blog

El Huracán Erick y sus consecuencias en una localidad afromexicana de Oaxaca: cómo sobrevivir a las emergencias climáticas sin viviendas dignas

A varias semanas de que el huracán Erick arrasara con más del 80% de viviendas de pueblos y comunidades afromexicanas en la región de Costa Chica de Guerrero y Oaxaca, Afrocolectiva realiza la cobertura sobre la vulnerabilidad climática que impactó, de manera diferenciada, en la salud y economía de las personas afromexicanas. 

Santiago Llano Grande, Oaxaca-. Tras casi tres horas consecutivas de lluvia y vientos acelerados, Santiago Llano Grande recibía la mañana del 19 de junio con un cielo cerrado, árboles y postes de luz caídos, sin energía eléctrica ni señal telefónica, varias casas sin techos, escuelas rodeadas de árboles caídos y algunas estructuras colapsadas; una única pérdida humana.

No todas las estructuras soportaron los vientos sostenidos de 205 km/h con que el huracán Erick atravesó a las comunidades de Oaxaca y Guerrero, muchas de ellas afromexicanas. En cuestión de horas, muchas familias enfrentaron la pérdida no sólo de sus patrimonios, sino también, daños a sus medios de subsistencia (como tierras de cultivo, sembradíos o, incluso, herramientas especializadas de trabajo). 

En Santiago Llano Grande, Oaxaca, las casas localizadas en los barrios de las orillas fueron las más afectadas, llegando a registrar pérdidas totales, el recrudecimiento de una desigualdad económica y la exposición inminente ante riesgos marcados por el acceso limitado a servicios como el agua potable o la salud que derivan en desplazamientos forzados por la falta de protocolos de prevención y atención ante emergencias climáticas.

El hecho de que un huracán se convierta en una experiencia de despojo habla mucho sobre los modelos de gestión de riesgos del Estado mexicano. En primer lugar, porque evidentemente carece de una perspectiva de justicia racial y, luego, de un enfoque de salud intercultural que ponga en el centro las necesidades específicas de pueblos y comunidades marcadas por el empobrecimiento y la exclusión sistemática. 

Doña Chela, mujer oriunda de Santiago, Llano Grande, Oaxaca, relata que el día del huracán tuvo que salir huyendo en medio del viento, en búsqueda de un lugar más seguro donde pudiera resguardarse junto con su hija y sus nietos, dado que “Erick”, el huracán de categoría 4, arrancó las láminas que hacían de techo en su casa.

Hasta allá volaban. La vecina me gritaba y yo ¿qué iba a hacer?

-¡Ayúdeme, vecina!-

-¡Arranca pa’onde tu mamá!- yo, ¿cómo la iba a ayudar? 

Hubo personas que dejaron sus hogares para resguardarse en casas con estructuras más sólidas, algunas de ellas abandonadas o a medio construir, mientras veían como las láminas de asbesto y otros objetos eran arrastrados por el aire. Cuando el viento y la lluvia cesaron, tuvieron que regresar hacia lo que quedaba de sus patrimonios: muebles destrozados, cultivos deshechos, colchones empapados y electrodomésticos con daños irreparables, todo eso mientras la lluvia continuaba siendo una amenaza y el servicio de luz eléctrica estaba dañado en un 80%. 

Hace unas semanas, activistas y colectivos afrodescendientes de México emitieron una carta pública dirigida a la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, a Evelyn Salgado, gobernadora del Estado de Guerrero y a Salomón Jara Cruz, gobernador del Estado de Oaxaca, solicitando la declaratoria de desastre para los pueblos y comunidades afromexicanas. Previamente, la colectiva MUAFRO había solicitado lo mismo mediante distintos medios de comunicación. No obstante, pese a la demanda colectiva, el gobierno federal optó por no emitir dicha declaratoria, argumentando, primeramente, que sólo había pérdidas materiales. En segundo término, el gobierno federal también declaró que la respuesta humanitaria implementada mediante los programas de Bienestar estaba jugando un papel crucial para los trabajos de asistencia humanitaria en medio de la contingencia climática, por lo que era posible prescindir de la declaratoria de desastre. 

Sin embargo, la omisión del gobierno federal frente a una solicitud puntual del movimiento afromexicano refleja la incomprensión multidimensional del daño. Las afectaciones materiales tienen un impacto directo en la vida económica y en la salud mental de comunidades enteras. Estamos hablando de zonas marcadas por el empobrecimiento, la presencia de grupos del crimen organizado y la exclusión, factores que, en conjunto, ponen en juego la integridad de las personas. 

En Santiago Llano Grande, Oaxaca, por ejemplo, luego del huracán el servicio de agua potable quedó suspendido. Para las familias que no tienen pozos de agua, una forma de acceder a este servicio era comprando botes de agua con un vehículo que distribuye agua potable a un costo accesible. Después del paso de Erick, hubo una alza de precios.

“Esa agua está carísima para estar comprando, deberían decir que le bajaran. Los que tienen carro anunciaron que a 50 el bote el que tenga su carro, pero ¿uno que no tiene nada? Más cara el agua y no echan agua todavía, estará dañada”, cuenta doña Chela.

El 23 de junio, como parte del Programa para el Bienestar de las Personas en Emergencia Social o Natural, se dio inicio al censo del bienestar. Durante el levantamiento de datos sobre los inmuebles dañados, diversas personas compartieron sobre presuntas irregularidades asociadas a evaluaciones superficiales o favoritismos políticos. Hasta el momento, los planes de asistencia humanitaria se han centrado en entregar despensas, censar las viviendas para evaluar daños y, en algunos casos, entregar techos que faciliten la reconstrucción de las casas, pero no es suficiente.

El impacto ambiental y económico de un huracán no se soluciona con asistencialismo, sino que precisa el rediseño de políticas públicas y sanitarias desde un enfoque intercultural, antirracista y de prevención de riesgos. Eso significa que se deben garantizar condiciones mínimas de seguridad alimentaria, acceso eficiente y efectivo a la salud así como viviendas dignas. Cabe destacar que, en un contexto de emergencia climática, la indemnización climática no asegura la posibilidad de un bienestar y un desarrollo integral tras enfrentar pérdidas-económicas y materiales- por razón del cambio climático.

En el artículo 11.1 del Pacto Internacional de los Derechos Económicos y Sociales, se establece que “los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a un nivel de vida adecuado para sí y su familia, incluso alimentación, vestido y vivienda adecuados, y a una mejora continua de las condiciones de existencia. Los Estados Partes tomarán medidas apropiadas para asegurar la efectividad de este derecho, reconociendo a este efecto la importancia esencial de la cooperación internacional fundada en el libre consentimiento.” Para explicarlo mejor: la indemnización económica es incongruente con el propósito de velar por una mejora continua de las condiciones de existencia, porque no adjudica proyectos de intervención social a largo plazo.

La declaratoria de desastre es también una postura política pues, en primer lugar, implica el reconocimiento geográfico de los pueblos y comunidades afromexicanos, y en un segundo término, es un llamado de atención hacia la planificación ambiental y la reestructuración de distribuciones presupuestales enfocados en la reducción de los índices de empobrecimiento. 

En el 2022, la Corte Interamericana de Derechos Humanos hizo un llamado a los Estados para erradicar los patrones históricos de discriminación racial estructural que, en situaciones de cambio climático, agudizan el impacto diferenciado en las personas afrodescendientes y racializadas. En tal sentido, la CIDH señaló que “la discriminación racial estructural presente en las instituciones de los Estados resulta en la ausencia de enfoques étnico-raciales que tomen en consideración las necesidades históricas de esas personas en la planificación, diseño e implementación de las políticas ambientales. Esa desigualdad racial, en el marco de la justicia climática, representa una grave amenaza para el goce de los derechos humanos, en especial los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales de las personas afrodescendientes y comunidades tribales”.

“-Se volaron las láminas del vecino de enfrente […] ya luego todos en la calle corriendo, buscando una casa de losa. Ahí a un lado había una casa de losa y ahí nos fuimos a meter-

-¿Se fueron todos a buscar la casa de losa?-

-¡Sí! Lo que pasa es que nunca se había visto esto y todos nos confiamos. El metereólogo, no sé de donde era, de aquí del puerto, había ya no iba a pasar nada, que ese ya se había desviado que iba no sé pa’ donde, que aquí nomás iba a haber lluvia.” Relata un poblador de Corralero, una de las localidades más afectadas del municipio Pinotepa Nacional.

Una nota de Ana Hurtado

Share this :
blog

Latest Blog Posts

Elit sit risus lorem proin eget molestie nibh onon neque turpis proin viverra velarcu venenatis nulla blandit.
comment

Post a Comments

Elit sit risus lorem proin eget molestie nibh onon neque turpis proin viverra velarcu venenatis nulla blandit.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *