El para nada silencioso texturismo que se vive en Latinoamérica.
Reinterpreto las palabras de Robe L. Ninho en su éxito musical Cabello Bello y las arrastro hacia mí, las acerco a mi realidad, cuando de adolescente me habrían negado derechos básicos como alquilar una vivienda por tener mi cabello afro rizado natural, acerco esas palabras también al niño pequeño que se le negó realizarse su documento de identidad con su cabello rizado suelto, cuando frente a él, a otras infancias si se les dio el derecho, y triste le preguntó a su madre si su cabello era malo.
Acerco también estas palabras hacia la niña que no pudo pasar a la escuela por tener su cabello afro al natural, sin definiciones, ni acercamientos a las normativas hegemónicas, solo su cabello natural; tomo estas palabras como un abrazo de hermandad para decirles que no, que su cabello no es un delincuente.
Las tres historias que intento evocar con estas breves líneas son reales, y puedo imaginar que hasta ahora muchas infancias y juventudes negras pueden relacionarse con esto, pues en esas etapas más vitales del desarrollo físico, psicológico y emocional, suelen hacernos sentir terriblemente mal por lo que florece de nuestras cabezas, como una gran rama decorada con hojas y frutos, como un gran Baobab, así es nuestro cabello.
Pero intentan cortar las flores de la raíz, e intentan desterrarle de toda identidad posible, pero esas flores son nuestras ancestras, ancestros y ancestres, a quienes le arrancaron su identidad con la violencia de la esclavitud y la colonización, esas raíces son las piernas de quienes intentaban y lograban huir para alcanzar la libertad, y también son los brazos de nuestras madres y abuelas tejiendo caminos, rutas de escape, y mensajes de resiliencia.
En Venezuela, Colombia, República Dominicana, Puerto Rico y casi todos los países de Latinoamérica y el caribe se puede evidenciar la gran riqueza cultural que la Madre África nos dejó; en la música, comidas, costumbres y en los pueblos afrodescendientes libres que aún guardan sus tradiciones intactas.
Sin embargo, en países como Colombia y Venezuela se ve muy marcada esa tendencia hacia el estándar de belleza europeo, esto debido a las migraciones europeas a las cuales se les dio mayor peso histórico, como resultado del proyecto del Plan de Blanqueamiento de la raza y del ideal postcolonial que surge desde ahí que es el de “mejorar la raza”.
Este ideal se ha instalado hasta dentro de la comunidad negra, creando texturismo, esta creencia que pretende llevar el cabello afro y rizado a un estándar más “aceptable”, donde realmente se pierde la verdadera lucha que representa el movimiento por la aceptación del cabello natural, creado en contextos históricos tan terribles como la segregación racial en Estados Unidos y el Apartheid en Sudáfrica.
Es por esto que más allá del “Método Curly” y solamente aceptar el cabello afro rizado por la estética y dejar de lado el significado histórico de la aceptación del cabello natural como cabello Adecuado y profesional, que no nos impida nuestros derechos en la sociedad. Es necesario retomar con fuerza el mensaje original de esta parte de la lucha antirracista. Nuestro cabello NO es un delincuente.