Esta semana se publicó en varios medios internacionales una investigación coordinada por Lighthouse Reports, en la que ha participado la Fundación porCausa. En ella se demuestra que efectivos policiales y militares de Marruecos, Túnez y Mauritania hacen redadas por perfil racial, deteniendo a personas negras que presuponen como migrantes. Una vez detenidas se les requisan todo lo que tienen, desde teléfonos móviles a papeles de identificación. Luego, estas personas son internadas en espacios de detención de migrantes en dichos países, donde las condiciones son infrahumanas. Más tarde son abandonadas en zonas remotas, pueblos perdidos o directamente en el desierto.
Con mayor precisión, el equipo de porCausa ha podido constatar en terreno que, concretamente en las cárceles de Mauritania, no les dan de comer ni de beber, tienen que orinar en botellas, y además allí se internan a mujeres embarazadas y niñes. En Mauritania las personas migrantes son llevadas a zonas remotas, sobre todo a Gogui, frontera con Mali (donde ocurren muchos secuestros). Esto en buena parte se hace con dinero europeo y se están usando vehículos, tecnología y entrenamiento proporcionados por la UE.
La Fundación porCausa ha recuperado testimonios que aseguran que la policía española entra en los centros de detención a personas migrantes, y hasta reciben listas que le dan los mauritanos con los nombres de gente que abandonan en la frontera con Mali. La investigación demuestra que muchos vehículos que usan en Mauritania y Marruecos para las detenciones y para dejar abandonada a la gente en el desierto, en muchos casos coinciden –mismo modelo, marca, año de producción– con los que suministra España en el marco de la cooperación internacional. La misma dinámica está probada con Italia y Túnez con los vehículos, y también con Austria que entrega perros que son usados por las autoridades marroquíes para perseguir a las personas migrantes. Todo esto con el conocimiento y la connivencia de la UE, el gobierno de España y Frontex como consta en informes internos a los que accedió la investigación.
Esta investigación viene a enriquecer toda la información que ya existía sobre la externalización de las fronteras europeas, una práctica que se inicia a finales de los años 90 y se consolida a través de una gestión caótica y reactiva. Ninguna de las acciones, inhumanas y despreciables, que lleva a cabo la Unión Europea y España en estos países sirven para gestionar o controlar la migración. Como explica con detalle el informe Externalización publicado por porCausa a finales de abril, todas estas prácticas sólo producen caos, dolor y descontrol y queda demostrado que por mucho que se gaste en militarización de las fronteras, la migración es un proceso natural y un derecho humano que no se puede parar. En lugar de seguir transfiriendo dinero público en prácticas inútiles, que además en algún momento tendrán que ser juzgadas por alguna autoridad supranacional por su crueldad y falta de humanidad, lo que debería hacer la UE es trabajar en sistemas eficaces de gestión. Con la misma cantidad de gasto podríamos tener bases de datos ordenadas, registros disponibles en países de origen que permitieran permisos de trabajo temporales y sistemas de gestión circulares de movilidad laboral, además de movimientos regulares y no mortales de personas. Incluso podríamos asegurar de forma equilibrada y justa la protección internacional de personas que lo necesiten. ¿Se imaginan que fantasía?
Fuente: Lucila Rodríguez para Público