La autoritaria medida de Meloni es un salto en la criminalización de las migraciones, una política con la que sintonizan otros gobiernos europeos como el español.
Cinco meses después de la llegada al gobierno de Italia de la ultraderecha, el pasado 5 de abril, tuvo lugar la primera cumbre bilateral España-Italia enmarcada en los contactos de Pedro Sánchez para garantizar una buena presidencia española de la Unión Europea en el segundo semestre del año. En ella, el tema central fue, precisamente, la lucha de la Unión Europea contra la migración no regularizada. Al finalizar el encuentro, el presidente del gobierno español realizó una declaración institucional conjunta con la presidenta italiana Giorgia Meloni en la que destacaron su nivel de acuerdo y sintonía. Una semana más tarde, la que fuera la estrella invitada en la campaña electoral de Vox para las andaluzas de junio de 2022, ha declarado el Estado de Emergencia en su país para combatir la inmigración.
En la declaración ante los medios, en la que no se permitieron preguntas, ambos se dedicaron cuidadas palabras. El presidente del gobierno de PSOE y Unidas Podemos, que se presentan como diques contra la extrema derecha, le dedicó un: “Querida Giorgia, vas a encontrar a un Gobierno español que quiere tener las mejores relaciones con el Gobierno italiano. Estoy encantado de estar aquí”.
Pero este buen entendimiento no fue sólo formal o diplomático. En la materia de fondo, la lucha contra la migración, ambos manifestaron su acuerdo. Sánchez insistió en que la migración “es un problema europeo que exige respuestas europeas”, dejando claro que este será uno de los ejes de su presidencia de la UE.
Meloni puso el acento en la necesidad del endurecimiento de la política de fronteras, como el que viene llevando adelante su gobierno con las limitaciones de los rescates humanitarios, el aumento de las deportaciones o el salto de este “Estado de Emergencia migratorio”.
Sánchez lo hizo en la fórmula de “ayudar a los países de procedencia”, que es precisamente la que su gobierno viene realizando con la dictadura marroquí. A cambio de ayudas millonarias y otras concesiones – como el reconocimiento de la ocupación del Sáhara Occidental – “subcontrata” en la Gendarmería marroquí buena parte de las violaciones de Derechos Humanos en frontera, como vimos recientemente en episodios como la matanza de Melilla.
La última medida de Meloni supone un salto más en esta política criminal del imperialismo europeo que ha convertido el Mediterráneo en una verdadera fosa común, donde se han ahogado más de 25.000 personas en las dos últimas décadas.
Según ha reconocido el gobierno italiano, la medida supone de inmediato la apertura de nuevos “Centro di Permanenza per il Rimpatrio”, auténticos campos de concentración en donde se procede a la identificación y deportación inmediata de miles de recién llegados. El vicepresidente, Matteo Salvini, ha asegurado que se pretende abrir “al menos un centro de repatriación para cada región”. El Estado de Emergencia habilita también al Ejecutivo a “derogar algunas normas del ordenamiento vigente” y a intervenir diferentes competencias regionales para garantizar una respuesta centralizada del Estado.
En la misma línea que el presidente “progresista” Pedro Sánchez en Roma hace una semana, Salvini ha declarado que “es crucial que Europa despierte e intervenga” y ha exigido “la solidaridad” de la Unión, ya que la lucha contra la inmigración “no es solo responsabilidad de Italia, España, Grecia o Malta”.
Este anuncio se realiza en un momento en que las llegadas de embarcaciones maltrechas al sur de Italia viene aumentando, y con ello tragedias como el reciente naufragio en Calabria, que dejó al menos 90 muertos.
La medida cuenta por el momento con el respaldo absoluto del resto de socios de la UE, incluyendo el gobierno español. También la última cumbre de la OTAN en Madrid, celebrada el pasado junio, incorporó la frontera sur de la UE como una zona sensible y la inmigración como una amenaza híbrida que podría justificar futuras intervenciones militares contra terceros Estados que no la frenase. Este fue uno de los logros españoles en esta reunión de los que presumió el gobierno de coalición.
El endurecimiento de las políticas migratorias es un consenso europeo que abarca desde la extrema derecha hasta los llamados “progresismos”. No nos referimos solamente a partidos como el PSOE, parte del histórico “extremo centro” de los Estados imperialistas europeos. También los fenómenos neorreformistas asumen completamente esta agenda en los hechos.
Lo vimos primero en Grecia, donde el gobierno de Syriza mantuvo la política de fronteras blindadas en la gran crisis migratoria de 2015, que se cerró con la subvención europea de campos de concentración en Turquía. Lo hemos visto estos años en el Estado español, donde el gobierno ha llevado adelante buena parte del programa de la extrema derecha en esta materia, con Unidas Podemos en el Consejo de ministros y ministras. Así pasó con el despliegue del Ejército en Ceuta en marzo de 2021, justificado entonces por el secretario general del PCE como una “defensa de la soberanía”, las devoluciones en caliente de Marlaska o la reciente masacre de Melilla. Este es uno de los grandes temas sobre los que “Sumar” no tiene posición – o más bien asume la de su gobierno – o sobre los que, ahora sí, Podemos pretende hacer algo de crítica “desde adentro” para tapar su corresponsabilidad estos cuatro años.
La extrema derecha encuentra en esta agenda imperialista y racista el abono perfecto para seguir creciendo. Ni los social-liberales ni sus socios neorreformistas que la asumen son, por lo tanto, ningún dique de contención, sino más bien una alfombra roja para las Meloni, Le Pen o los Abascal.
Meloni es hoy la avanzada de esta política reaccionaria del imperialismo europeo. Es necesario combatirla en Italia, el Estado español y el resto de países, la aplique la extrema derecha o el “progresismo”. Contra las fronteras blindadas, peleemos por las fronteras abiertas y la derogación de las leyes de extranjería, por la regularización completa y la igualdad de derechos, y por el fin de la expoliación imperialista que las multinacionales europeas – ayudadas por la injerencia política y las diferentes intervenciones militares de nuestros Estados – llevan adelante en África, Oriente Medio, Asia y América Latina.
Fuente: La Izquierda Diario