Generalmente, cuando hablamos de historia en mayúsculas, o a secas, el recorte que hacemos de esos eventos y hechos históricos está atravesado por una idea inconsciente de quiénes pueden hacer historia, o dicho de otro modo, qué cuerpos están habilitados para contar con agencia histórica y así, llevar a cabo las grandes transformaciones y acontecimientos que irrumpen y alteran el curso de la temporalidad. Así, esta “historia oficial” representa una construcción que privilegia los relatos protagonizados por varones blancos y pertenecientes a las clases dominantes, a menudo excluyendo a quienes no encajan bajo estos estándares como es el caso de las mujeres, las personas racializadas y las clases populares.
Además, la idea de una “historia universal” sugiere una narrativa compartida de la humanidad, aunque en realidad esta ha sido moldeada por perspectivas eurocéntricas y patriarcales. De este modo, esta noción de “universalidad” funciona más bien como un ejercicio de exclusión que margina a quienes no cumplen con los parámetros establecidos por las élites históricas. María Remedios del Valle, como una mujer negra y empobrecida en una sociedad poscolonial argentina, que igualmente sostenía las jerarquías raciales en su nuevo orden social como estado-nación, desbarata esta visión restringida de la historia universal y su invisibilización, hasta hace muy poco, demuestra que esta historia al final es una selección poco azarosa, que no contempla la presencia y agencia de todas las identidades, sino que al contrario prescinde de protagonismos como el suyo debido al racismo y al sexismo. Rescatar la historia de María Remedios es disputar qué voces han sido históricamente silenciadas de la memoria histórica, es señalar que la afroargentinidad estuvo y ha estado siempre.
Ahora, hablar de la historia oficial en cuanto a los procesos de independencia en América Latina, implica insistir en de qué modo se resaltaron puntualmente los acontecimientos protagonizado por figuras masculinas, criollas y blancas, quienes monopolizan la narrativa de las luchas independistas, y que este recorte obedece a una lógica de poder donde los cuerpos racializados y feminizados son sistemáticamente marginalizados. Por eso, la figura de María Remedios del Valle cuestiona profundamente esta narrativa: es una mujer negra que luchó activamente por la independencia argentina, algo que el canon histórico ha intentado invisibilizar. En su identidad además, encontramos la confluencia de múltiples opresiones —género, raza y clase— lo que nos obligan a repensar la historia desde los márgenes y a reconocer la importancia de estos cuerpos en los procesos históricos. Además, en el caso de Argentina, cuando evocamos la historia masificada y mayormente difundida sobre estos procesos de independencia, y de resistencia al colonialismo, se destacan personajes como San Martín o Belgrano, dejando en la sombra el papel de otros actores, y además descartando que estos hechos que hoy configuran nuestra historia no ocurrieron exclusivamente desde agentes individuales, sino colectivos.
Por lo que relatos como el de María Remedios del Valle, hoy un emblema y figura de la afroargentinidad debido a su combate en las guerras de independencia y su designación como “Madre de la Patria” por sus contemporáneos gracias a la lucha y valentía que siempre tuvo en el campo de batalla, han sido invisibilizados por la historia oficial debido a su lugar como mujer negra en una época donde se nos despojaba de nuestra humanidad, y por tanto, de nuestra agencia histórica. Revelando que, la construcción de esta historia se fundamenta no solo en lo que se cuenta, sino en quién tiene permitido formar parte de este relato, y María Remedios irrumpe en esta narrativa al desafiar los estereotipos respectos a qué cuerpos pueden y deben ser considerados héroes, próceres y protagonistas de la historia, develando cómo el sexismo y el racismo restringe las posibilidades de reconocimiento histórico.
Además la pretensión de universalidad en el relato histórico involucra necesariamente una narrativa excluyente no sólo en cuánto a quiénes pueden hacer historia, sino también acerca de qué pueblos y comunidades carecen de ella. En este sentido, la historia colonial, y poscolonial, de América Latina suele presentarse desde la perspectiva de los colonizadores europeos y sus descendientes, omitiendo los procesos de resistencia y lucha de los pueblos indígenas y afrodescendientes. Esto ocurre porque cuando se cuenta la historia del pasado colonial, rara vez se reconoce la agencia histórica, es decir, la posibilidad de actuar, de los pueblos indígenas y negros. A pesar de que en realidad, soportaron y resistieron frente a la opresión y explotación del sistema colonial durante siglos, y desarrollaron formas de lucha tanto organizadas como cotidianas, , como es el caso de la formación de quilombos, palenques o cumbes, es decir, espacios políticos y autónomos de organización cimarrona, donde las personas negras que habían sido esclavizadas ejercían su derecho a la autodeterminación y la libertad en comunidad; o el suicidio masivo de los igbo en 1803, donde aproximadamente 75 africanos de la etnia igbo que estaban a bordo de un barco esclavista hacia el puerto de Georgia prefieron ahogarse, antes de ser esclavizados. Sin embargo, la historia oficial suele ignorar estos sucesos y, en cambio, enaltece la figura de los colonizadores europeos, sosteniendo las narrativas de pasividad y sumisión respecto a las personas racializadas, negándoles así su agencia y capacidad de resistencia. Esto también ocurre porque los eventos y figuras que no encajan en la narrativa hegemónica son los primeros en ser relegados al olvido, lo que incluye precisamente estas resistencias de los pueblos oprimidos, quienes desafiaron las estructuras coloniales y patriarcales.
Así, la figura de María Remedios del Valle resulta aún más disruptiva, pues al ser una mujer negra que fue protagonista en las luchas por la independencia argentina, evidencia que las mujeres afrodescendientes participaron activamente en procesos de transformación social y política, tanto desde los márgenes, como desde la historia oficial o “a secas”. María Remedios destaca que los cuerpos indígenas y afrodescendientes también son parte de esta historia, cuestionando la idea de que apenas ciertos grupos tienen la potestad de formar parte de esta memoria.
Tradicionalmente, los agentes históricos han sido concebidos como hombres blancos y en posiciones de poder, cuyas acciones son consideradas como un impacto significativo en la sociedad desde el ámbito político o militar. María Remedios del Valle debate esta noción. Su papel en las batallas por la independencia, como militar y enfermera, cuidando de los soldados heridos, fue tan importante como el de los generales y líderes militares reconocidos. Sin embargo, el ser mujer y negra le costó una relegación de su agencia histórica al plano de los márgenes, que recién hasta nuestros días está siendo cuestionado. Lo que nos lleva a replantearnos quiénes pueden hacer historia y cómo las mujeres, especialmente las racializadas, siempre han poseído esta agencia, aun cuando ha sido ignorada, por muchísimos años, por la historia oficial. María Remedios es un ejemplo de que la agencia histórica no es exclusiva de quienes ostentan el poder político o económico, sino que también puede ser ejercida por aquelles que, desde los márgenes, actúan, resisten y persisten. De esta forma, María Remedios del Valle, una mujer negra argentina que combatió en las guerras de independencia, desafía el canon de una historia contada desde el androcentrismo, en la que los protagonistas suelen ser los “grandes” hombres blancos. Igualmente, la exclusión sistemática de las mujeres y las personas negras de los procesos históricos, revela cómo la historia oficial no sólo es una crónica de hechos, sino también una decisión política que determina qué voces son dignas de ser escuchadas y qué cuerpos merecen ser recordados.
Justamente, el androcentrismo ha sido una constante en la construcción de la historia oficial, donde se privilegia a los hombres, específicamente a los hombres blancos, como agentes exclusivos de los acontecimientos históricos. Esta narrativa excluye tanto a las mujeres, como a todas aquellas identidades que se desplazan del ideal de la masculinidad dominante, como las personas negras. Este enfoque androcentrista construye un pasado protagonizado únicamente por hombres en los espacios públicos, ligados a las guerras y al poder, mientras que a las mujeres se les asigna un rol periférico, o directamente se les niega un papel activo en los grandes procesos históricos, más aún si son racializadas. A pesar de ello, María Remedios, así como otras mujeres negras como Josefa Tenorio combatieron en el campo de batalla, cuidaron de los soldados y sostuvieron la lucha desde sus propios espacios de participación política. Al intentar relegarlas al olvido, la historia oficial no sólo pretendió negar sus contribuciones, sino que también reforzó una visión limitada, excluyente, racista y sexista del pasado.Este androcentrismo es algo que está latente en el caso de María Remedios, donde su rol como heroína y prócer ha sido subalternizado, e incluso intentó por muchos años buscó ser es borrado y ocultado de los relatos oficiales, evidenciando como esta selección de la historia refleja y perpetúa las desigualdades sociales, sobre todo en un contexto como Argentina que ha impulsado durante décadas múltiples esfuerzos en favor del blanqueamiento de su cultura, y por tanto de su historia.
A su vez, la vida de María Remedios del Valle es un testimonio de esta resistencia negada, pues su lucha por la independencia representa el legado histórico de las personas afroargentinas en la construcción del estado-nación, así como la importancia de la emancipación frente a un sistema que oprimía a los cuerpos negros y a las mujeres. Algo que en la época colonial permanece, en gran medida, marginado y que no es accidental, sino que responde a una lógica que busca mantener el protagonismo en manos de los hombres blancos criollos, que son presentados como los “libertadores” y “padres de la patria”, mientras que el papel de las mujeres y personas racializadas es invisibilizado o subestimado.
Por otra parte, la narrativa histórica que parte de héroes y próceres en singular es un fenómeno que invisibiliza la acción colectiva y los procesos populares. En la historia oficial, los cuerpos racializados y feminizados se ven relegados a posiciones subordinadas o, directamente, son desaparecidos. Al enmarcar los procesos históricos como logros individuales de ciertos hombres, se niega la contribución de comunidades enteras que participaron y lucharon colectivamente. Lo que es especialmente problemático en el caso de las independencias latinoamericanas, donde se suele presentar a unos pocos próceres como los únicos artífices de la libertad, borrando el carácter colectivo de estas luchas independentistas, donde por ejemplo, miles de personas africanas combatieron no por la libertad de la corona, sino por su propia libertad. De este modo, María Remedios del Valle cuestiona esta lógica individualista al representar una conexión con la resistencia colectiva de las comunidades negras pues su vida y acciones no fueron aisladas, sino que formaban parte de una lucha más amplia contra el racismo y la opresión colonial. Recuperar la historia de María Remedios del Valle y darle el espacio y reconocimiento que merece es también debatir esta visión y señalar la importancia de las luchas colectivas en la construcción de las naciones latinoamericanas, algo que ya está presente en la propia cosmovisión de los pueblos negros.
María Remedios, una mujer negra que luchó en las guerras de independencia y hoy enaltece la participación y el reconocimiento histórico del pueblo afroargentino, representa una disrupción en esta narrativa hegemónica, ya que su historia expone las limitaciones y contradicciones de un relato que privilegia a los hombres blancos como únicos agentes históricos. Pensar en la historia de María Remedios del Valle es una invitación a repensar la historia desde la periferia y a reconocer la importancia de quienes han sido tradicionalmente excluidos de los relatos oficiales. Su legado no sólo es importante para las comunidades afrodescendientes, sino para todas aquellas personas que se interesan por una historia sin sesgos y representativa. Recuperar y reconocer a María Remedios del Valle como una protagonista de nuestra historia implica desafiar la narrativa de los “grandes” hombres y reconocer la contribución de las mujeres y las personas racializadas en la conformación de nuestras naciones.
Rescatando a María Remedios, abrimos un espacio para visibilizar el rol de las mujeres negras en los procesos de resistencia autónomos, así como en las luchas de independencia. Su historia nos recuerda que aunque la historia oficial es sólo una de las múltiples versiones posibles, eso no significa que no podamos ser partícipes de ella. Y también, que es necesario cuestionar los límites para construir una narrativa que sea realmente incluyente y representativa de la diversidad de experiencias y luchas que han dado forma a nuestras sociedades. La historia, lejos de ser una verdad absoluta, es un campo en disputa, y en esta disputa, la figura de María Remedios del Valle, así como la del pueblo afroargentino, emerge como un símbolo de resistencia y dignidad que exige ser reconocido.
¡María Remedios del Valle presente! Hoy, mañana y siempre.
Argentina también es afro.
Una reflexión de Alejandra Pretel