Racismo ambiental: sobre la extracción y el empleo de países del Sur como vertederos de Occidente

La contienda por una justicia medioambiental es otra que se está librando en los territorios del Sur Global, pero eso no quita reconocer su amplitud y complejidad, pudiendo traducirse en una continuación por la libertad neocolonial a manos de países y potencias occidentales, debido al papel que juega el medio ambiente en nuestras vidas y en nuestra capacidad de subsistir.

Cada año conmemoramos y celebramos el día del medio ambiente cada 05 de junio. Pero ¿llegamos acaso a entender las connotaciones que suponen para algunas regiones el impacto medioambiental y entre ellos la basura tóxica y electrónica? Regiones que se ven más afectadas por este cambio y son llevadas a padecer desafíos ambientales más severos, la pérdida de la biodiversidad hasta la degradación de las tierras, entendiendo esto como un proceso de degeneración que reduce la capacidad de la tierra complicando y disminuyendo su capacidad de cultivo.

Por lo que siguiendo la concepción de colonialismo como aquel acto de subyugar, eliminar, deshumanizar y simplemente eliminar el derecho a la vida y a la expresión cultural y vital de aquellos “colonizados”, convirtiéndolos en instrumentos para el beneficio y disfrute de poderes coloniales, vemos como se ha estado haciendo y se sigue haciendo lo mismo con tierras y territorios del sur global, instrumentalizando estos espacios para el sumo beneficio y enriquecimiento de occidente, destruyendo ecosistemas y fuentes de sustento de comunidades y regiones enteras. 

Así que podemos entender este concepto de racismo ambiental como una forma de racimo sistémico, ya que a través de ella se toman países y zonas del sur global o zonas en las que habitan comunidades negras para minería ilegal, explotación forestal y como ubicaciones para uso de vertederos, dispensarios de residuos tóxicos, industrias extractivas, zonas industriales, fábricas y centrales eléctricas y como lugares de uso de otras actividades peligrosas y perjudiciales para dichas zonas y las personas que habitan en ellas.

Segun Dominique Day, (miembro del UN working Group of Experts on People of African Descent), a día de hoy se siguen exportando residuos tóxicos y peligrosos a países del Sur Global, con políticas medioambientales y prácticas de seguridad que se acomodan convenientemente al deseo de los países más ricos, tratándose de enviar el problema a otra parte. Los afrodescendientes en todas partes del mundo enfrentan racismo ambiental, dice el presidente del Grupo de Trabajo sobre los Afrodescendientes al Consejo de Derechos Humanos.

Entender el impacto del cambio climático junto al racismo ambiental sobre territorios del Sur Global no se puede concebirse como hechos aislados sino vinculantes a aspectos socioeconómicos y políticos que desestiman el derecho a la vida y a un entorno saludable y seguro de las personas de dichas zonas. Además de verse también como una consecuencia de la continua dependencia económica de la extracción, la explotación y la acumulación a través de la desposesión. 

Ejemplos claros del multifacético racismo ambiental

Según Greenpeace “una gran parte de la explotación forestal en África se realiza de manera ilegal. En demasiadas ocasiones, la actividad forestal en este continente se produce en un contexto de incumplimiento de leyes, falsificaciones de documentos y blanqueo de madera, conflictos bélicos, corrupción y violación de derechos humanos” 

¿Qué pasa en República Democrática del Congo?

No somos ajenos o inconscientes al conflicto actual que está teniendo lugar en la República Democrática del Congo, respecto a los grupos armados y las fuerzas de seguridad congoleñas contra la población civil, que ha agravado la crisis humanitaria. Pero a su vez, hay que añadirle ocurrencias como proyectos mineros que dan lugar a desalojos forzosos de viviendas y privación de los medios de vida de miles de personas. Añadiendo ahora, desastres naturales que causan la muerte de cientos de personas. Junto a otras ocurrencias como la deforestación y la degradación de territorios verdes, debido a la tala por la industria de madera.

Sin mencionar otros aspectos como la extracción ilegal de cobalto, cobre, uranio, oro, diamantes, casiterita y coltán, que acaba enriqueciendo a terceros y dejando a las comunidades en la pobreza. La necesidad de estos minerales (cada vez más creciente), se debe en mayor medida a la gran demanda internacional por producir productos electrónicos, que para funcionar necesitan la presencia de componentes construidos a partir de estos minerales.

En la República Democrática del Congo, y volviendo sobre el tema de los grupos armados, vemos que estos mismos grupos que cometen atrocidades y conflictos sangrientos, compiten por el dominio de las minas con el objetivo de conseguir beneficios de la comercialización de éstas. Resultando en el hecho de que muchas de las producciones materiales tecnologías o innovaciones tech son gracias a la expropiación, destrucción y explotación de personas, comunidades y tierras.

¿Qué pasa en Nigeria?

Ya sabemos que la prospección al igual que la extracción contribuye en la degradación y destrucción de los bosques, trayendo consigo la pérdida de sustento y de territorios. Por lo que si bien es cierto que el gobierno nigeriano (además de multinacionales petroleras), ha logrado grandes beneficios económicos de la extracción de petróleo en zonas como el Delta del Níger, no podemos obviar el hecho de que este hecho no está contribuyendo al crecimiento y bienestar de dicha región. Sino todo lo contrario, esta zona sigue sufriendo altas tasas de desempleo, pobreza, corrupción, represión, cultivos decrecientes, aguas contaminadas y bosques y faunas en desaparición. 

¿Qué pasa en Ghana y Costa de Marfil?

Junto a Nigeria, podemos mencionar también el caso de Ghana o Costa de Marfil como otros ejemplos de países que han servido como receptoras de toneladas de materiales tóxicos procedentes de Europa y EEUU, y que al no reciclarse adecuadamente, estas toneladas de desechos han resultado en una mayor contaminación del medioambiente, y por ende las comunidades que viven cerca de esos puntos donde acaban esos desechos, acaban expuestas a sustancias químicas como el mercurio y el plomo por ejemplo. Y la quema de la misma tampoco ayuda, porque aumenta el riesgo de enfermedades respiratorias y de la piel, además de infecciones oculares y cáncer para las comunidades que viven y trabajan cerca.

¿Qué pasa en Sudáfrica?

En el 2023 se le hizo un llamado de atención a Sudáfrica desde la ONU para que aplicara cambios reales ante las consecuencias que sigue teniendo a día de hoy el legado del racismo medioambiental del régimen segregacionista del apartheid, como la práctica de situar vertederos e industrias contaminantes en comunidades de bajos ingresos y migrantes, según criterios raciales. Lo que crea una contaminación en el agua y en el aire que afecta de forma desproporcionada a dichas comunidades.

Con esta revisión, estamos viendo que el desarrollo e innovación tecnológica y social corre a cargo de productos naturales de países en el sur global en la mayoría de las veces. Incluso las iniciativas que se pueden plantear en pro del ecologismo y por dejar de hacer uso de combustibles fósiles, corren a cuenta de la explotación y la extracción de comunidades. El paso a las energías renovables plantea el mismo dilema que el uso del petróleo, y es el hecho de que la extracción de minerales necesarios para dichas energías renovables se hace bajo las mismas premisas y condiciones que la extracción de combustibles fósiles, dejándonos con el mismo dilema. Y sosteniendo la misma degradación en el ecosistema y el medio, que al extraer petróleo, gas, oro, diamantes, níquel, cobalto y otros minerales sólidos.

Un ejemplo muy claro, serían los materiales necesarios para elaborar teslas, o para la construcción de paneles solares y turbinas eólicas. Si bien es cierto que hay ciertas intenciones de progreso y lucha por la mejora climática, esto no puede ser a costa de las comunidades y países, por lo que es importante empezar a tomar ya medidas de precaución, para garantizar que esas iniciativas por una méjora ambiental sean reales, aplicables y aplicadas y no a costa de comunidades y la destrucción de sus territorios.

Justicia medioambiental

Cuando hablamos de racismo medioambiental, no podemos obviar que hay personas e iniciativas que dedican su energía y voz a la lucha y denuncia  constante de este hecho.

El 16 de julio de 2020, un tribunal de Mombasa (Kenia) falló a favor de las comunidades locales en un caso de envenenamiento por plomo causado por una planta de fundición que reciclaba baterías de plomo-ácido. El tribunal concedió 12 millones de dólares a las personas afectadas, que debían pagar las dos empresas que explotaban y albergaban la planta de fundición, y las autoridades gubernamentales que no habían hecho cumplir la normativa medioambiental. También se les ordenó limpiar el lugar afectado en un plazo de cuatro meses. Sin embargo, el gobierno ha recurrido la decisión del tribunal. Otra iniciativa muy interesante que podemos encontrar de cara a crear concienciación es el Stop EACOP, una campaña y agrupación cuyo objetivo es detener el oleoducto de crudo en África Oriental.

Mientras que, si algo hemos podido ver y analizar es el hecho de que el racismo ambiental también es el hecho de ubicar industrias contaminantes en comunidades empobrecidas o en países del sur global.

Tras esta reflexión hemos podido entender el movimiento y la motivación de quienes defienden la justicia ambiental, ya que muchos países del continente africano se enfrentan a casos de injusticias y daños medioambientales. Bajo una concepción ideal vemos que el manejo de recursos naturales debería ser inclusivo de las personas autóctonas de cada zona y basado por y para las comunidades. Lo que sólo se puede conseguir con alianzas globales y vínculos de solidaridad basados en el empoderamiento de las personas locales. 

Es necesario ver los problemas ambientales y del cambio climático desde una perspectiva de discriminación racial para poder entender de lleno su complejidad, ya que las repercusiones de ésta impactan de formas diferentes. De tal manera que el cambio climático no sea solamente sobre la protección del planeta, sino también sobre la inclusión de todas las personas que habitan en ella. A la hora de plantearnos acciones de cara a influir sobre este hecho y crear un cambio, toda implantación que tenga como centro esas mismas comunidades y su bienestar serían beneficiosas, ya que llevar un caso ante los juzgados puede suponer recursos económicos o temporales de los que dichas comunidades no dispongan. Sin mencionar el hecho de que garantizar la implementación y aplicación efectiva puede suponer otro problema, además de la corrupción existente.

De ahí la importancia de seguir hablando, compartiendo, creando conciencia sobre la destrucción de ecosistemas y territorios a causa de la explotación y la extracción, porque a fin de cuentas, lo que nosotros percibimos como explotación, esclavitud, extracción, genocidio y destrucción desde occidente se percibe como innovación, comercio, emprendimiento, “conquista”, y desarrollo. No podemos seguir confundiendo conceptos o dejando que las narrativas occidentales sigan disfrazando aberraciones.

Una reflexión de Favour Ekaezunim

Comparte este articulo

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *