¿Amor afrocentrado? Tres reflexiones por mujeres negras

Por estas fechas, es bastante común dentro del movimiento negro y antirracista, que aparezcan nuevamente lineas de debate sobre aquello que significa el amor afrocentrado en nuestra praxis política. Pero, ¿hasta qué punto podemos conceptualizar y teorizar sobre algo tan subjetivo y privado como lo son los afectos? 

Hoy recopilamos tres reflexiones de mujeres negras, cada una con una historia y un recorrido distinto, sobre aquello que se entiende y defiende, en cuanto a eso que llamamos “amor afrocentrado”: 

1.

“Una vez escuché por ahí que ejercer el amor afrocentrado era una apuesta política por que las personas negras siguiéramos existiendo, que era una manera de desafiar al blanqueamiento y confrontar los discursos de “mejorar la raza” eligiéndonos a nosotres. También escuché, y comprobé, que era asegurar una relación libre de racismo, de chistes y bromas de mal gusto por tu cabello, tu color de piel, tu forma de la nariz o de los labios, por tu manera de hablar, de reír o de comportarte, o dicho de otro modo, por tu forma de vivir, verte y expresarte como una persona negra en una sociedad tan racista y con tantas pretensiones de blanquearse como la que habitamos. 

Pero más allá de eso, siempre me llamó la atención eso del amor afrocentrado como un ejercicio por reclamar nuestro derecho a ser cuerpos merecedores de amor y de deseo, descartando lo que dicta la norma blanca sobre quiénes son dignes de los afectos, y entendiendo que contamos con la agencia para poder afirmarnos y celebrarnos entre nosotres, a pesar de lo que el racismo nos demanda. Pensar en que elijo estar con una persona negra, no sólo para evitar el racismo de mi pareja y su familia blanca, sino porque creo firmemente en compartir con ella mis valores, principios y estilo de vida como una persona negra consciente, son los motivos que a mi juicio hacen que el amor afrocentrado sea una verdadera apuesta política por disputar los afectos y no un simple eslogan, que asume que una relación entre dos personas negras es por sí sola segura y libre de racismo. 

Sin embargo, siempre quedaban en mí ciertas preguntas, ¿Qué papel tiene el amor afrocentrado en la vida y los afectos de las personas queer negras? ¿Desde que lugar yo, como una mujer negra y lesbiana, podía elegir gozar de con quién decido compartir mi vida, en una sociedad tan racista, sexista y lesbofóbica como la que habitamos? ¿En qué historias podía reflejar aquello que yo soñaba, si las representaciones de nuestros amores lésbicos y ennegrecidos siempre estaban marcados por la tragedia y los finales tristes? 

Hoy, a casi dos años de estar felizmente en una relación lésbica y afrocentrada, puedo decir sin duda que estar y elegir a otra persona negra es mucho más que un modo de evadir el racismo en lo privado y de combatir el blanqueamiento. Se trata de contar con alguien que entiende, comparte y coincide con tu experiencia de vida en una sociedad negrófoba y racista. Es maravillarse con la cultura de la otra persona, que también tiene un poco, o mucho, de la tuya, porque al final ambas son muestra de cómo han resistido nuestras tradiciones, nuestras costumbres y nuestras prácticas frente a la violencia del colonialismo. 

Amar y elegir conscientemente a otra persona negra es permitirse expresar el cariño y los afectos de los modos en que sólo lo hacemos entre nosotres, algo que me gusta pensar como el hecho de ennegrecer nuestras formas de querer a le otre, a través de acciones y momentos tan íntimos como el de trenzarnos juntes, compartir y preparar la comida que nos recuerda a les nuestres y que tanto significa en nuestra historia, bailar y disfrutar de como retumban y suenan unos buenos tambores. Amar y elegir conscientemente a otra persona negra es una forma de manifestar que nuestros afectos también pueden ser antirracistas, pero también es reivindicar el compartir nuestra ancestralidad como una forma propiamente nuestra de expresar el cariño. 

En mi experiencia, es enseñarle a bailar a mi novia una salsa y una chirimía, mientras ella me da unas clases de kompa haitiano. Es deleitarme con su sazón y en el fondo sentir una nostalgia inexplicable, por lo parecido que sabe su comida con la que me preparan en casa. Es emocionarme cuando prueba por primera vez un traguito de viche y me dice que no sabe por qué, pero le recuerda a su tierra. Es entender que elegirnos es compartir nuestra vida juntas, pero también nuestra ancestralidad.” 

2.

“Antes de aprender a defenderme de la violencia racial, me hubiera gustado mirarme con amor y comprensión. Hay una crueldad poco hablada sobre los efectos que el racismo tiene en la memoria de nuestros corazones. 

Alguna vez leí que el amor afrocentrado era otra trampa del colorismo, pues, de cierta manera, idealizaba las relaciones entre personas que compartían experiencias de racialidad. Sin embargo, lo cierto es que si existe una apuesta política que consiste en reconocernos como seres “amables”, en el sentido más genuino de la palabra, no se puede negar que la forma de comprender el acompañamiento, el sostén y la intimidad misma, es muy distinta. Prevalece una intención de cuidado que pretende diezmar los miedos y honrar las heridas, lo que contrasta con las tendencias salvadoras de los regímenes hegemónicos del amor. 

En varias relaciones que sostuve con personas no negras, llegué a sentir una soledad incrustada y un límite sobre cosas que no podían ser habladas, y mucho menos negociadas. Por ejemplo, el hecho de saber que en algún momento dado, estaría expuesta a alguna situación de rechazo o de exotización y que al vivirla, manifestar mi incomodidad resultaría en un conflicto y a su vez, ello me conduciría a una espiral de violencia,donde mis emociones constantemente serían invalidadas antes de siquiera intentar ser comprendidas. 

Haber vivido relaciones marcadas por el secreto, la clandestinidad y la exotización me llevaron a pensar que de cierta manera, mi destino era estar preparada para los adioses inminentes, las traiciones y percibirme desde la fealdad. En cambio, estar con una persona negra significó explorar formas éticas del querer y conectar con una conciencia sobre cómo deseaba ser amada y sobre todo, cómo podía amar ponderando el cuidado. Erróneamente llegué a pensar que quería estar con alguien a quien pudiera acompañar, y un gran descubrimiento fue darme cuenta que era más reparador sostener que acompañar, entre muchas cosas, esto implicaba aprender a estar desde diversos sitios de la felicidad, en lugar de forzarla a regirse por un solo eje. 

Así mismo, es necesario reconocer que el amor afrocentrado es complejo porque no diluye las opresiones de género. No obstante, representa una forma de reconocer ternura en todo aquello que nos enseñaron a rechazar y ocultar. Al amor afrocentrado lo entiendo como una defensa histórica de nuestra vida y una reivindicación del destierro ancestral. Elegir amar a una persona negra es combatir las soledades impuestas por la blanquitud; es encarnar la diáspora y el exilio. Es hacer de la solidaridad negra una base esencial para la conciencia del amor. Amar desde la negritud es pugnar por el espacio público, también es expiar la vergüenza y validar nuestras emociones. Nunca más en el anonimato.

3.

“El amor es algo universal que cada persona entiende de forma diferente, lo que para mí es y puede significar amor puede diferir de lo que tú concibas como amor, a partir de tus creencias y experiencias. Pero cuando le añades la realidad de ser una persona negra a esa concepción de amor, puede llegar a adoptar un poder único ligado a linajes ricos en tradiciones y costumbres. De ahí que mi concepción del amor fuera como el ejercicio de un sentimiento puro y refrescante. Sentir que soy capaz de atraer un sentimiento genuino y auténtico, pero las experiencias y la realidad como mujer negra en Europa han sido suficientes para romper ese globo. Experiencias con hombres heterosexuales blancos que ven su relación contigo como una vivencia pasajera, para “experimentar” y “redescubrir” sexualidades, como si mis raíces y mi color mi piel fueran un juguete sexual para ellos.

Partiendo de vivencias traumáticas como esas, no es de sorprenderse que la primera relación afrocentrada que tuve fuera como una mañana de primavera. Estar con alguien que fuera capaz de verte completamente y no como una “experiencia sexual”. Alguien con quien fueras capaz de compartir desde vivencias hasta historias, o cosas más comunes como risas y referencias internas que una persona blanca simplemente no comprendería. 

El amor negro para mi ha sido el poder de estar y tener a alguien que está realmente presente y disponible para escuchar, comprender, empatizar y apoyarte mientras lidias con la sociedad y sus sistemas de discriminacion. Una fuente de fuerza romántica que te hace sentir como “en casa”, asegurándote que cuando vas a visitar a su familia no tienes que “luchar por tu vida” en medio de comentarios racistas o altamente discriminatorios, sino que cuando estás alrededor de tu pareja y de les suyes, te vean como una más entre elles, en medio de conversaciones casuales, o simplemente compartiendo comida sabrosa mientras habláis soltando comentarios en Igbo (como en mi caso), emulando así un sentimiento de “hogar”, el mismo que tendrías cuando estás en casa con toda tu familia.

Si bien es cierto que el amor es amor, como se dice, y no puedes controlar de quien te enamoras, también es cierto que hay una importancia en el amor afrocentrado, que se puede traducir en resistencia, un sentimiento de liberación, e incluso en el continuar con experiencias comunitarias y tradiciones pasadas de generación en generación.

Por lo que, en definitiva, sienta muy bien amar y ser amade pero sienta aún mejor la capacidad de poder compartir vivencias, linajes y/o cultura con la persona que amas, practicando a la vez una resistencia continua con esa persona, en medio de una sociedad construida para ir en contra de vuestra existencia y pertenencia. Hay un nivel de conexión al que se puede llegar que simplemente refuerza ese sentimiento que ya existía, evocando además una sensación de seguridad.”

“To give ourselves love, to love blackness, is to restore the true meaning of freedom. Hope, and possibility in all our lives.” bell hooks

Una reflexión de Alejandra Pretel, Ana Hurtado y Favour Ekaezunim

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