Joy Hoyos, o como la conocen en la escena ballroom, Trailblazer Mother Joy Yeguaza, es artista y pionera de la cultura ballroom en Argentina. Nació en Colombia pero migró a Buenos Aires escapando de un entorno conservador, machista y militarista, y hoy es una de las referentas más importantes no sólo de la escena ballroom local, sino del movimiento LGBTIQ+ y antirracista de la ciudad.
En 2024 decide fundar House of Yeguaza Capítulo Argentina buscando resignificar su relación con Colombia y generar un espacio de encuentro y fraternidad para personas negras, indígenas, afroindígenas y migrantes dentro de la cultura ballroom. En julio de este año impulsaron su primera Kiki Ball “El gran baile real”, inspirada en la realeza y las diversas interpretaciones que pueden hacerse de ella desde la diversidad, la identidad y la estética como una herramienta política; aunque venían gestionando y participando de diversas acciones, tanto dentro de la comunidad ballroom, como dentro de la comunidad afro y LGBTIQ+.

Desde Afrocolectiva entrevistamos a Joy en representación de House of Yeguazas, entendiendo desde su experiencia en primera persona por qué el ballroom es esencialmente político, antirracista y cultural.
P: Si bien House of Yeguazas Cap. Argentina surge como la primera casa conformada exclusivamente por personas negras, indígenas y migrantes, esta house ya cuenta con un capítulo previo, en Colombia ¿Cómo aparece la idea de abrir House of Yeguazas acá en Argentina?
R: La idea vino en principio porque House of Yeguazas es una de las casas pioneras de mi territorio, de la cultura Ballroom en Colombia, y yo quería poder volver a vincularme con ese territorio, siendo mi territorio matriz. Ya que soy colombiana, nací allí, y viví muchos años entre Barranquilla, Medellín y Bogotá.
Y yo quería reivindicar ese vínculo territorial con Colombia, que la verdad está muy lastimado, porque cuando me fui de Colombia me fui huyendo. En el año en que yo me fui el servicio militar aún era obligatorio.

Entonces, en realidad estaba resguardando mi vida y también huyendo mucho de las cuestiones familiares pues son territorios muy conservadores que constantemente limitan a las personas diversas.
Así que House of Yeguazas comienza siendo una casa muy subversiva en el territorio de Colombia, y tomó un revuelo muy fuerte durante el estallido social que hubo en 2021. En ese momento yo tomé contacto con esta casa, con la madre La Demonia Yeguaza y ahí le conté que yo quería traer ese nombre a este territorio y automáticamente crear un lazo entre la cultura ballroom en Colombia y la cultura ballroom en Argentina.
P: ¿Qué diferencia a House of Yeguazas de las otras houses en la escena local? ¿Cómo esas diferencias se reflejan en su propuesta artística, cultural y desde la resistencia en el ballroom?
R: Creo que la diferencia o la particularidad de nuestra casa es que es una casa totalmente de personas racializadas. No digo afrocentrada porque también tenemos personitas indígenas, afroindígenas y de la diáspora como de otras descendencias, quienes compartimos esta segregación racial impulsada por el blanqueamiento que sufre este territorio.
Entonces creo que la casa toma este foco, no porque no estemos de acuerdo con que haya personas blancas dentro de la cultura. Todo lo contrario, son personas que también pueden aportar desde sus lugares, es más una intención de darle foco a las personas trans y racializadas como objetivo.
Así que siento que esa es nuestra particularidad, especialmente en mi caso como pionera de este territorio, por lo que recae mucho la atención sobre nuestras acciones y ¿qué mejor que visibilizarnos como personas racializadas?
P: ¿Qué significa que una House como la de ustedes ocupe espacios en la escena ballroom de una ciudad como Buenos Aires?
R: La escena ballroom en Buenos Aires tiene un aproximado de 6 años de laburo cultural, más allá de que nosotras y un par de otras personas que también son pioneras venimos un poco más de tiempo trabajando. Entonces es muy interesante la respuesta que tiene la comunidad para con nosotres, ya que siempre se señaló la escena ballroom como una escena blanca debido a la poca inclusión de personas racializadas que había dentro de la cultura.
Así que durante todo este tiempo se estuvo señalando la necesidad de que las personas racializadas habitemos la cultura, lo que hizo que hoy en día la gente realmente tenga un interés por integrar a las personas racializadas dentro de la cultura, porque en principio pasaba que éramos consideradas como personas ajenas sólo porque no compartimos el mismo color de piel.

También sucedía un poco esto de exotizarnos, pues como esta cultura surge por y para las personas racializadas, se nos percibía como lo exótico. Y esto era un poco como lo que pasaba al comienzo.
Ahora ya está como un poco más estudiado, más internalizado, más analizado y también se vuelca sobre las vivencias del territorio y no sobre lo que se cuenta como historia cultural, porque la gente que no es racializada y que habla sobre ballroom habla de la historia de una lucha antirracista de un territorio ajeno. Hablan de la lucha antirracista en Nueva York a principio de los 60s, los 70s cuando nace la cultura, como si esa lucha fuera ajena a las personas racializadas que habitamos este territorio. Por más que sea otra la época y otro el territorio, es el mismo contexto. Ballroom es una cultura, es una contracultura que responde a una segregación racial.
P: Cuéntanos un poco sobre las acciones que vienen impulsando, y de los proyectos que tienen pensados a futuro, ¿que se viene para House of Yeguazas?
R: Yo creo que en principio hay que tener muy claro que más allá de nuestro proyecto como casa hay una intención con la que hacemos ballroom. La cultura ballroom habla sobre una cultura que se inclina a la moda y tiene como objetivo visibilizar otro tipo de identidades, otro tipo de cuerpos que se pueden amoldar al consumo mainstream de lo que es la moda, el arte.
Entonces mi objetivo tanto como casa, como para las personas integrantes de la comunidad, es que logren explotar sus lenguajes artísticos y que los utilicen como herramientas de supervivencia.
Porque realmente tenemos el derecho de vivir del arte que deseamos y esto debería estar limitado por nuestras identidades sexuales y de género, o peor aún por nuestro color de piel.

Ahora que ya está este trabajo más profundizado con respecto a la importancia de las personas racializadas y trans dentro de la cultura, el siguiente paso es que esas personas tengan espacios de visibilidad, donde realmente veamos a personas de nuestra comunidad en grandes desfiles, en grandes eventos, en grandes espectáculos. Porque es lo que corresponde, porque hay gente que entrena, que se prepara, que se informa, que estudia con las herramientas que tiene o no. Es básicamente esa labor.
Una entrevista de Alejandra Pretel – Fotografías de Carla Guzmán