sean racistas/clasistas/machistas, que solo ha sido un comentario que ha podido serlo. Pero ellxs no lo son. Por eso considero tan importante que las personas que considero ‘de mi círculo’, las más cercanas a mi, no caigan en estos clichés; y, si lo hacen, que reflexionen sobre por qué se sienten o expresan así.
En ocasiones es muy complicado, e incluso violento. Es como cuando das un consejo sin que te lo hayan pedido: no se puede guiar a la deconstrucción a una persona que no se ha replanteado aún sus privilegios y lo que significan.
Y con esto no me refiero solo a personas blancas, porque ser negrx, mujer, pobre o una de las letras del colectivo LGBTIQ+, no te hace estar automáticamente enteradx y prevenidx de todos los sistemas de dominación que operan en tu contra. En tu propia mano queda el doloroso proceso de reconocer quién eres y proyectar quién quieres ser.
Tristemente, cuando inicies el viaje no hay vuelta atrás, y como siempre me ha dicho mi querida madre, ‘’dime con quién andas y te diré quién eres’’.
De pequeña le daba a este refrán un significado más estricto: si andas con maleantes, eres una maleante. Sin embargo, a día de hoy creo que por fin he conseguido entender a qué se refiere Adela con estas nueve palabras.
Desde que empecé mi deconstrucción y entré en el mundo del activismo, he entendido que el peso de este refrán recae más en ti que en lxs que te rodean. Que al final tu círculo influye muchísimo en tu crecimiento personal; y como bien se autodefine el concepto, eso es una responsabilidad que solo incide en tu persona.
A día de hoy, inconscientemente, me he alejado de personas que ni estaban por mi lucha, ni la apoyaban (y, en ocasiones, ni se interesaban por ella). He reducido el número de situaciones incómodas a las que me expongo y me siento capaz de prever dónde me voy a sentir a gusto, y dónde no. He encontrado personas con mis mismas preocupaciones y con un nivel de implicación activa igual o mayor al que me he comprometido. Y, gracias a todo esto, por fin me siento en casa.
Un texto de Ana Bueriberi