Una pregunta enmarcada en el movimiento antirracista
Como alguien que además de estudiar una licenciatura en filosofía, dedica su tiempo a hacer activismo desde el antirracismo y los feminismos negros, siempre ha sido un tema recurrente en los debates, la deshumanización histórica de las personas negras, que si bien tiene su punto de partida en el colonialismo y en la trata transatlántica de personas esclavizadas, continúa reproduciéndose mediante otras dinámicas en el presente.
Ser reconocidxs como personas o seres humanxs, seguramente enmarca uno de los puntos más importantes de nuestras reivindicaciones como pueblo negro, pues entendemos en la deshumanización y animalización de nuestrxs antepasadxs, uno de los pilares más importantes del racismo como sistema de dominación.
No obstante, cabe hacerse la pregunta de si efectivamente vale la pena luchar y organizarse para conseguir ese estatus ontológico o si, por otra parte, en realidad el camino correcto es reivindicar esa no humanidad que nos ha sido impuesta, como un punto de partida para examinar los vínculos entre racismo y especismo y para posicionarnos frente a los fallidos intentos por otorgarnos esa condición en el plano jurídico, mientras que en la realidad seguimos siendo tratadxs como personas de segunda categoría o no personas.
En el caso de tomar la última decisión, me surgen varias preguntas ¿Qué sentido tiene reivindicarse a sí mismx como por fuera de lo humano, en una instancia donde ese reconocimiento involucra la obtención de derechos?
¿Cómo continuar exigiendo a los Estados medidas de reparación histórica, sin insistir en que esas medidas son necesarias porque hemos sido deshumanizadxs?
¿Qué otras expresiones pueden dar cuenta de la violencia estructural que configura el racismo, sin caer nuevamente en la exaltación de la persona, el ser humanx o el ciudadanx?
¿Cómo remarcar la carga negativa de la animalización en las personas negras, sin que eso recaiga en el mismo dualismo de lo humanx/ lo animal?
Creo que repensarnos la manera en que nos nombramos es vital y lo es mucho más, asumir el cambio de rumbo radical que tendría el movimiento antirracista, si en nuestras demandas más efervescentes dejamos de aspirar a la categoría de persona o ser humanx. Sin embargo, creo que este cambio es muy complejo, en tanto continuamos en un paradigma donde la humanidad está en el centro.
Un texto de Alejandra Pretel