«Woke» : Un concepto antirracista manipulado por la extrema derecha (o la blanquitud)

A pocos días de los Premios de la Academia 2024, el nominado a Mejor Actor, Jeffrey Wright, se unió a Willy Walker en el #WalkerWebcast para hablar sobre temas cruciales como la raza, momentos clave en su carrera, la industria cinematográfica, y mucho más. En medio de la conversación, Wright ofreció una profunda explicación sobre el origen y la evolución de la palabra «woke», un término que ha sido distorsionado y convertido en un arma política en la actualidad.

Wright explicó que el uso original de la palabra «woke» proviene de un hombre nacido en una plantación en el sur racista de Estados Unidos en la década de 1880. En ese contexto, los afroestadounidenses fueron sistemáticamente privados de la educación y de otros derechos humanos básicos. Esta negación de derechos se aplicaba a través de la violencia y la depravación. A pesar de vivir en circunstancias opresivas, este hombre autodidacta y multi-instrumentista usó el lenguaje como una herramienta de supervivencia y resistencia. La expresión “mantente despierto” (stay woke) tenía un sentido profundo: estar alerta ante los peligros del racismo y la violencia que reinaban en el sur de Estados Unidos durante esa época.

El término «woke» se popularizó a través de una canción de Huddy Ledbetter en el siglo XX, en la cual advertía a su comunidad negra sobre los peligros del sur estadounidense tras la reconstrucción. En ese momento, la violencia racial estaba en aumento, con el resurgimiento del Ku Klux Klan y la reacción contra la expansión de los derechos de los afroestadounidenses.

La palabra evolucionó dentro de la comunidad negra, y en la última década, ser «woke» significaba ser consciente de las injusticias sistémicas, y también reflejaba una desconfianza general hacia las instituciones estadounidenses, como el gobierno. Wright señaló que este escepticismo hacia las estructuras de poder, e incluso hacia temas como la desconfianza de la colectividad negra hacia las vacunas, debido a traumas históricas de abuso médico y experimentación forzada como el infame estudio de sífilis de Tuskegee (1932-1972) — un experimento no ético en el que se negó tratamiento a hombres negros que padecían sífilis, incluso cuando ya existía una cura (penicilina), para observar los efectos a largo plazo de la enfermedad —. 

La manipulación del término «Woke» por la extrema derecha (o la blanquitud)

La extrema derecha, dominada por la blanquitud, ha manipulado y apropiado el término «woke», que surgió en la comunidad negra como un llamado a la conciencia frente a las injusticias y opresiones raciales, éste ha sido distorsionado y coaptado por la derecha como una herramienta para atacar cualquier tipo de crítica al sistema. También proyecta sobre los movimientos progresistas su propio miedo a perder poder y control. Así como un criminal podría temer que otros le hagan lo mismo que él ha hecho, la derecha radical teme que las mismas injusticias que han perpetuado históricamente sean ahora revertidas en su contra.

Esta proyección se ve en cómo la extrema derecha acusa a los movimientos «woke» de ser autoritarios, divisivos o incluso peligrosos, cuando en realidad es su propia estructura de poder la que históricamente ha ejercido violencia y exclusión. Al etiquetar las luchas por la justicia social como “excesos woke”, lo que realmente están haciendo es externalizar sus propios impulsos de control y dominación, atribuyéndolos falsamente a quienes luchan por la equidad.

Desde una perspectiva psicoanalítica, esta proyección sirve para calmar la ansiedad de la derecha frente a un mundo que desafía las jerarquías de poder y privilegio en las que históricamente han basado su identidad. Al proyectar estos miedos y sentimientos de amenaza sobre los movimientos progresistas, pueden desviar la atención de sus propios excesos y justificar su resistencia al cambio social. De manera simbólica, están diciendo: “Lo que tememos que nos hagan es exactamente lo que hemos hecho a los demás”, pero en lugar de reconocerlo, lo proyectan sobre el otro, distorsionando la realidad.

En definitiva, la proyección de la extrema derecha sobre el término «woke» revela su incapacidad para confrontar sus propios miedos e inseguridades. En lugar de asumir la responsabilidad de su papel en la perpetuación de sistemas opresivos, prefieren caricaturizar y demonizar los esfuerzos por una mayor justicia e igualdad.

«Woke» Un caso más de racismo lingüístico.

Lingüistas decoloniales y antirracistas han teorizado ampliamente sobre el fenómeno del racismo lingüístico, señalando cómo el lenguaje se convierte en un campo de batalla en la lucha por el poder y la hegemonía cultural. En el contexto de la palabra «woke», es crucial entender cómo un término que emergió de la resistencia afrestadounidense ha sido despojado de su sentido original y transformado en una herramienta de opresión simbólica.

Ngũgĩ wa Thiong’o y Walter Mignolo, entre otros, han planteado que la colonización no solo afectó territorios y economías, sino también el lenguaje y las formas de conocer el mundo. Desde esta perspectiva, el racismo lingüístico es una extensión de la colonialidad del poder, donde los términos asociados a la resistencia y la identidad de las comunidades oprimidas son manipuladas o desacreditadas para mantener la supremacía cultural y racial. En el caso de «woke», su cooptación por parte de sectores conservadores es un ejemplo de cómo el lenguaje puede ser usado como herramienta de control social.

El filósofo y lingüista Frantz Fanon también analizó este fenómeno, describiendo cómo el lenguaje puede ser un medio para deshumanizar y someter a las poblaciones colonizadas. La deformación del término «woke» es un ejemplo claro de esta dinámica: lo que una vez fue un llamado a la consciencia y la vigilancia ante la injusticia, hoy se utiliza como una palabra vacía para desacreditar las luchas por la igualdad y los derechos civiles.

No obstante, teóricas como bell hooks y Audre Lorde subrayan que el lenguaje también puede ser una herramienta poderosa de resistencia. Aunque términos como «woke» sean coaptados, las comunidades oprimidas continúan usando el lenguaje como medio para articular sus luchas y resistir la opresión. Lorde, en su obra Sister Outsider, enfatiza la importancia de reclamar y redefinir nuestras propias narrativas frente a los intentos de distorsionarlas.

Conclusión

La palabra «woke» es un claro ejemplo de racismo lingüístico y de cómo el lenguaje puede ser coaptado para desmantelar movimientos sociales y desvalorizar las luchas de comunidades marginalizadas. Descolonizar el uso de este término, y del lenguaje en general, significa reconocer su historia y devolverle su significado original: una advertencia contra la injusticia racial y una llamada a la conciencia crítica en un mundo donde las estructuras de poder siguen perpetuando dinámicas de opresión.

Una reflexión de Jackson Jean

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