A lo largo de la historia ha habido modos distintos para subalternizar y deshumanizar a le otre, animalizar y cosificar son dos de las maneras más repetitivas en que esto ha sucedido y a su vez, estos mecanismos para producir a le otre como un no humano, se han consolidado hasta tal punto que incluso las comunidades directamente afectadas por estos dispositivos de exclusión, asimilan esas características como propias de su grupo y entendiendo la raza como una de las construcciones centrales en la configuración de le otre como un no humano, considero de gran interés examinar las formas coexistentes en que el racismo continúa constituyendo los cuerpos no blancos, como por fuera de la norma.
Si bien algunos de estos medios para consolidar el racismo son heredados de la colonización y simplemente se han perpetuado a lo largo de los años, como la criminalización e hipersexualización de las personas negras, mi pregunta es por los modos gestados para sostener el racismo fuera de ese periodo histórico. Puntualmente, en el medio de tantas crisis humanitarias como sucede en nuestros tiempos, mi interés radica en la centralidad de le ciudadane, como un nuevo horizonte por alcanzar frente a lo humano y en cómo la extranjerización de le otre constituye una manera de negar su humanidad, en tanto se desconoce su pertenencia a un Estado y en ese sentido, el reconocimiento de sus derechos.
Además, cabe mencionar que no hace falta que ese otre sea efectivamente extranjere, en el sentido más elemental, para atravesar ese proceso de no identificación. Por ejemplo, al día de hoy persisten leyes en República Dominicana que niegan la ciudadanía a niñes nacides de padres y madres haitianes no regularizades, mientras que en Colombia sucedió una situación bastante similar, al inicio del enorme éxodo venezolano donde les hijes de padres y madres venezolanes, no podían ser registrades en Colombia, por tanto, eran apátridas.
A su vez, la extranjerización involucra elementos que van más allá de la burocracia estatal y poder obtener un documento de identificación, muchas veces está relacionada con el estar por fuera de los estándares que configuran la identidad nacional.
En este sentido la frontera que traza la extranjerización abarca más allá que los límites territoriales de una nación, se ocupa de confrontar aquello que constituye la identidad de ese Estado, con ese otre que es producide como subalterne, en tanto se anula la posibilidad de su pertenencia a esa Nación, pues su existencia no coincide con las normativas que regulan ese reconocimiento, como sucedió en el caso de “Pocha” Lamadrid, referenta afroargentina detenida en 2002 en el Aeropuerto de Ezeiza, después que Migraciones considerara que al ser ella negra y argentina, era imposible que su documento no fuera falso.
Ahora, pensando en la extranjerización como un dispositivo para deshumanizar a le otre y entendiendo cómo el racismo actúa, en función de sostener la humanidad de un grupo sobre la no humanidad de los demás, cabe preguntarnos por la racialización que atraviesan esos cuerpos que migran, que no son reconocides como parte del Estado y que incluso mueren intentando alcanzar ese sueño, por mejorar sus condiciones de existencia y la de aquelles que les rodean, sin que siquiera se reconozcan sus nombres y sus historias en la prensa mundial.
Un texto de Alejandra Pretel