Las disputas de la descolonización y los feminismos en el Perú

Me gustaría resaltar en este ensayo corto dos ideas principales, que resonaron conmigo conforme el curso se fue desarrollando tanto a nivel personal, como en mis luchas colectivas. En primer lugar, que no hay un solo tipo de feminismo y nuestra tarea actual como feministas decoloniales es transmitir eso a las futuras generaciones y segundo, que la lucha antipatriarcal, antirracista y anticolonial es profundamente colectiva, comunitaria y espiritual. 

(1) ¿ Es que acaso yo no soy feminista? 

Mi acercamiento a los estudios de género podría entrar dentro del patrón promedio o del camino conocido en feministas clase medieras con acceso a una educación superior y es importante resaltar en este punto que esto último sigue siendo un privilegio en el Perú. Pasamos de entender el acoso normalizado, abusos infantiles y otras violencias históricas como parte de un problema público y estructural, vivimos el gran movimiento Ni una Menos, vivimos el aumento de los estudios y políticas de género en el Sur global y asimismo, como algunas cuantas, tuve la oportunidad de llevar un curso denominado ‘sociología de género’ a cargo de un docente que ha trabajado en las Naciones Unidas, quien se dedicó a resaltar las 4 olas de los movimientos feministas ‘globales’ y algunas autoras más contemporáneas, fin. 

Aunque ello me ayudó a comprender mi existencia desde una mirada más global y de libertad, aún mis referentes del feminismo (o la lucha por los derechos de la mujer), terminaban siendo muy inalcanzables: feministas ‘aún más privilegiadas’, con visibilidad mediática, reconocimientos académicos, experiencia, y sobre todo, seguridad al hablar. 

En los últimos años y gracias a acercamientos desde el arte, encontré a la colectiva en la que actualmente activo: ‘Pazos de Mujer’, una organización donde apostamos por una escuela de fortalecimiento de mujeres y adolescencias desde el barrio, la batucada y el aprender desde nuestras posibilidades. Ahí convocamos constantemente de manera libre y gratuita a todas las que quieran ‘acercarse a estos temas’. De esta forma, no se espera ningún ‘tipo’ de participación o conocimiento previo; se acompaña a la formulación de su propia posición con respecto al feminismo y se propone accionar en colectivo desde sus propias posibilidades o espacios. 

Es ‘en la cancha’ donde empecé a reconocer la diversidad de luchas y entendiendo que estas no nos dividen, sino que son necesarias de considerar para entender el complejo entramado estructural en el que estamos como sociedad poscolonial: que niega, invisibiliza y extermina ciertas existencias, para convertirnos en –o aspirar a– un sólo modelo de ser hegemónico, despojándote de toda tu historia y posibilidades de identidad. 

No sorprende entonces, que muchas compas, además de estar en espacios ‘feministas’ o estar ‘sanando el trauma de la violencia’, también compartan otro tipo de luchas como la defensa del territorio, por el cambio climático, por la inclusión con base en capacidades, neurodivergencias, antirracismo, por espacios políticos, por seguridad alimentaria, entre muchas. Por ello, no dudo en que más espacios así hay y habrán cada vez más, en las diversas zonas descentralizadas de Lima y Perú. 

Al entender estas posibilidades, es necesario ‘releer’ procesos históricos de luchas de mujeres muy importantes en el Perú que continúan inspirando a la lucha actual, pero 1 que no necesariamente se llamaron o llaman a sí mismas feministas; justamente por la ‘lejanía’ de este término, su estereotipación y su aún insuficiente capacidad de desmitificar fuertes creencias en la sociedad sobre el mismo. No obstante, su lucha es 2 por desmantelar el sistema patriarcal de poder, ello debido a que el patriarcado y el colonialismo están entrelazados y se refuerzan mutuamente. Posibilidades de feminismos decoloniales en el Perú se centran en la recuperación y revalorización de los saberes y las prácticas ancestrales de las mujeres indígenas y afrodescendientes. Esto implica reconocer su conocimiento tradicional, su relación con la naturaleza y su forma de entender el género y la sexualidad, desafiando así los discursos dominantes impuestos por el colonialismo. 

En el contexto peruano, diversos movimientos de mujeres populares, de barrio, comunitarias, indígenas, buscan desafiar las estructuras de poder y reconocer que las mujeres de los sectores más vulnerables enfrentan una serie de desafíos únicos como la pobreza, la exclusión social, la violencia doméstica y la falta de acceso a recursos básicos (por nombrar dos: la educación y la atención médica). Estas formas de organización ponen énfasis en la importancia de la solidaridad y la organización colectiva como herramientas de cambio social, quienes son llamadas voceras, activistas o líderesas se unen en movimientos, asociaciones y colectivos para visibilizar y abordar sus problemáticas específicas y también, para impulsar transformaciones más amplias en la sociedad, ello en búsqueda de la autonomía, fomentando su participación política y su liderazgo en la toma de decisiones. Se enfoca en la formación de capacidades y la educación como medios para romper con los estereotipos de género y fortalecer la autoestima y el sentido de agencia de las mujeres en toda su diversidad. 

(2) En la lucha ‘acuerpamos’, le ponemos voz, fuerza colectiva, ¿ y el alma?3 

En el apartado anterior mencioné la posibilidad de ‘sanar’ y aquí me gustaría sostener la importancia de reconocer nuestros procesos alternativos para ello. Procesos totalmente opuestos a lo ‘lineal’, a lo ‘capitalista’ o a la idea de ‘camino del éxito’, tal cual nos la vendieron con la aspiración de desarrollo del Norte Global y el ‘hombre de éxito’. No es posible sin embargo, desarrollar un análisis técnico de lo postulado, sino compartir un sentir y reflexión a raíz de lo conversado en el curso con respecto al robo epistemológico, imposición de pensamientos, sentires y anulación de otras formas de saberes ancestrales y/o comunitarios. 

Muchas veces al hablar de los feminismos o estudios de género en América latina, invadida y colonizada, no se ha podido dar un espacio principal y central a la importancia de la espiritualidad e historias de nuestras ancestras. Ello en un contexto altamente católico y/o religioso resulta contraproducente, donde hacerlo puede dar luces de reacción-acción. 

Hoy en día aún existen ciertas resistencias espirituales, las cuales son formas de conocimiento ancestral que también funcionan como parte de repensar nuestras formas de vivir fuera de un proyecto político colonial. La espiritualidad está vinculada a las emociones, a los afectos y al sentido de la vida, incluso se vincula en cómo nos relacionamos entre nosotres. La espiritualidad en la lucha feminista decolonial proporciona un enfoque integral que aborda tanto las dimensiones políticas y sociales como las espirituales y emocionales de la opresión. Permite la reconexión con la propia identidad, la sanación de las heridas pasadas y la creación de visiones más justas y equitativas para la sociedad. 

Existe mucha gente de pueblos indígenas con rezagos de esta herencia espiritual hegemónica. Existen muchas maricas, travestis, lesbianas que son creyentes y cristianas, que por más que alguien les hable de feminismo, de patriarcado, de colonialidad, de racismo, de clasismo, la espiritualidad puede ser algo con lo que se caiga en conflictos y no se termine de cuadrar. 

Sólo por mencionar a la vergüenza y la culpa como dos emociones encarnadas en nuestras vidas, que vienen de narrativas de castigo y jerarquía de la moral (muy católicas), ello es algo que implicó la persecución de ciertas subjetividades ancestrales en el Perú. El mito de chukychinchay aborda parte de la historia espiritual y ancestral andina en Perú, teniendo en cuenta esa complementariedad de la masculinidad y feminidad como parte de un equilibrio energético, la cual fue encarnada por ciertos cuerpos que fueron perseguidos, asesinados y extirpados de sus pueblos y que al final,  eso devino en sentir o que nuestras comunidades sientan culpa y vergüenza de las vivencias fuera de la cisheterosexualidad. 

Otra herencia colonial de la espiritualidad hegemónica es la idea del sacrificio, ¿En cuántos momentos una persona dentro del activismo puso su autocuidado por debajo de la lucha? ¿En cuántos momentos nos hemos olvidado de descansar para seguir trabajando por una lucha feminista que nos liberara y que quizá nunca podría llegar? Acá, me viene una voz de una compa que me decía: ‘a las activistas se nos exige ser superheroínas siempre, ¿quién inventó esa perfección? Tenemos que descansar, está bien no poder hacer o ‘querer hacer’ todo, pero para eso estamos… para darnos la posta y descansar o llorar cuando se necesite’(Eli Corzo).

Siguiendo esta linea, la importancia de la espiritualidad en la lucha feminista decolonial radica en su capacidad para abordar las dimensiones más profundas de la opresión y promover una transformación integral: 

★ Reafirmación de la autonomía y la resistencia: La espiritualidad puede ser una fuente de fortaleza y empoderamiento para las personas que han sido marginadas y oprimidas. En el Abya Yala como ya lo mencionamos, tiene que ver profundamente con el despojo de su territorio, sus idiosincrasias, ideolatrías, como de su cuerpo, genocidios racistas, discriminación por clase, culturas, entre miles. Proporciona un espacio para la conexión con el yo interior, la comunidad y lo sagrado, permitiendo la recuperación de sentires. 

★ Sanación y cuidado: La espiritualidad puede fomentar la sanación de las heridas causadas por el colonialismo y otras formas de opresión, mediante la recuperación de saberes ancestrales u otros conocimientos no occidentales. Cada vez más hay compas abogando por una salud de mente, cuerpo, corazón y útero, defensoras de las plantas madres, aprendiendo a ser sanadoras o brujas. Ofreciendo herramientas para el autocuidado, el bienestar emocional y la curación de traumas tanto individuales como colectivos. 

★ Reconexión con la naturaleza y lo sagrado: La espiritualidad decolonial reconoce la interconexión de todas las formas de vida y la importancia de respetar y proteger la tierra y sus recursos. Aboga por una relación armoniosa con la naturaleza y busca desafiar las narrativas de dominación y explotación. En ese sentido, se da el foco a las defensoras de territorios y sabias en nuestra amazonía constantemente depredada, sintiendo así que esta ‘depredación’ es un continuo genocidio que empezó en la colonia. ¿Qué estamos haciendo al respecto? 

En el contexto del Perú, el feminismo decolonial se ve como una respuesta a la intersección de todas las formas de opresión colonial, reconociendo que el colonialismo no solo afectó la tierra y los recursos, sino también los cuerpos y las identidades no masculinizadas. El feminismo decolonial nos anima a repensar y reimaginar las relaciones de poder, promoviendo la justicia, la igualdad y la liberación para todas las personas, más allá de las divisiones impuestas por la colonización.

1Pienso en Maria Elena Moyano (referente de VES), Victoria Santa Cruz, Olinda Silvano, Nélida Ayay Chilón, juventudes ‘influencers’ quechuahablantes, entre otras.

2 Posturas y especulaciones sobre el porqué de este fenómeno son muchas.Me arriesgo a lanzar hipótesis: fortalecimiento de mov. fascistas, estructuras religiosas, pocos canales/espacios/medios de acceso a la información o información variada sin ningún tipo de control en las redes sociales; figuras públicas conservadoras muy influyentes en la sociedad ‘de la vigilancia’… entre otros. 

3 Esta sección, fue pensada en conversaciones con Santiago Balvin, activista trans y ser de luz.

Una reflexión de Sheyla Tamariz Salazar

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