En un caso que ha conmocionado al mundo, Gianne White Feather y Donald Lance, una pareja blanca de Virginia, ha sido condenada a prisión de por vida por explotar y abusar de sus cinco hijos adoptivos, todos ellos de raza negra. La sentencia ha sido el resultado de un juicio que destapó un patrón sistemático de abuso, explotación laboral forzada y tortura psicológica.
Los hechos salieron a la luz en 2024, cuando se reveló que en lugar de brindar un hogar amoroso y seguro, la pareja sometió a los niños a condiciones inhumanas, esclavizándolos para realizar trabajo forzado. Adoptaron a los niños en 2017, provenientes de un refugio para personas sin hogar en Minnesota, con la promesa de ofrecerles un entorno familiar y seguro. Sin embargo, una vez en su hogar de Sissonville, Virginia, los niños fueron aislados en una propiedad rural donde fueron obligados a realizar labores agotadoras bajo amenazas, sin acceso a educación ni cuidados básicos.
Los abusos incluyeron violencia física, privación de comida y agua, y condiciones de vida deplorables. También, los niños fueron víctimas de insultos raciales y humillaciones constantes, lo que exacerbó su sufrimiento. Fueron llamados de “monos” y otras expresiones racistas por parte de la pareja, lo que refleja una profunda motivación de odio racial y antinegritud detrás de los abusos.
El juicio, que incluyó testimonios desgarradores de los niños sobrevivientes, mostró la magnitud de los daños sufridos. Los acusados fueron hallados culpables de 31 de los 35 cargos, entre los que se incluyen trata de personas, abuso infantil, trabajo forzado y violaciones de los derechos civiles. White Feather recibió una sentencia de 215 años de prisión, mientras que Lance fue sentenciado a 160 años. Ambos deberán pagar una indemnización de $560,000 para cubrir los gastos médicos y terapéuticos de los niños.
El caso ha abierto un debate sobre la necesidad de un escrutinio más riguroso en los procesos de adopción y un mejor seguimiento por parte de las autoridades encargadas de la protección infantil. Organizaciones de derechos humanos han señalado que este tipo de crímenes subrayan la urgencia de garantizar la seguridad y el bienestar de las infancias que son adoptadas, especialmente en situaciones donde existe un historial de racismo estructural.
Ahora los niños se encuentran en un entorno seguro y comenzarán un largo proceso de recuperación, aunque los daños emocionales y físicos que sufrieron los acompañarán toda su vida. Sin embargo, la sentencia ha sido vista como un paso necesario para garantizar que este tipo de atrocidades no queden impunes y para afirmar que los derechos humanos de todas las personas, especialmente de las infancias, deben ser protegidos.
Este caso también resalta la importancia de seguir luchando contra el racismo estructural y la violencia sistémica, que continúa afectando a comunidades negras, incluso en instituciones que deberían ser protectoras como el sistema de adopciones.
Fuente: The NY Times