El huracán “Erick” tocó tierra en las costas de Corralero, Pinotepa Nacional, Oaxaca, en las primeras horas del pasado jueves 19 de junio. De acuerdo con el Sistema Meteorológico Nacional, a las 09:15 horas, en escala de Saffir-Simpson, “Erick” se convirtió en un huracán de grado 1; se anticipa que podría transformarse en depresión tropical una vez alcance la sierra de Michoacán, al occidente de la República Mexicana.
De acuerdo con los informes de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), para los siguientes días se pronostica que las lluvias torrenciales continúen en Guerrero y Oaxaca, mientras que para Puebla, Chiapas y el sur de Veracruz se anticipan lluvias intensas.
Por su parte, la Secretaría de Educación del Estado de Guerrero informó sobre la suspensión de actividades en todos los niveles escolares de la entidad, a fin de salvaguardar la integridad de padres de familia, estudiantes, docentes y personal general.
Durante la conferencia de prensa matutina del pasado viernes 20 de junio, Salomón Jara, Gobernador del Estado de Oaxaca, informó que un total de 35 municipios resultaron afectados. A su vez, enfatizó que el municipio de Tutupec, colindante con Puerto Escondido, quedó sin comunicación total, no sólo por la falta de energía eléctrica y las fallas en las vías de comunicación, sino también por los caminos que quedaron bloqueados.
En el municipio de Pinotepa Nacional, la comunidad de Corralero –lugar donde el huracán tocó tierra– también se registraron severos daños, entre ellos, la pérdida total de viviendas que ha dejado en desprotección a varias familias.
Mientras tanto habitantes de Corralero, Santiago Llano Grande, San José La Estancia, entre otras, estaban atestiguando las pérdidas totales de sus hogares y la imposibilidad de comunicarse con familiares. A la vez, la Presidenta de la República, Claudia Sheinbaum Pardo, comunicaba que “afortunadamente” no habían sido muchas las afectaciones.
La cobertura mediática y la narrativa presidencial han prescindido de enfatizar el componente étnico-cultural y racial de estas zonas: se trata de territorios afromexicanos cuyas actividades económicas dependen, en gran medida, de la agricultura, la pesca, el comercio y el turismo. Por lo que declaraciones como las de Sheinbaum Pardo contribuyen a la reproducción institucional del racismo contra las personas afromexicanas, no sólo por la desestimación de los daños, sino también por el desplazamiento discursivo de las comunidades afromexicanas; como si no existieran.
La pérdida de cosechas, sembradíos, viviendas, así como el daño de infraestructuras escolares y de vías de comunicación exacerba la vulnerabilidad climática de las comunidades afromexicanas de Guerrero y Oaxaca, esto quiere decir que la desigualdad socioeconómica preexistente se ve intensificada ante los efectos adversos del cambio climático y, sobre todo, ante aumenta los factores de riesgo que ralentizan la capacidad de adaptación y respuesta frente a situaciones emergentes.
Las consecuencias de la vulnerabilidad climática no son inmediatas, se revelan mediante el aumento de las brechas de empobrecimiento, de desplazamientos forzados y de dependencia alimentarias, por mencionar algunas.
En territorios caracterizados por el histórico abandono institucional, las pérdidas materiales no son mínimas, implican vulneraciones al acceso a derechos básicos como la salud y la educación.
Una reflexión de Ana Hurtado
Fotografía: Balam Toscano