“Belleza marrón”, el ensayo fotográfico argentino que cuestiona el racismo del modelo hegemónico

Busca sumar espacios para visibilizar la belleza que no entra en el esquema de la blanquitud, la juventud y la delgadez. El trabajo de la retratista Alejandra López es un guiño para advertir toda la violencia y el racismo que encierran los estereotipos que impone la sociedad.

Belleza, sensualidad y elegancia son las cualidades que elige resaltar la retratista Alejandra López en el ensayo fotográfico “Belleza Marrón” realizado junto a Identidad Marrón con activistas antirracistas como modelos, que cuestiona las representaciones habituales de las personas indígenas, siempre mucho más cerca de la pobreza, la fealdad o la criminalidad que del éxito, el deseo y el glamour. Las imágenes ponen en evidencia cómo opera el racismo en Argentina.

La obra, que fue eje de un posteo en las redes sociales de la organización en la previa del octavo aniversario de la primera marcha Ni Una Menos para advertir toda la violencia y el racismo que encierra el modelo hegemónico de belleza –que ensalza la blanquitud, la juventud, la delgadez– es exhibida como muestra fotográfica en el Centro Cultural Borges (Buenos Aires) desde principios de junio.

Hegemonía y estereotipos

“Hay una frase que dice que la belleza está en los ojos de quien mira, y eso es lo que espero le suceda a la gente que vea la muestra, que es una propuesta estética, pero también una propuesta política de que todas las personas tengamos acceso a poder vernos en las imágenes que construyen nuestros sentidos, nuestra vida y nuestros deseos”, dijo Melisa Yaleva (32), una de las activistas retratadas por López.

Esta acción llega cuando aún no se disipan los ecos de la irrupción de Anabel Sánchez, la joven de las clases populares y rasgos indígenas que se hizo viral con un video que la muestra modelando para participar de un casting de la revista Vogue y que le valió la contratación por parte de una importante agencia y la confirmación para el Bailando 2023, donde probablemente contará también los obstáculos que tuvo que enfrentar para ingresar en el modelaje por su fenotipo.

“Cuando conocí a Identidad Marrón, me deslumbró su planteo, porque yo tengo 30 años de fotógrafa e hice muchos años moda para medios gráficos. Siempre me preguntaba qué pasa con el 99 % de la gente que no entra en ese esquema (de belleza) con el que nosotros trabajamos y me parece de una violencia muy fuerte”, dijo López.

La fotógrafa aseguró que “hay un disciplinamiento de las mujeres” en ese modelo coercitivo de belleza que se perpetúa en las imágenes que produce el cine, la TV, la gráfica y la publicidad; “Por eso tenés a millones y millones de mujeres ocupadas horas y horas en tratar de encajar en ese ideal”, explicó.

“Para las personas racializadas, es más complejo todavía, porque no pueden hacer algo para cambiar (su fenotipo) y, entonces, es superviolento cómo se las invisibiliza, cómo se las borra de todas partes para poder decir que somos un país blanco. Es una obviedad (esta contradicción), pero, si uno no la pone en palabras, es como que nadie se diera cuenta de que eso sucede”, agregó.

Ante esta constatación, que se hizo más evidente para ella cuando conoció el trabajo de Identidad Marrón, comenzó a preguntarse “qué pasa si uno hace el ejercicio de poner todos los dispositivos de que dispone para consagrar como bello lo hegemónico, al servicio de fotografíar gente marrona”, con la expectativa de que el resultado sea capaz de “generar algunas preguntas”, no solo desde su divulgación en redes o una muestra, sino también desde alguna revista de moda y tendencias, “para discutir en el terreno” esta cuestión. El desafío fue entonces poner “una fotografía, iluminación y estilismo de primera línea” al servicio de ubicar a estas personas “en el lugar donde no las ponen las revistas, las publicidades”, porque, cuando se las muestra, “la narrativa de la imagen” es otra, muy diferente: “Siempre ellos y el territorio”, y siempre relacionadas con “la marginalidad, con el dolor, el delito y otras cosas negativas”.

Una de las retratadas es Rebe López (32), que, además de integrar Identidad Marrón, es escritora, performer, trabajadora sexual y militante por los derechos de quienes se dedican a esta actividad.

“Cuando llegué a la sesión de fotos, me encontré con que había maquillador, peinador, vestuarista, quedé impactada. El proceso de hacer esas fotos fue un ejercicio de reconciliación con mi cara, con mi piel, con mis rasgos, porque, si bien yo estoy muy orgullosa de lo que soy, me costó empezar a verme linda”, contó Rebe López. La joven explicó lo que le ocurrió durante mucho tiempo: “La mirada de la sociedad hacia mis rasgos indígenas hizo que yo me odiara, que quisiera huir de mi piel”; es que además, creció viendo cómo su madre se ponía “crema blanqueadora”, viendo novelas infantiles donde las protagonistas nunca se parecían a ella y teniendo que lidiar con la mirada desconfiada de los empleados de seguridad cada vez que entraba a un local comercial del tipo autoservicio. “Hacer estas fotos fue emocionante, fue un ejercicio colectivo de reconstrucción de nuestra autoestima, de reivindicar nuestras pieles y nuestra ancestralidad, que muchas veces no se nombra, no se ve y, en esta oportunidad, pudimos mostrar que está siempre viva, a pesar del genocidio”, apuntó.

En el caso de Wari Alfaro (36), se da la particularidad de que se dedica a la fotografía de retratos desde hace 10 años y tiene a Alejandra como una de sus referentes.

“Imágenes como estas no existen por decisiones, en primer lugar, sociales, porque estamos en un sistema racista estructural; pero también personales de quienes tienen una responsabilidad y están en una posición de decidir si seguir sosteniendo eso o de empezar a desmontarlo”, dijo Wari quien además es una persona no binaria. 

Wari explicó una característica de este trabajo: “‘Con’ nosotres y no ‘sobre’ nosotres”, que se dio de manera “participativa” porque la retratista tuvo una escucha activa respecto a lo que se quería representar desde Identidad Marrón, que tiene “la premisa de llevar el antirracismo a la acción”. “Somos un grupo muy activista, estamos todo el tiempo haciendo un montón de cosas y llegar ese día a que nos peinen, nos maquillen y poner nuestro rostro fue muy fuerte”, sostuvo.


Con respeto a sus expectativas sobre la muestra, Wari confía en que sea capaz de generar una duda colectiva que lleve a mover cosas o en sus palabras, “Que genere una incomodidad al plantearnos por qué venimos sosteniendo representativamente una imagen (de sociedad) que no es real (..) verme fue muy impactante y que se genere esa confusión visual en el cerebro –de la cual no estamos exentes nosotres– al ver otro tipo de rostros, nuestros rostros, donde no estamos acostumbrades a vernos, es decir, en imágenes visualmente bellas, de revista, de muy alta calidad, me genera una confusión visual que es la que quiero que se les genere a otras personas”, añadió.

Sobre la irrupción de la modelo de San Francisco Solano, Anabel Sánchez, Yaleva –comunicadora social– opina que “es una invitación a poder proponer nuevas imágenes” a partir de “la reacción de muchísima gente, de millones de personas que le mandan cariño, amor, afecto”. “Annabelle es hermosa, tiene todo por delante, muchísimas cosas por decir, y eso me encanta. Pero es un caso entre millones y es como la excepción que confirma la regla de que las personas marronas, las personas que no son hegemónicas y que no responden al patrón blanco europeo, no están en esos lugares, no estamos en las tapas de revistas, no estamos en las publicidades, y por eso termina llamando la atención”, concluyó.

Fuente: Unidiversidad

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