El bullying mata y el racismo también

La mayoría de medios de comunicación se han hecho eco del intento de suicidio de la pequeña Saray, una niña de tan solo 10 años que se tiró desde el balcón de su domicilio, en Zaragoza, tras no poder soportar más el racismo que vivía en la escuela.

Mientras los titulares hablan de bullying, como esto no tuviera nada que ver con la condición de migrantes de sus progenitores o con el hecho de que el objeto de este acoso escolar era su nacionalidad; pues Saray y su familia son de origen colombiano.

Tras acabar su segundo día de clase del nuevo curso, la menor, harta de lo que tuvo que aguantar durante esas 48 horas, tomó la decisión de acabar con su vida. Fue su madre la que, al volver de comprar en la tienda de la esquina, encontró a Saray tendida en el suelo dolorida y, posteriormente, una nota de despedida pidiendo disculpas por sus actos y expresando su amor por su hermano, madre y padre.

Afortunadamente, Saray está fuera de peligro, aunque las secuelas físicas (de la fractura de cadera y la fisura en el tobillo del impacto de la caída) y mentales son algo inevitable en un caso tan extremo como este.

Nos lleva a pensar en cómo de dura tuvo que ser la experiencia para llevar estas ideas a término. Los padres han confirmado algunas de las expresiones que sus compañeros de clase utilizaban para referirse a ella: “sudaca de mierda, vuelve a tu país, puta colombiana, no vas a tener amigos”.

También había señales en el cuerpo de la pequeña que dejaban entrever otro tipo de agresiones y vejaciones que recibía en el aula, como tirones de pelo, golpes o empujones.

Por parte del Colegio Agustín Gericó, centro concertado al que asistía la pequeña, han declarado que esto no se trata ‘’de bullying ni de bulan’’; y la tutora se ha excusado alegando que en su clase ‘’el bullying no se ha visto ni se verá’’.

Mientras tanto, el mundo ha sumado esta agresión al saco de casos de bullying, olvidando uno de los matices más importantes: el racismo que fundamenta el acoso que esta inocente niña ha recibido.

Desde Afrocolectiva mostramos total solidaridad con la niña y su familia. Es una vergüenza que tanto la profesora responsable, como el centro, se hayan eximido de su responsabilidad: recordemos que las personas docentes responsables de niñxs también tienen que ser capaces de poder identificar conductas o comportamientos de cualquier índole discriminatoria.

Deben saber hacer frente mediante protocolos o guías al racismo, sea cual sea el motivo, pero especialmente con motivos que son más difíciles de identificar, como por ejemplo, el bullying por racismo en este caso.

 Lxs niñxs racializadxs en etapas de crecimiento no tienen por qué hacer frente a este tipo de situaciones y además, casi no disponen de herramientas de autodefensa para hacerlo. En muchos casos el racismo acaba modificando la configuración identitaria del niñx, haciéndole tener consecuencias a nivel psicológico graves y llevando a las niñas hasta el punto de querer suicidarse.

Con esto queremos decir que es un proceso paulatino y progresivo, no ha ocurrido de la noche a la mañana, y ha tenido que ocurrir enfrente de las docentes durante mucho tiempo para que es esta situación de intento de suicidio se haya producido.

Como bien apuntan desde AraInfo, el Diario Libre de Aragón, uno de los pocos medios que ha realizado una cobertura adecuada sobre el asunto: 

‘’Buscas seguridad en algunos espacios; aunque, aún eres pequeña, eres una niña, y no sabes aún, que la seguridad solo la vas a encontrar en tu comunidad. Sin embargo, esa misma comunidad está lejos de ti también, porque no hemos venido buscando el placer del turismo; hemos dejado gran parte de nuestras raíces y si simplemente, no podemos volver, ¿por qué no enseñan en los libros las historias que atraviesan a nuestros países moldeados en el colonialismo, como si de un eterno bullying se tratara?

El racismo es un pie de esta estructura violenta y está metido a fuego en quienes, desde su privilegio, señalan tu falta de aguante y tu excesiva sensibilidad. Así que, si te sientes mal, si no lo aguantas; pues regresa a tu país… Esa es la simple lectura de quienes prefieren ignorar la responsabilidad histórica de nuestra situación. Nadie quiere estar lejos de su tierra, de lo que quiere, de lo que es parte.’’

Una reflexión de Quinndy Akeju y Ana Bueriberi

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