Para gran parte de la población sigue sin ser un problema y por eso el blackface sigue a la orden del día. Programas de televisión, fiestas populares, festividades navideñas, carnavales… cualquier excusa es buena para disfrazarse de nosotres bajo el amparo de la tradición y la “ausencia” de personas negras en la zona.
Todo esto parte de un pasado terriblemente racista que nadie quiere reconocer. Entre finales del siglo XVI y principios del XVII (aunque la mayoría de fuentes nos llevan a los minstrels de finales del s.XIX en EEUU), como bien explica el investigador Baltasar Fra Molinero en su publicación “La imagen de los negros en el teatro del Siglo de Oro” de 1995:
“Los negros del teatro español del Renacimiento y Barroco, representados por actores blancos con la cara y las manos pintadas, protagonizaban en escena un hecho fundamental: sus personas eran el mensaje mismo […]. Las metáforas más corrientes para referirse a los negros de forma cómica tenían que ver con palabras como hollín, carbón, tizón, tinta, etc. Todas ellas no sólo connotan el color negro, sino también el concepto de impureza, de suciedad. Como contraste igualmente cómico, pero pretendidamente enaltecedor, estaban palabras como noche, azabache, sombra, etc.”
En la actualidad, se siguen celebrando una gran variedad de fiestas populares y tradiciones navideñas que implican que las personas blancas hagan lo que hoy en día denominamos blackface. Desde Ámsterdam (Países Bajos) hasta Alcoy (España), miles de personas blancas disfrutan de desfiles y cabalgatas protagonizadas por personas blancas que, con la ayuda de maquillaje y betún, se disfrazan de personas negras para, según alegan, “hacer felices a los niños“. Y, por consiguiente, miles de organizaciones y referentes antirracistas denuncian cada año esta práctica.
Aunque la parte más fanática del desfile de Pajes Negres de Alcoy se empeñe en desligar el pasado esclavista y colonial de su celebración, su cabalgata tiene sus orígenes en un momento muy turbio de la Historia de España que nadie quiere revolver. Así lo demostró Antumi Toasijé en su artículo para Africanidad de 2017, donde aporta recortes de la prensa alcoyana y documentación gráfica de los inicios de esta inocente festividad.
Por más que intenten vendernos la narrativa de que, a día de hoy, sus negrets (las personas que hacen este blackface masivo en la localidad valenciana) van embetunadas porque simulan el resultado de bajar por la chimenea y entonces, están cubiertos de hollín, la hemeroteca demuestra que esta cabalgata está basada en una idea colonial de supremacía blanca.
Tanto es así que en pleno 2024 el Ayuntamiento de Madrid ha mandado una felicitación de Reyes a las infancias del distrito de Chamberí en el que se ve a un señor claramente blanco pintado de negro, hablando con un acento indescriptible que extranjeriza y ridiculiza totalmente al rey mago.
Desde Afrocolectiva nos preguntamos por qué únicamente Baltasar tiene un acento diferente, ¿acaso no vienen los tres de Oriente? Y nos surge otra duda: para las noticias negativas y los perfilamientos raciales siempre estamos, siempre saben (o estiman) hasta nuestra nacionalidad, pero ¿Para hacer de Baltasar no han encontrado ninguna persona negra en Madrid? ¿Qué sentido tiene eso?
No es casualidad que actualmente la Comunidad de Madrid esté presidida por Isabel Díaz Ayuso, responsable de que la Ley Trans haya sido derogada, y que su alcalde sea José Luis Martínez-Almeida. Ambos pertenecientes al Partido Popular, la oposición al gobierno actual, y defensores de todo lo malo que os podéis imaginar.
La excusa de esta racistada nace de una “falta” de reyes Baltasar negros. A pesar de que Espacio Afro lleva semanas anunciando su campaña “Por un Baltasar de verdad”, parece ser que de todo el casting, entre los descartados y los infectados con COVID, han tenido que recurrir a supuestamente el único que no era negro. Por lo que han decidido pintarle, hacerle impostar un acento africano inventado, grabarlo y difundirlo sin ningún tipo de vergüenza a todo el distrito.
Sorprendentemente, no hemos sido solo los colectivos y organizaciones antirracistas quienes hemos denunciado este hecho. Todos los medios de comunicación se han hecho eco de la realidad que las personas negras y afrodescendientes viven cada víspera de Reyes en España.
Mientras seguimos reivindicando que #BlackfaceEsRacismo, el resto de la población continúa excusándose en la tradición. Como si el progreso no dependiese del cambio. Como si a día de hoy siguiésemos entendiendo en la violencia de género como algo “que ellas se buscan” o como si la tradición de tirar cabras desde el campanario del pueblo, siguiese vigente todos los cuartos domingo de enero.
No es tan complicado entender que evolucionar es parte de nuestra historia y sólo intentamos hacerlo en positivo.
No pueden entender que su tradición insulta, ofende y perpetúa el racismo estructural que envuelve nuestras sociedades.
No quieren entender que el blackface es racismo desde sus orígenes hasta la actualidad.
Una reflexión de Ana Bueriberi