No hay nada que celebrar, hay mucho que descolonizar

La llegada afanosa de Cristóbal Colón a Abya Ayala en busca de especies para sazonar la carne desabrida y simple de sus reyes y reinas, desató la expoliación total de este territorio que hoy conocemos como América, y que para les indígenas del pueblo Kuna que habitaban este suelo significaba dentro de su cosmovisión: tierra viva, tierra en madurez o tierra en florecimiento, y mantenían entre esta una unión de vitalidad y armonía, que fue interrumpida cuando Colón, con la cruz de Cristo atada delante, invadió a América.

No la encontró baldía, sin vida —como muches lo imaginan—. La invadió más habitada que nunca, con palmeras tan altas que bordeaban sus ríos y mares, la halló poblada de personas que no vestían sus trajes de la alta corona, que no vivían en casas de ladrillos, sino en chozas, que no estaban cubiertes por esa piel blanca, que no hablaban español pero sí sus lenguas maternas ancestrales.

Entonces: ¿cómo fue que en todo el Abya Ayala se habló el español blanco o el inglés amarillo?

Y hoy, después de su “”descubrimiento“”, después del genocidio, etnocidio y ecocidio, después que se le negó de un solo golpe a una mujer indígena hablar en su lengua propia —esperen—, después que saquearon y conquistaron entre rayas a la tierra madura, después que esclavizaron a les dueñes e hijes de este suelo indígena y ya no les importaba las especies sino el oro, y ya no les importaba sazonar la carne, sino conquistar todo el continente, y ya no les importaba irse, sino quedarse, y ya no les importaba robar una vez sus riquezas, sinocivilizar” a la “población extraña.

Hoy, después de todas estas páginas de conquistadores blancos progresando sobre el dolor, violencia y opresión sufrida de otres, podemos festejar el 12 de octubre la hispanidad, la raza, el descubrimiento de América que manchó con sangre los ríos y mares azules, que parmó las palmeras, que asesinó a les indígenas de una bala y los ahogó de tristeza, que esclavizó sus vidas después de expoliar su tierra florecida, y que esclavizó de África a América a nuestres antepasades.

¿Podemos reír, y brindar en esta fecha como si se tratará de un logro positivo, en el que nadie fue asesinade y todo el mundo ganó? ¿Acaso todo el mundo son solo las personas blancas?

¿Podemos festejar cada año porque ese día Colón encontró en la invasión más que las especies que sus reyes y reinas esperaban? ¿Podemos, para esta fecha, enseñarles orgulloses a les niñes en las escuelas que será un día festivo porque este día progresó y triunfó España con el extractivismo a través de la colonización, del robo y explotación de sus propias tierras, del daño en la cultura y las lenguas propias?  Para hoy hije, ser y seguir siendo lo que somos, España.

Porque —ven, te explico— después del genocidio, de la esclavización y de la imposición y prohibición absoluta de hablar en otra lengua que no fuera el español, seguimos sin validar su conocimiento, hije, haciendo que dependan de nuestra lengua, que rechacen su propia cultura, que se olviden de sus tierras y de su origen, y se marchen a las ciudades, que solo piensen en su existencia desde nuestro sistema racial, que se construyan desde nuestra lengua blanca, ya no de forma violenta sino de manera voluntaria, que un día despierten queriendo aprender inglés y queriendo perfeccionar su español, que una mañana se olviden para siempre de aprender de su lengua materna. Porque, ves: ¿no se habla en nuestra América una sola lengua indígena?

Que sigan rechazando sus cuerpos negros, que sigan rezando cada mañana y por la noche solo a nuestro dios blanco, que sigan viviendo desde la raza, que defiendan el apellido que le dimos, que vivan para siempre en sus cuerpos negros, pero que piensen siempre como blanques, que acepten el lugar y la historia que le dimos, que el racismo nunca ha existido. Al final nos dimos cuenta de que todes somos iguales, pero que ninguno de elles es igual de blanco como nosotres.

Por eso les perdonamos, y le hemos dado un espacio, solo un pequeño y estricto espacio que no sé puede agrandar o tal vez sí, cuando la blanquitud nuestra, aclare sus pieles oscuras. Pero, mientras tanto, mientras eso sucede, seguiremos explotando sus territorios, seguiremos haciendo hijes, cómo que les aceptamos, pero a la vez le rechazamos, porque ya la esclavitud no existe, y elles ahora quieren ser como nosotres, personas blancas, vivir en ciudades blancas y acostarse y despertarse siempre con nuestro privilegio. Esta es tu España, hije, siéntete orgullose.

¿Pueden sentirse orgulloses? ¿Podemos nosotres sentirnos orgulloses y festejar con ustedes? ¿Podemos aceptar su festividad de hispanidad, como una, de las tantas cosas que nos han obligado aceptar? 

No, no hay nada que celebrar, porque sería como bailar sobre los cuerpos indígenas y africanes de nuestres antepasades.

No, no hay nada que celebrar porque sería apoyar el genocidio, el etnocidio y ecocidio que un día, apenas Colón pisó Abya Ayala, cometió. No, no hay nada que celebrar, porque no se puede festejar la opresión, la deshumanización ni la colonización.

No, no hay nada que celebrar, porque el festejo de esta fecha demuestra su conciencia.

No hay nada que celebrar porque hay mucho por descolonizar.

Una reflexión de Betty Zambrano

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