• “Tenemos un sueño” Apuntes para pensar la educación antirracista desde el Sur Global

    “Tenemos un sueño” Apuntes para pensar la educación antirracista desde el Sur Global

    Conversamos con el famoso y recordado discurso de Martin Luther King pronunciado en 1963, “Tengo un sueño”, para plasmar algunos apuntes en torno a la educación antirracista desde el Sur Global. Desde abajo, desde el sur, desde la subalternidad, proponemos como punto de partida cuatro dimensiones: reivindicación de la diversidad con conciencia de las múltiples desigualdades, formación para formadores desde el senti-pensar crítico, educación para la transformación desde ámbitos no formales, interculturalidad crítica y transformación de las instituciones como horizonte. Nos inspiraron Potopoto, Afrokaribú y Fahafahana, que desde la valoración de la diversidad, la descolonización del pensamiento, el reconocimiento del racismo y las desigualdades, así como la interculturalidad y la interseccionalidad, reconocen estas valiosas inicativas para quienes aún tenemos un sueño desde el Sur.

    “Hoy les digo a ustedes, amigos míos, que a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo un sueño. Es un sueño profundamente arraigado en el sueño “americano”. Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo: “Afirmamos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales. Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos, se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad. Sueño que un día, incluso el estado de Misisipi, un estado que se sofoca con el calor de la injusticia y de la opresión, se convertirá en un oasis de libertad y justicia. Sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad.” Martin Luther King, 28 de agosto de 1963

    El famoso y recordado discurso de Martin Luther King pronunciado en 1963, “Tengo un sueño”, probablemente y con cierta facilidad, en algún momento, llegó a nuestros oídos o lecturas. Estas palabras, así como una histórica movilización por los derechos civiles, marcaron a la sociedad estadounidense durante la segunda mitad del siglo XX, y pese a esto, hoy persisten las tensiones sobre los derechos de las personas afroestadounidenses. Su discurso también nos ha inspirado para exclamar desde América Latina: “¡Tenemos un sueño!” Aunque, ciertamente, en una vía un poco distinta; desde otros lugares geográficos y corporales de enunciación y con la perspectiva de quienes hemos vivido el siglo XXI, alcanzando a experimentar, no con poca desesperanza, un panorama que parece avanzar hacia la igualdad y libertad que reclamó Luther King, pero como en un círculo vicioso, vuelve con ráfagas de exclusión y discriminación. Así lo vivenciamos en años recientes, con el reposicionamiento de las extremas derechas en múltiples locaciones.

    Dice Luther King, acerca de una verdad evidente, que “todos los hombres son creados iguales”. Nuestro punto de partida es distinto, y quizás, opuesto. Ciertamente, la nación, aquella estadounidense a la que acudía su llamado, así como nuestras naciones en América Latina, han nacido y perviven por la desigualdad que crean entre individuos y grupos sociales, ya sea étnico-raciales, de género, generacionales o de clase, como lo han analizado los feminismos negros estadounidenses y los feminismos comunitarios en América Latina desde la interseccionalidad (Viveros, 2016), la multidimensionalidad (Vargas, 2023), entre otras perspectivas. En este ensayo no hablamos solo de hombres, ni partimos de creaciones iguales, sino de sociedades intrínsecamente diversas y con múltiples desigualdades, incluyendo una fundacional: la llamada conquista, colonización y esclavización que (principalmente) España y Portugal impusieron en la región, reproducidas en tiempos republicanos por nuestros Estados, bajo la forma del colonialismo interno (Casanova, 2003). 

    Vemos con mayor claridad que hemos nacido diversos y desiguales, y ese es nuestro punto de partida. Desde abajo, desde el sur, desde la subalternidad, pensamos algunos apuntes para la educación antirracista. Aquí proponemos cuatro dimensiones como punto de partida: reivindicación de la diversidad con conciencia de las múltiples desigualdades, formación para formadores desde el senti-pensar crítico, educación para la transformación desde ámbitos no formales, interculturalidad crítica y transformación de las instituciones como horizonte.

    En primer lugar, consideramos fundamental para nuestras infancias en sus primeras etapas formativas, el acceso a información y conocimiento sobre la diversidad de la humanidad en general, así como de su país y de América Latina en particular. Esto permite que nuestra diversidad intrínseca se posicione como un saber colectivo interiorizado desde temprana edad, mediado por el respeto y con miras al relacionamiento intercultural. Tiene gran importancia que nuestras infancias empiecen a conocer lo que nosotres muchas veces desconocemos hasta edades mayores, nuestra amplia diversidad de pueblos indígenas y afrodescendientes, sus costumbres y cosmovisiones en América Latina, Abya Yala o Améfrica Ladina, como propone Lélia Gonzalez (Gonzalez, 1988). Afrodescendientes, Ñuu Savi, Garífunas, Misak, Palenqueros, Mapuches, Aymaras, Quilombolas, Wixárikas, Raizales, Ingas, entre muchos otros pueblos y comunidades, son parte fundamental de las relaciones y perspectivas que una educación antirracista debe tejer en nuestras infancias en el Sur global. Esto dará lugar a una base más sólida para abordar, en etapas posteriores, reflexiones críticas acerca de las múltiples desigualdades bajo las que se construyen nuestras sociedades.

    Sin embargo, creemos que esta vital tarea debe ir acompañada o incluso precedida por la formación para formadores desde el senti-pensar crítico en términos de posicionarnos en nuestras dimensiones de opresiones y privilegios como sujetos sociales y como formadores. Para ello, son importantes los contenidos y procesos reflexivos para nuestres maestres que involucren temáticas referentes a los antecedentes históricos del racismo, su carácter estructural, las manifestaciones actuales, las creencias que internalizamos y reproducen desigualdades y exclusiones, además de una reflexión sobre nuestra responsabilidad como docentes, que pasa por la deconstrucción, concienciación y revisión de los propios sesgos del profesorado. 

    Mientras eso sucede y se generaliza en nuestros sistemas educativos, pensamos que son muy poderosas las iniciativas desde la educación no formal o no institucionalizada, ya que permiten llegar a espacios más cotidianos, integrando narrativas que han sido invisibilizadas en la educación formal, como son las perspectivas afrocentradas, indígenas del Abya Yala, u otras propuestas desde la subalternidad, que incluso posibilitan conversaciones para formar desde la diversidad y en los márgenes de lo institucional, entretejiendo un camino en la interculturalidad crítica. Así lo muestran las experiencias que nos inspiraron a escribir estas reflexiones: Potopoto, “educando en la diversidad a través de cuentos africanos”; Afrokaribú, “medio para la descolonización del pensamiento”; y Fahafahana, “promoción de la interculturalidad crítica y el antirracismo en el ámbito social y educativo”. En definitiva, son motivación y ejemplo para quienes aún tenemos un sueño desde el Sur, y aportan nuevas perspectivas a los caminos que hace unas décadas abrió la pedagogía de la liberación (Freire, 2022 [1970]).

    Con todo, parafraseando a Luther King, aún tenemos un sueño. Es un sueño profundamente arraigado en Améfrica Ladina y el Sur global. Soñamos con sociedades que se reconozcan heterogéneas, que crezcan en la diversidad y la diferencia, con “una concepción de ‘identidad’ que vive con y a través de la diferencia, y no a pesar de ella” (Hall, 2010, pág. 396), al tiempo que reconocen las desigualdades, sin ocultarlas, y luchan por disminuir las brechas y por ampliar la redistribución de los recursos. Soñamos con el reconocimiento y reparaciones de la herida colonial europea. Soñamos con redes de integración económica desde el Sur global. Soñamos con procesos educativos alternativos feministas, antirracistas y críticos, que en su momento, transformarán radicalmente nuestras instituciones y nuestras sociedades.

    Referencias

    Casanova, P. G. (2003). Colonialismo interno (una redefinición). Conceptos y fenómenos fundamentales de nuestro tiempo. México: UNAM.

    Freire, P. (2022 [1970]). Pedagogía del oprimido. Siglo XXI Editores.

    Galeano, E. (1993). El libro de los abrazos. Madrid: Siglo XXI.

    Gonzalez, L. (1988). A categoria politico-cultural de amefricanidade. Tempo Brasileiro(92/93), 69-82.

    Hall, S. (2010). Sin Garantías. Popayán: Universidad del Cauca.

    Vargas, B. (2023). Blanquidad, animalidad y brujería zoológica: un acercamiento a Aph Ko y Syl Ko desde el Sur global. Tabula Rasa(45), 49-72.

    Viveros, M. (2016). La interseccionalidad: una aproximación situada a la dominación. Debate feminista(52), 1-17.

    Una reflexión de Edson Gallardo Tabarez y Vanessa Useche Acevedo.

  • Hugo Arellanes Antonio: Yo me nombro fotógrafo afromexicano

    Hugo Arellanes Antonio: Yo me nombro fotógrafo afromexicano

    “Un suceso raro”, así es como Hugo Arellanes define su primer acercamiento con la fotografía. Es casi como una alusión al destino. Una cámara de segunda mano transformó la forma de pensar y habitar el mundo. No hubo marcha atrás. 

    Sus arraigos están en el municipio de Cuajinicuilapa, en la región mejor conocida como la Costa Chica del Estado de Guerrero. En ese pueblo hay algo más que los recuerdos de sus primeros años de estudio, están sus padres, su tierra. Sobre todo, está el deseo de volver para vivir con tranquilidad. 

    A falta de políticas culturales efectivas, y de una inversión eficiente para el desarrollo de talentos artísticos locales, Hugo aprendió la técnica fotográfica en un cibercafé y participando en los talleres promovidos por el Padre Glynn en El Ciruelo, un pueblo afromexicano del Estado de Oaxaca. 

    Su trabajo ha sido exhibido en diversos recintos de talla nacional e internacional. En el 2018, fue parte de la exposición “Africamericanos”, proyecto transmedia dirigido por Claudi Carreras, que reflexióno en torno a la construcción de los imaginarios alrededor de las personas afrodescendientes en América Latina. 

    P: ¿Cómo te gusta ser nombrado? ¿Quién te gustaría ser en un futuro pensado a 5 años?

    –Soy Hugo Arellanes. Soy un fotógrafo que está tratando de experimentar, que sigue buscando todavía qué es lo que quiere hacer con la fotografía, aunque ya tengo algunos avances, algunos apuntes, aún sigo pensando cómo usar usar la fotografía de manera más eficiente. ¡Uy! ¿quién quiero ser dentro de 5 años? Es una pregunta complicada, creo que la gente como yo –que se dedica al freelanceo– de pronto no se da el lujo de soñar tanto, porque pues como que entra uno en la comodidad entonces no, no planeó mucho a futuro, voy trabajando y voy viviendo como se va dando el día a día.

    P: ¿En qué momento tú comienzas a nombrarte como fotógrafo y cómo es tu trayectoria para llegar a nombrarte fotógrafo? 

    –La primera cámara que tuve me la regalaron mis papás, la compraron en el mercado. Un suceso bastante raro: un señor vendiendo cámaras llegó al puesto que teníamos en el mercado con mis papás  y mis papás compraron esa cámara y me la regalaron, entonces fue como el primer acercamiento a la fotografía ,después yo estuve haciendo pintura y grabado en el Centro Cultural Cimarrón y ahí mismo tomé mis primeros cursos de fotografía. Durante mucho tiempo estuve haciendo fotografías sobre la vida cotidiana pero, me costó mucho nombrarme fotógrafo porque justo,  cuando no tienes toda una documentación que avale que eres fotógrafo, te cuesta, entonces en algún momento, no recuerdo pero, estaba viendo memes en internet y decían que que para ser fotógrafo solo tenías que tener una tarjeta de presentación que dijera “fotógrafo”. Recuerdo que esa misma semana me puse a diseñar mi primera tarjeta que decía fotógrafo y, a partir de ese momento, en que diseñé la tarjeta y que decía ahí que yo era fotógrafo, me empecé a nombrar fotógrafo. Me la creí muchos años después, porque al principio lo adopté como parte de reírme de la vida y, muchos años después,  ya estando en Ciudad de México, viendo el valor que tenía el trabajo que yo estaba haciendo y yo mismo ya dándole un valor fue que me la creí.

    P: ¿Qué es el taller Cimarrón?

    – Es la apuesta por el arte que crea el Padre Glynn.  El padre Glynn es un párroco que estuvo en la comunidad del El Ciruelo durante muchos años a cargo de esa parroquia y que tenía la visión de que los niños se empoderaran y que, a partir del arte, descubrieran su afrodescendencia. En ese Centro Cultural  había talleres de todo tipo: de grabado, pintura, músicam estaban las clases para para el cibercafé, o sea de todo; de lectura, de danza pero, como que los 2 talleres que más sobresalían eran el de grabado y el de pintura. Cada fin de año escolar se hacían campamentos, así se les llamaban pero era una reunión de jóvenes en alguna comunidad donde se iban a dar los talleres de pintura y grabado. Entonces para mí ese fue un espacio súper importante, porque aprendí mis primeras cosas sobre arte. Lo primero que aprendí fue de fotografía, de pintura, o sea conozco muchos pintores y muchas técnicas, como acrílico, óleo, litografía, esas cosas fueron las cosas que aprendí ahí en el Centro Cultural Cimarrón.

    Siempre he pensado que la vida me  ha traído hasta donde estoy. Cuando yo estaba en la prepa, el estado de Oaxaca organizaba un concurso de pintura a nivel estatal que se llamaba “Rayos de sol”, y se me hizo súper raro que maestros del Estado de Oaxaca vinieran a aplicar, pues nos dieron la oportunidad de participar en este concurso. Recuerdo que fue una tarde, nos llevaron todo el material para pintar: pintamos, entregamos nuestros cuadros y se los llevaron, y después resulté ganador del tercer lugar de ese concurso de pintura, eso me dio la oportunidad de conocer al Padre Glynn y después poder viajar a El Ciruelo constantemente a los talleres, porque el padre se hizo amigo de mis papás y eso me daba  más libertad de ir. Y sí, el pasaje era un factor porque recuerdo que, en algún momento, hasta me quedaba en la desviación y de la desviación al Ciruelo son como 3 km y me los caminaba para poder venir otra vez.

    P: Si te tocara hablar de la historia de la fotografía en Cuajinicuilapa, ¿Qué dirías al respecto?

    – Hay muchos fotógrafos, de hecho- este no es un fotógrafo- pero, por ejemplo, había un señor que se dedicaba a hacer los rótulos en el pueblo que ahí sí recuerdo que cuando salíamos de la primaria y veíamos a este muchacho haciendo rótulos nosotres nos quedábamos todo el tiempo que él estaba pintando, ahí mirando, porque estaba poniendo una imagen y porque aparte, dibujaba cosas con los rótulos. Para nosotres eso era impresionante, y de fotógrafos, pues ya estaban los fotógrafos de la iglesia, los fotógrafos de los eventos sociales, de los cuales pues yo admiraba mucho porque pues veía sus cámaras y aparte, ver que en un solo tiro, eso yo todavía lo envidio: que en un solo tiro era como de click y ya, se seguían al siguiente. Tienen un ojo bastante entrenado y, en la actualidad, pues ya hay muchos más jóvenes que están haciendo fotografía, te mencionaba ahorita a Carlos Reyes  que es un chavo que ha registrado todas las fiestas de Cuaji en los últimos años y que  tiene un gran ojo y que, aparte, se compró su equipo y solo se dedica a hacer fotografías para cubrir el contenido de su página. Entonces sí, o sea, la historia de fotógrafos se va haciendo más y más grande.

    P: ¿Solamente te nombras como fotógrafo o si te gusta que te nombren,  tal cual, con todos los demás apellidos: fotógrafo afromexicano antirracista?

    Yo me nombro fotógrafo afromexicano y eso sí lo he puesto, me gusta políticamente, me gusta que se nombre así porque, por ejemplo, cuando expuse en el Centro de la Imagen, mi primera pregunta ahí al Centro de la Imagen fue “¿ha expuesto algún afromexicano alguna vez aquí?” porque aparte el concepto se acababa de construir unos años atrás, entonces no había alguien que se nombrara afromexicano dentro del Centro de la Imagen, que dijera “soy el primer afromexicano” quizás una persona afro pero que no sabe, no conocía el concepto afromexicano, quizás ya había expuesto alguna vez pero, nadie que se nombrara, entonces en esta dinámica política si me gusta nombrarme afromexicano.

    P: ¿Cuál es el concepto de afrodescendencia que tú quieres narrar a través de tu práctica fotográfica?

    –Yo lo que quiero narrar es una afrodescendencia politizada, eso es lo que me gustaría narrar y que se plasme en los que fotografíe, o sea,  que cada vez que alguien vea una de mis imágenes piense en política y no en política partidista, sino en una política social en la que nos pensemos. Algo que trató mucho de hacer a partir de la imagen, es evitar la folclorización,por ejemplo, desde hace mucho ya no fotografío fiestas y no es que no me gusten las fiestas, obvio me encantan, pero, por ejemplo, hay 100 fotógrafos más fotografiando las fiestas de mi pueblo entonces, es como de ¿por por qué voy a seguir haciendo lo que están haciendo 100 personas más?  cuando puedo estar reflexionando acerca de cómo politizar la imagen, como te decía, tengo muy pocos referentes de cómo hacerlo, esto es paso a pasito, o sea, mientras lo estoy investigando voy viendo cómo añadirlo a mi práctica fotográfica. Ver cuáles son como esos aspectos poco abordados de la formación a través de la fotografía y de la imagen que no sean solamente las fiestas, por ejemplo, la forma en la que hemos resistido: nuestras prácticas de salud, nuestras prácticas de organización y las prácticas de seguridad que se dan al interior de los barrios, todavía no se ha abordado así como de manera tan firme, entonces como que sí, hay muchas cosas que todavía nos cuesta abordarlas porque no sabemos por dónde.  Por ejemplo, hace algunos años vino una fotógrafa, no recuerdo si era europea, y fue a fotografiar las prácticas de curandería en la costa. Después de eso, obviamente le puse más atención a estas prácticas y estaba tratando también de registrarlas pero pues justo, a veces nosotres estamos tan ensimismados y se nos olvida que hay otras cosas dentro de nuestra cotidianidad que son importantes.

    P: ¿Cuáles son las posibilidades de crear? Es decir, porque a veces se tiene la idea de que en cuanto te nombras afro tu única narrativa va a ser la negritud, el folklore, entonces ¿Cómo ha sido tu proceso de exploración al nombrarte afromexicano? ¿Qué es lo que te interesa a ti?

    A mí me interesa mucho el combate del racismo desde la imagen pero, justo esto no ha limitado mi creatividad, de pronto yo puedo estar fotografiando un perro, una piedra, una hoja, cualquier cosa, mientras me parezca atractivo visualmente yo los fotografío. Ahora, lo que expongo si mayormente tiene que ver con poblaciones y personas afrodescendientes,  porque como ya dije, me interesa el combate al racismo. Algún día espero hacer algo más lúdico cuando el racismo vaya cediendo no sé un poquito, pues quizás ya fotografiar luces, sombras, plantas, otras cosas, porque recuerdo que de más chico, cuando estaba aprendiendo, me gustaban mucho fotos que son muy contemplativas. Entonces eso me gustaría estar haciendo en algún momento, y no tanto dándole difusión a cómo combatir el racismo desde la imagen.

    P: ¿Cómo se combate el racismo desde la imagen? 

    -Juan Joaquín Barrientos, que es de mis autores favoritos, escribió un texto que se llama “La colonialidad del ver” y después él dio un un taller sobre qué significa la colonialidad del verbo y a mitad del taller dijo una frase que para mí marca un antes y un después: ver es colonizar y ver es descolonizar, Entonces, él explica cómo desde la mirada colonizamos al otro cuando le ponemos prejuicios, estereotipos,  asignamos valores a ciertas cosas: estamos colonizando, estamos estereotipando, ensortijando a partir de la mirada y entonces, él mismo dice que si podemos colonizar con la mirada, también podemos descolonizar con la mirada. Cuando él cierra con la frase diciendo “ver es descolonizar” pues eso es: quitar todos estos estereotipos, juicios de valor acerca de lo que estamos viendo.

    Yo desde hace mucho tiempo lo que hago con la fotografía, justo es eso, tratar de quitar estereotipos que giran alrededor de las poblaciones y personas afrodescendientes. Para mí eso ha sido una tarea bastante complicada, porque tampoco en México tenemos tantos referentes de cómo hacerlo. Hay muchos textos que hablan sobre descolonizar la mirada pero, también se quedan en textos muy complejos que luego no se logran aterrizar tan fácilmente a la realidad. Yo, desde desde lo poco que voy aprendiendo de cada autor y, a partir de mi interpretación, es como trato de trabajar eso y supongo que va funcionando porque pues he tenido buena aceptación en un contexto mexicano.

    P: ¿Cuáles son esos estereotipos digamos como esas cosas que has limpiado alrededor de esa descolonización? 

    Para empezar, alrededor de los sujetos afromexicanos gira el estereotipo de que son violentos, son sucios, son pobres, son ‘sexosos’, o sea,  hay un montón de cosas que están ahí. Por ejemplo, uno de los proyectos que siento que es de los que más me dio gusto dar a conocer fue cuando invité a a varias personas afrodescendientes a formar parte de un calendari, en el que primero se reconocieran como afrodescendientes y dijeran algo que estaban haciendo, entonces salieron músicos, políticos, psicólogos, bailarines y todos diciendo qué era lo que estaban aportando a la rama en la que estuvieran trabajando. El chiste de esto era decir que los afromexicanos también aportamos a la construcción del Estado nación porque siempre se ha negado nuestra presencia, entonces para mí era muy importante decir “aquí estamos y antes también lo estuvimos”.

    P: ¿Cuál ha sido tu trabajo catártico?  ¿En qué año, en qué situación puedes decir “este trabajo me resultó catártico?

    -Fue de 2018 que es el Calendario Huella Negra. Siento que que me dio esta posibilidad de asociar derechos humanos y fotografía pero, es hasta esta vez que logro hacer esa conjunción de decir “¡ah! se pueden defender derechos humanos a partir de la fotografía, se pueden enunciar estos derechos a partir de decir los afromexicanos aportamos en ciencia, educación, artes”. Para mí también, el darme cuenta de que se podía, al mismo tiempo que me dio una gran satisfacción, me dio también- como dice el tío de Peter Parker- una gran responsabilidad, porque ya no podía volver yo a hacer algo solo de manera lúdica, sin que yo estuviera pensando en reflexionar más allá de la imagen y decir “¿cómo va a funcionar en el mundo real si quitamos este estereotipo, si tratamos de fomentar que se quite? porque a pesar de que luego uno da un montón de charlas así, te vuelves a topar con personas a las que ya le diste a charla y siguen repitiendo cosas.

    P: ¿Quién es Hugo cuando estás detrás de una cámara?

    Una persona que trata de reflexionar y- aquí como una como una frase robada –alguien que está tratando de no llegar con vergüenza al futuro.

     P: ¿Cómo le damos seguimiento a tu trabajo?

    – Para seguirme en redes estoy en Instagram como @arellaneshugo, en Facebook como Hugo Arellanes, ahí pueden ver un poco de las reflexiones que hago acerca de la imagen, pueden ver las fotografías que voy haciendo en el día a día. Mi Instagram luego es como de mi vida cotidiana, lo cual también está bien porque de pronto me pongo a pensar que ahora nos han inculcado tanto que tenemos que separar vida cotidiana con vida profesional, con vida artística,  con vida nocturna como que debemos ser 10 personas en uno. Yo honestamente, muchas de mis reflexiones las hago desde mi cotidianidad, desde lo que vivo cuando salgo al mercado, de lo que vivo cuando estoy en este sillón pensando,  desde cuando ando haciendo alguna chamba, desde ahí reflexiono porque justo, es el momento en el que tengo que tengo para pensar.

    Una entrevista de Ana Hurtado

  • El Festival Petronio Álvarez y la disputa por la naturaleza de la música negra-afrodescendiente

    El Festival Petronio Álvarez y la disputa por la naturaleza de la música negra-afrodescendiente

    La noche del sábado 17 de agosto de 2024 en el Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez la imagen de la artista Thobile Makhoyane se hizo icónica al simbolizar la conexión entre el sonido africano y el afrodescendiente, pero ¿por qué en el festival todo el mundo aseguró que la artista es de Sudáfrica? En las pantallas fue mostrada la bandera sudafricana relacionada con la presentación de la artista y su integración en el ensamble Ecos de Matronas. En realidad, Thobile es de Esuatini, y este no es solo un error inocente. Lo cierto es que esta situación es una muestra de que la idea que tenemos de África y la africanía en la música afrocolombiana continúa siendo nebulosa.  

    Valentin-Yves Mudimbe había señalado que la imagen de África ha estado marcada por la idea de homogeneidad continental (“en África todo es lo mismo”), ahistoricidad (“África está atrapada en un tiempo pasado y no tiene historia”) y primitivismo. Existe una contradicción porque se señala que escuchar el sonido afropacífico es escuchar a África en Colombia, pero al mismo tiempo esa conexión con el continente es cortada por las explicaciones que dan quienes se consideran expertos en las prácticas culturales negras en Colombia. 

    Para explicar la música “folclórica” es fácil recurrir al mito estereotipado de la convergencia de las tres razas: “indígenas aportan los vientos, europeos las cuerdas y africanos los tambores” me señaló un profesor de música en el colegio. Esta sigue siendo una concepción racista de la música, como si “naturalmente” las formas musicales puras estuvieran asociadas a grupos étnico-raciales. 

    Es fácil señalar lo africano cuando hay percusión, pero cuando escuchamos a Peregoyo y Su Combo Vacaná, el bambuco patiano o los conjuntos de violines caucanos nos es más difícil y nos parece que lo africano se va diluyendo por el uso de instrumentación más “moderna” o “europea”, y no una percusión marcada y predominante como sí sucede con el bambuco viejo. 

    Lo cierto es que, si sacamos a África de la nebulosa y escuchamos la música de la artista maliense Oumou Sangaré y la comparamos con la de Peregoyo y Su Combo Vacaná por ejemplo, podemos escuchar una conexión. La música no se reduce a los estereotipos que muches expertes usan para explicar las prácticas musicales afrocolombianas. 

    La palabra bambuco es de origen africano y posiblemente deriva de la palabra Bambouk (Bambougou), lugar entre Mali y Senegal que aparece en los mapas de África del siglo XIX. También podemos plantearnos la pregunta ¿será que los violines caucanos fueron una adaptación de los violines europeos por parte de la gente de África occidental esclavizada que tocaba el goje o n’ko?

    ¿La música tradicional afrocolombiana está radicalmente separada de la música moderna y se puede tratar de “conservar” como conservamos una especie en peligro de extinción? ¿Cuántas expresiones musicales populares a nivel global tienen origen afro? ¿La música tradicional afrocolombiana forma parte de una continuidad en la manera de concebir y experimentar la música de los pueblos africanos y afrodiaspóricos?

    Cuestionarnos lo aquí señalado implica comenzar a adoptar la idea de que la continuidad entre los sonidos africanos y afrodescendientes es real y palpable, y la ancestralidad no debe ser algo que se invoca simplemente como campaña de marketing. 

    En el episodio número 6 del podcast Querida Gente Prieta, Milo Mosquera señala que actualmente la forma “típica” de bailar el bambuco viejo está permeada por formas occidentales. Solo hay que preguntarse ¿cómo bailan las personas mayores? Ello no solo pasa con el baile, sino también con la música. Además de que el baile (cuerpo) y la sonoridad  están estrechamente relacionados en la experiencia musical afro.  

    En el Petronio, la música también se encuentra regulada por las reglas y criterios de evaluación del concurso: instrumentación, vestuario, performance… Es contradictorio que se maneje la idea de “conservar” tradiciones cuando al mismo tiempo se exige originalidad en el escenario. ¿Sobre qué criterios evalúa el jurado? ¿Cuál es la posición del jurado con respecto a las prácticas culturales de la gente negra? ¿Prima la mirada occidental a la hora de evaluar a las agrupaciones?

    Y el público tampoco es pasivo. Generalmente respondemos mejor a la música animada y bailable, ojalá que confirme nuestras expectativas de “sonido afro”, con unos buenos tambores o un ritmo bien frenético. Ello es comprensible porque precisamente vamos al festival a disfrutar. Pero también debemos recordar que el Petronio no es solo un festival, sino también un concurso. 

    El evento puede significar una oportunidad para las agrupaciones que buscan insertarse en la escena musical nacional e internacional, para hacerse visibles dentro de la escena cultural negra, y para escalar consignas de lucha política de los territorios negros-afrodescendientes. Territorios azotados por la desigualdad económica respecto al centro del país, por la violencia, así como también por la injusticia social y ambiental. Por supuesto, hay quienes buscan aprovecharse de esta situación y explotar las prácticas musicales sin beneficiar realmente a la población negra. 

    El Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez ha permitido el fomento artístico y memorial, el posicionamiento, la valoración, el disfrute y el encuentro de la música afropacífica, pero no es un espacio neutral a pesar de que en el marco del evento se repita que la intención es “salvaguardar las expresiones culturales de la región”. En el festival, la sonoridad del Pacífico y las prácticas culturales negras-afrodescendientes son disputadas por la población negra, académicos y académicas denominados expertes en negritudes, cazadores de “nuevos sonidos” para ser colonizados y explotados comercialmente, la misma Alcaldía de Cali, entre otros agentes, instituciones y organizaciones. Aquí lo que está en juego es la naturaleza misma de la música negra-afrodescendiente. 

    La naturaleza de la música negra-afrodescendiente es esa capacidad creativa de los pueblos negros que no se traduce simplemente en aferrarse a lo “tradicional” o a lo “moderno”. La música afro es comercial, pero no se reduce a ello porque la música es arte, conocimiento y una forma de experimentar la existencia misma. Por eso la gente en África y los territorios afrodescendientes nace con música y la entierran con música; por eso la espiritualidad se lee en clave musical; por eso suenan las bocinas a todo volumen cuando vamos a una reunión negra; por eso se baila. 

    El Petronio puede ser un medio para visibilizar, escalar e impulsar la música afro, pero la capacidad creativa no depende del festival sino de la gente negra. Para que las prácticas musicales del Pacífico sigan sonando tienen que existir condiciones sociales y socioambientales justas que permitan a las personas desenvolverse en un territorio donde la música forme parte de la vida.

    Una reflexión de Andrés David Tobar Rivas

  • Kolors cumple su tercer aniversario: el festival afrocentrado en Buenos Aires que celebra y reconoce el talento afrodiaspórico

    Kolors cumple su tercer aniversario: el festival afrocentrado en Buenos Aires que celebra y reconoce el talento afrodiaspórico

    Kolors es un festival autogestivo que busca exaltar y visibilizar la cultura afrodiaspórica en Buenos Aires, destacando el talento de artistas, DJs y productores afrodescendientes y africanos mediante la divulgación de su trabajo y la generación de un espacio de encuentro, celebración e intercambio. 

    La primera edición, el 05 de agosto de 2022, reunió a más de 250 personas y dio inicio a un espacio clave en la escena cultural afro de la ciudad. Varias ediciones después, han participado más de 30 artistas y DJs afrodescendientes y africanos de la escena local e internacional, y han asistido más de 2500 personas interesadas en conocer y disfrutar, de la mano de personas de la comunidad, los distintos modos en que circula y se construye la cultura negra en Buenos Aires. 

    Hoy, Kolors está de aniversario y busca una vez más crear ese ambiente de conexión y celebración de la cultura afrodiaspórica en la ciudad, donde les artistas, DJs y productores negros están en el centro. Desde Afrocolectiva entrevistamos a su equipo de producción conformado por Leticia Sanchez Garris, Dj, artista visual dominicana y directora creativa de Afrohunting; Kaprice, Dj, curador musical hondureño-argentino-estadounidense y co fundador del colectivo Swerv y Sista V Dj argentina y productora de Jangueo y Salsa Negra, quienes nos contaron un poco sobre la esencia de Kolors, su impacto en la escena cultural de Buenos Aires y las expectativas para este aniversario. 

    P: ¿Qué diferencia a Kolors de otros festivales afrocentrados que se producen desde la diáspora? 

    R: Kolors es un festival creado, producido y liderado por tres artistas afrodescendientes. No es un evento que se inspira en lo afro, sino un espacio que nace de nuestras propias memorias, saberes y vivencias.

    En cada edición, generamos empleos dignos para personas de la comunidad, tendemos puentes con artistas de distintas latitudes afrodiaspóricas y promovemos un intercambio cultural genuino y sostenido por la hermandad ancestral.

    También es un festival que celebra la creatividad de nuestros talentos, conectando con la alegría, lo lúdico y lo colorido de nuestras infancias. Para nosotres, celebrar lo afro es recuperar el juego, el disfrute y la libertad de crear sin límites.

    P: ¿Cómo desde Kolors, como un espacio que conecta desde la cultura negra, se pueden promover otras narrativas? ¿Qué importancia tienen espacios como este en ciudades como Buenos Aires? 

    En una ciudad como Buenos Aires, donde la presencia afro ha sido históricamente invisibilizada, Kolors se convierte en un acto de memoria y resistencia. Apostamos por narrativas donde lo afro no se vea sólo como pasado, sino como presente y nuevos futuros desde nuestra mirada afrocentrada. 

    Cada set, cada performance, cada interacción en Kolors es una oportunidad para mostrar que la cultura negra no es un accesorio ni una tendencia, sino una raíz que sostiene gran parte de la cultura argentina y latinoamericana. Espacios como este son vitales para educar, visibilizar y celebrar, pero también para romper con los discursos hegemónicos que nos borran de la historia oficial.

    P: ¿Qué expectativas hay para esta tercera edición en cuanto a esta apuesta característica del festival por visibilizar la cultura afro en Buenos Aires?

    Esta edición es muy especial porque celebramos nuestro tercer aniversario y la décima edición del festival. Queremos seguir consolidando a Kolors como un espacio que visibiliza y amplifica el talento afro y sabemos que todavía hay muchas personas que desconocen la magnitud, diversidad y riqueza de nuestra cultura, y este festival es una oportunidad para que se acerquen, aprendan y vivan la experiencia desde dentro, de manera respetuosa y consciente. 

    Nuestra apuesta es que en cada presentación, cada set, cada interacción, se deje una huella que desarme estereotipos y abra la puerta a nuevas narrativas sobre lo que significa ser parte de la diáspora afro, siempre con ese pulso afrofuturista y el sabor latino y caribeño que nos define. Para hoy, además, sumamos activaciones culturales para darle un verdadero marco al festival, generando escenas donde la música, el arte, la estética y la memoria se encuentren para potenciarnos como colectivo.

    Si estás en Buenos Aires y te gustaría sumarte a un plan que celebre la cultura y la diáspora negra no te pierdas esta tercera edición de aniversario de Kolors, que contará con DJ Sets de artistas de Venezuela, Costa Rica, Argentina, Estados Unidos y Honduras, y presentaciones artísticas desde República Dominicana y Venezuela. 

  • Deseo sexual, dominación y colonialidad. ¿Cómo lo enfrenta un hombre negro y antipatriarcal?

    Deseo sexual, dominación y colonialidad. ¿Cómo lo enfrenta un hombre negro y antipatriarcal?

    Entre el placer y la conciencia. Repensar el deseo.

    En tiempos en que el feminismo interseccional es constantemente cuestionado —desde dentro y desde fuera—, muchos hombres también comienzan a preguntarse qué lugar ocupan en las luchas por una sexualidad más libre, justa y consciente. ¿Están acompañando de verdad a sus compañeras? ¿Saben distinguir entre el deseo, el cariño, el cuidado y el poder?

    Desde los primeros encuentros sexuales, debería haber espacio para conversar sobre los límites, las intenciones y el placer. Sin embargo, en la práctica, no siempre es fácil. A veces el deseo es intenso, confuso, incómodo. A veces, incluso, duele. ¿Y qué pasa cuando ese deseo se cruza con imaginarios coloniales y patriarcales que siguen habitando nuestros cuerpos?

    Las masculinidades negras, por ejemplo, han sido históricamente representadas como cuerpos hipersexualizados, siempre dispuestos, siempre potentes. En contextos postcoloniales, muchos hombres negros luchan por reapropiarse de su sexualidad sin repetir estereotipos, sin dominar, sin herir. Pero… ¿Qué ocurre cuando una pareja expresa abiertamente que desea ser dominada? ¿Y si eso no es opresión, sino parte de su libertad?

    La sexualidad también es política. Y a veces, el deseo que incomoda puede ser una puerta hacia una reflexión más profunda. Porque tal vez el verdadero cuidado no sea evitar el poder, sino transformarlo; no negar el deseo, sino habitarlo con conciencia.

    Entre el placer y la política: reflexion de un hombre negro que duda.

    Luchas contra el patriarcado y la colonización del cuerpo feminino, de la sexualidad y del deseo. Denuncias el machismo, la masculinidad negra y occidental, te cuestionas tus privilegios, escuchas, aprendes, desaprendes. Quieres ser un hombre distinto: respetuoso, atento, aliado feminista y decolonial. Un hombre deconstruido.

    Y entonces, una noche, ella te lo dice: le gusta cuando tomas el control. No sólo la iniciativa, el control. Dominación. Que la sujetes fuerte, que la tomes sin suavidad, que seas brusco. Te lo dice mirándote a los ojos y tú te quedas congelado.

    ¿Si haces eso, estás traicionando tus principios? ¿Estás reproduciendo el mismo sistema que quieres destruir? ¿O hay algo más complejo ahí, algo que también es libertad?

    I. El malestar es real. Y no estás solo.

    No eres el primero que se siente confundido. Quieres ser un compañero seguro, aliado, cuidadoso. Y de repente te piden que seas dominante, que digas palabras sucias, que pegues una bofetada (sí, así como suena). Que actúes como todo lo que tú mismo criticas.

    Te da miedo. Miedo de hacerle daño. Miedo de pasar un límite sin darte cuenta. Miedo de que te guste. Porque ahí está el punto más delicado.

    Pero justo ahí comienza una reflexión más honesta.

    II. Desear la violencia no es lo mismo que sufrir la dominación

    En su libro Désirer la Violence, Chloé Thibaud lo explica sin rodeos: “Crees que tienes una libido feminista, hasta que un día descubres que lo que te excita es algo que ni siquiera te atreves a decir en voz alta”. Y no se refiere sólo a las mujeres. También habla de ti.

    Lo que tu compañera desea no es violencia real, sino una puesta en escena del poder. Un juego erótico. Con reglas, con límites, con consentimiento. Puede desear ser dominada sin dejar de ser libre, consciente y feminista. Tú puedes ser quien “domina”, sin convertirte en un opresor. Porque la clave no está en el gesto, sino en el acuerdo mutuo.

    Aceptar eso es salir del mito del deseo limpio, racional, políticamente correcto. El deseo no es puro. Es humano. Tiene sombras, y está bien.

    III. Puede fortalecer tu postura feminista y decolonial — no debilitarla

    Porque no improvisas el rol dominante. Lo aprendes con ella. Lo conversan, lo definen, lo cuidan. No es imponer, es proponer. No es callar, es preguntar. No es asumir, es verificar, ajustar y respetar.

    Y ahí aparece una forma más profunda de feminismo: No el que huye del poder, sino el que lo transforma. El que lo vuelve negociable, reversible, compartido. No huyes de los deseos femeninos complejos. Los escuchas, los acompañas, no los juzgas ni los instrumentalizas.

    Descubres que el problema no es la cuerda, sino el silencio. No es la palmada, sino la falta de límites. No es el rol, sino la ausencia de consentimiento.

    Quieres ser feminista: pues bien, sé valiente también en el deseo. Atrévete a hablar. A preguntarte. A fallar incluso, si sabes cuidar después.

    Eso también es político.

    IV. No es una contradicción. Es una oportunidad.

    Pensabas que ser feminista era evitar todo desequilibrio. Descubres que también  puedes elegirlo y que no te convierte en agresor, sino en un aliado consciente. Que ella no es sumisa: te está confiando su cuerpo, sus fantasías, su intimidad.

    Tú no estás aquí para reproducir la dominación. Estás aquí para jugar con ella, para crear un espacio de libertad en medio de la estructura que ambos cuestionan.

    Luchas contra el machismo y el colonialismo, no contra el deseo. Y ese deseo, sí: a veces rudo, salvaje, incontrolable, también forma parte de la liberación. De la descolonización del cuerpo.

    V. Herramientas para explorar sin traicionar tus principios

    1. Habla mucho. Antes de cualquier cosa, pregúntale: ¿qué significa para ti? ¿Qué deseas exactamente? ¿Qué te excita de eso?

    2. Pongan límites claros. Usen una palabra de seguridad que pueda decir en cualquier momento para detener todo, sin preguntas.

    3. Cuiden el después. Un momento de debrief, de cuidado. ¿Cómo se sintió? ¿Qué funcionó? ¿Qué no repetirían?

    4. Infórmate. Existen libros, talleres, podcasts sobre consentimiento explícito, BDSM ético, sexualidad feminista. Formarte es ya un acto de amor y decolonialidad.

    5. Recuerda que no sabes. No generalices. Cada cuerpo, cada deseo, cada momento es distinto. Escucha. Sé humilde.

    Epílogo: La pregunta correcta no es “¿está bien o mal?”, sino “¿lo hacemos con conciencia (social y étnico-racial)?”

    Y si estás leyendo esto, si dudas, si te lo preguntas, es porque ya estás en el camino. No tienes que ser perfecto. Solo tienes que estar presente. Escuchar. Estar dispuesto a crecer.

    Eso también es una forma de resistencia.

    Un texto de Jackson Jean – Prólogo de Michel-Ange Joseph

  • Dangeline tenía 2 años: era haitiana-chilena, murió en un jardín en Rengo y su madre fue desalojada mientras la velaba

    Dangeline tenía 2 años: era haitiana-chilena, murió en un jardín en Rengo y su madre fue desalojada mientras la velaba

    El 18 de julio de 2025, Dangeline Verce Saint Albord falleció en el jardín infantil Pequeños Sueños (JUNJI, Rengo, O’Higgins). Según informes preliminares, murió asfixiada tras inhalar un globo mientras estaba bajo el cuidado de la institución educativa. Aunque investigaciones a cargo de la Brigada de Homicidios de la PDI y del Ministerio Público aún no han esclarecido las circunstancias exactas.

    La situación empeoró cuando el cuerpo de la niña aún no había sido entregado a su familia: el 25 de julio, mientras la madre esperaba velar a Dangeline en su vivienda del campamento Galvarino, Carabineros y personal municipal impulsaron un desalojo violento sin considerar la crisis habitacional y el duelo familiar tras la muerte de Dangeline, expulsando a la comunidad con maquinaria pesada a pesar del aguda situación emocional.

    Este caso evidencia una lógica de violencia racial sistemática en el estado chileno y sus instituciones: negligencia médica, falta de protocolos, desinterés del Estado y una notable ausencia de declaraciones oficiales. Mientras tanto, la comunidad de Dangeline y diversas organizaciones migrantes advierten que este silencio e impunidad no es casual, pues incluso medios de comunicación nacionales han mantenido silencio frente al caso.

    La historia de Dangeline revive la memoria de Joane Florvil, una mujer haitiana y migrante en Chile que fue asesinada bajo custodia estatal en 2017 luego de ser arrestada y acusada falsamente por abandonar a su hija, cuando en realidad buscaba ayuda por un robo. Sin intérprete y sin acceso a una legítima defensa, Joane fue detenida y murió por falta de atención médica. Hoy, su historia es recordada como una muestra de la discriminación racial y la violencia institucional hacia las personas negras, y particularmente hacia las personas haitianas, en el contexto chileno.

    Por su parte, la comunidad haitiana señaló para el medio local, El Ciudadano, sus demandas frente al caso de Dangeline: “Exigimos justicia, explicaciones y medidas concretas para que ninguna otra vida infantil, migrante o chilena, se pierda por negligencia institucional”.

    Justicia por Dangeline, verdad y reparación para sus familiares y su comunidad.

    Fuente: El Ciudadano

  • Basta de violencia sexual infantil en nuestras territorialidades: Semillas Negras y Jimagüa exigen justicia frente a un atroz caso de violación a una niña afro en el Pacífico norte Colombiano

    Basta de violencia sexual infantil en nuestras territorialidades: Semillas Negras y Jimagüa exigen justicia frente a un atroz caso de violación a una niña afro en el Pacífico norte Colombiano

    Una ironía social, un desprolijo negro que hoy día de las mujeres negras y de la diáspora, HOY DÍA DE  LAS NIÑAS NEGRAS, desde Semillas Negras organización étnico-infantil, rural y artística en el Pacífico Norte Colombiano, y otras expresiones  organizativas negras, tomamos la palabra en medio del dolor para denunciar un hecho atroz que ha  herido profundamente el alma de nuestra comunidad y las nuestras como activistas y defensoras de  derechos humanos étnico territoriales. 

    El pasado 21 de julio 2025, una niña afrodescendiente habitante de nuestra  comunidad fue víctima de una atroz violación por parte de un joven de  quince años también de nuestra comunidad, la niña estuvo hospitalizada dos días y medio por la  gravedad de las heridas en su vagina y en su psique. Este acto brutal no solo vulnera su cuerpo, su  presente y su futuro, sino que desgaja el tejido ancestral que protege la infancia como semilla  sagrada que sostiene la casa. 

    Este crimen no puede entenderse como un hecho aislado. Es consecuencia directa de la negligencia  estructural del Estado colombiano hacia las comunidades afro-rurales, donde la intersección entre racismo y misoginia (misoginoyr) la exclusión territorial, violencia de género, las consecuencias nefastas del conflicto armado, el crimen organizado, la presencia constante de grupos al margen de  la ley el abandono institucional condena a nuestros niños y niñas a crecer entre amenazas, silencios  y heridas no nombradas. 

    Invocamos el marco constitucional y los tratados internacionales de derechos humanos que  protegen a la infancia —entre ellos, LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA COLOMBIANA la Convención sobre  los Derechos del Niño, la Ley 1098 de 2006 (Código de Infancia y Adolescencia), la Ley 1257 de 2008,  y el Auto 005 de la Corte Constitucional, que reconoce el riesgo específico de las comunidades  afrodescendientes en el conflicto armado y la violencia estructural. 

    La situación que estamos atravesando como comunidades afrodiasporicas debería encender las  alarmas ante un estado de emergencia que agudiza la fragilidad de nuestras niñas y niños  desprotegides en las orillas de un país que se niega a mirar de frente nuestras dificultades, la crisis  de derechos sexuales y reproductivos es la traducción de un momento histórico que revela el  aumento de casos de abuso sexual infantil en las comunidades rurales negras e indígenas del  departamento del Chocó.

    Desde una mirada interseccional, esta violación es también una violación de la territorialidad, de la memoria  colectiva, la espiritualidad y de nuestra esperanza. Las niñas afrodescendientes rurales enfrentan múltiples vulneraciones: por género, por etnia/raza, por clase y por territorio. El Estado tiene el deber  ineludible de garantizar justicia reparadora, atención psicosocial diferencial, acompañamiento comunitario y políticas de protección que reconozcan estas intersecciones. 

    Exigimos: 

    • Que se investigue y judicialice este caso con enfoque diferencial de infancias, restaurativo y étnico protegiendo la integridad y el derecho de nuestra niña de permanecer en su comunidad y no ser separada de su familia.

    • Que se garantice atención integral a la niña y su familia: física, emocional, espiritual y psicosocial  y comunitariamente. 

    • Que se fortalezcan las redes de cuidado, prevención y educación en nuestras comunidades con  presencia institucional efectiva y respetuosa. 

    • Que se escuche la voz de las organizaciones como Semillas Negras, que acompañamos a la infancia afro desde el arte, la espiritualidad, etno-espistemología, desde la cultura, entre otros.

    • Que las instituciones se articulen con sabedoras y sabedores, liderazgos comunitarios y  pedagogías ancestrales para enfrentar esta crisis de abusos sexuales desde lo colectivo. 

    Este acto de violencia ha estremecido nuestras raíces siendo la punta del iceberg porque ya han existido otras situaciones de vulneración y abuso a otras niñas negras de nuestra comunidad. Aún así este nefasto momento también ha encendido la fuerza de nuestras voces porque somos  sembradores. No callaremos: seguiremos sembrando justicia, autocuidado y dignidad. A los  espíritus antiguos les pedimos guía; a ustedes, instituciones garantes, les exigimos acción. 

    Nuestra exigencia abriga el grito de nuestras hermanas, para todas una verdad legitima que permita  la aplicación de la justicia antirracista decolonial y antipatriarcal como valor jurídico en reparación de  nuestras memorias de dolor y el no olvido como derecho a ser recordadas; somos una marea que puja bogando contra la horrorosa desaparición de nuestras cuerpas usando el río como cementerio  y el monte o la manigua de fosas comunes, juntas gritando que pare el espantoso Afrofeminicidio y las  violaciones a nuestras semillas, o el suicidio de mujeres étnicas, ignominia silente en las encuestas  del feminismo blanco convencional que no se pregunta sobre nuestras muertes como un asunto  transversal de las violencias de toda construcción social en un país donde somos las cuerpas no nombradas que sostenemos la casa.  

    La niña violentada no es una cifra. Es río, esperanza diasporica y es semilla. Y su grito nos convoca a todas las personas a transformar la historia. 

    Firman: Organización Semillas Negras semillasnegras690@gmail.com y Organización Étnico Pedagógica y Musical JIMAGÜA organizacionjimagua@gmail.com

    Esta carta abierta de denuncia fue entregada en mano a la viceperesidenta, Francia Márquez, sin recibir a la fecha una respuesta oficial. Así mismo fue entregada a más de 10 lideresas de nuestra comunidad, de quienes tampoco hemos obtenido ninguna respuesta.

  • Día de la Mujer Africana: una efeméride para visibilizar y recordar la lucha panafricana, antipatriarcal y anticolonial

    Día de la Mujer Africana: una efeméride para visibilizar y recordar la lucha panafricana, antipatriarcal y anticolonial

    Para este marcado 31 de julio, cabe entender bien de dónde surge esta fecha y por qué es importante para poder crear espacios efectivos de diálogo, reflexión y reconocimiento alrededor suyo.  

    El 31 de julio del 1962 se celebró la Conferencia de Mujeres Africanas en Dar, es-Salam, Tanzania, donde se fundó la Organización Panafricana de Mujeres, marcando así una fecha histórica para el feminismo africano, que conduciría a lo que celebramos a día de hoy como el “Día de la Mujer Africana”. 

    Esta conferencia reunió a representantes de 14 países africanos y 8 movimientos de liberación nacional, en un contexto de descolonización, donde muchas naciones africanas estaban en pleno periodo de independencia. Las mujeres que participaron tenían un objetivo claro, articular y crear una voz común frente a los desafíos del colonialismo, el patriarcado y la exclusión política. Y como recordatoria a tal fecha, conmemoramos este día para visibilizar nuestros logros, luchas y desafíos, al igual que el de nuestras madres y antepasadas como mujeres africanas tanto en el continente como en la diáspora.

    Con la celebración del Día de la Mujer Africana (tanto en el continente como en la diáspora), no solo se crea un espacio de reflexión sobre las resistencias de las mujeres en el pasado, presente y futuro sino también debe servirnos para hacer un recorrido de todo lo logrado y seguir abriendo y manteniendo conversaciones sobre lo que nos queda por recorrer a través del feminismo africano para conseguir una mayor representación y reconocimiento en las sociedades patriarcales y con sistemas del mismo índole en el que vivimos. 

    Al hablar de resistencia vemos que a lo largo de la historia han existido varios ejemplos donde las mujeres africanas han ejercido su resistencia tanto al colonialismo como al patriarcado, haciendo un empuje hacia la deconstrucción del sistema en el que se encontraban. Tal fue el caso de la Revuelta de Aba, también conocida como la Revolución de las Mujeres Igbo o la Guerra de las Mujeres de 1929, uno de los movimientos feministas más poderosos y tempranos del West África. En esta revuelta participaron un aproximado de 25.000 mujeres Igbo y de otras etnias del sudeste de Nigeria, uniendo fuerzas con un objetivo claro, oponer resistencia a la imposición de impuestos coloniales a las mujeres (especialmente a las comerciantes de los mercado locales) y desafiar el sistema de gobierno indirecto británico, que marginaba constantemente a las mujeres de la vida social y político. 

    Lo que encendió esta revuelta fueron básicamente los cambios que se intentaron imponer desde la visión colonialista y machista. Las mujeres igbo, tradicionalmente tenían roles políticos y económicos importantes y con estos cambios, quedaron excluidas bajo ese nuevos sistema colonial, además de que las autoridades británicas designaron lo que llamaban “warrant chiefs”, es decir, jefes locales sin legitimidad tradicional que abusaban de su poder. 

    Toda esta revuelta resultó en un ejemplo memorable de organización y resistencia colectiva, sororidad, reivindicación del liderazgo femenino y poder popular. Oponiéndose también al discurso que se suele tener donde se retrata a la mujer africana como vulnerable y que tiene necesidad de ser empoderada desde el exterior. 

    Otros ejemplos claros fueron Nzinga de Angola o Funmilayo Ransome-Kuti. En primera instancia, la mayoría de las personas conocemos la historia de Nzinga, reina de Ndongo y Matamba, lo que hoy conocemos cómo Angola y que lideró la lucha durante más de 40 años contra la colonización portuguesa y el tráfico de esclavos, a través de estrategias militares y diplomáticas brillantes durante las negociaciones. 

    Y por otro lado no podemos olvidar a Funmilayo Ransome-Kuti, muy conocida por ser una activista nigeriana y pionera del feminismo moderno en West Africa. Fue la fundadora de lo que se conocía en aquel entonces cómo la Unión de Mujeres de Abeokuta, cuyo objetivo era muy claro, la lucha contra los impuestos coloniales, y por los derechos de las mujeres. Durante su época, defendió vivamente la educación, el sufragio femenino y la justicia social, enfrentándose tanto al poder colonial cómo a los líderes tradicionales.   

    Con estas breves menciones vemos que la resistencia, la fortaleza, el espíritu de lucha, supervivencia y feminismo de las mujeres africanas no es algo reciente sino que históricamente nuestras antepasadas ya iniciaron contiendas y oposición al sistema colonial y patriarcal. A día de hoy aún queda mucho camino por recorrer, pero en un día como hoy no podemos negarles el reconocimiento que se merecen y de lo que empezaron.

    “We are the daughters of the women they could not burn. We carry their stories, their scars, and their strength. We walk through doors they kicked open with bare feet.”

    Ijeoma Umebinyuo

    Siguiendo en este hilo sobre el reconocimiento cabe destacar algunas de las mujeres que están contribuyendo a ser referentes en distintos ámbitos, sirviendo de representación a las futuras generaciones, para aquellas niñas que busquen por ejemplo a una politóloga, ganadoras de premios nobeles, escritoras o científicas a las que admirar  y seguir. Ejemplos de estas figuras son Ellen Johnson Sirleaf (primera mujer presidente electa en África y ganadora del premio Nobel de la Paz en el 2011), Wangari Maathai (pionera del ambientalismo, defensora de los derechos humanos en África y ganadora del premio Nobel de la Paz en el 2004), Miriam Makeba (conocida por su lucha contra el Apartheid y defensa por los derechos humanos, además de ser pionera del afropop y jazz africano), Chiaka Anumudu (destacada microbióloga y parasitóloga nigeriana, reconocida por su trabajo en enfermedades tropicales desatendidas como la esquistosomiasis y la malaria), Stephanie Chinwe Alaribe (destacada química biofarmacéutica nigeriana, reconocida por sus investigaciones en productos naturales medicinales y su compromiso con el desarrollo científico en África), Larisa Akrofie (ingeniera biomédica ghanesa y una de las voces más influyentes en la promoción de mujeres africanas en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), Yaye Kene Gassama (científica senegalesa, reconocida por su liderazgo en biotecnología vegetal, también fue Ministra de Investigación Científica de Senegal en 2005 además de presidenta del Panel de Alto Nivel sobre Tecnologías Emergentes de la Unión Africana), Alsaca Atanasio Nhacumbe (científica mozambiqueña pionera en ciencias veterinarias, biotecnología y parasitología, que también ganó el premio “Científica del Año 2020”) y la lista sigue y sigue.

    De las misma forma que Nwanyeruwa de la revolución Igbo, Nzinga o Funmilayo Ransome-Kuti abrieron caminos en sus décadas para las mujeres y niñas, estas citadas referentes (cada una de su área de especialización) han caminado marcando caminos, haciendo y abriendo pasos para que las niñas de las siguientes generaciones puedan correr sin detenerse. Porque la lucha para obtener mayor igualdad y reconocimiento persigue. 

    La desigualdad estructural que empuja a muchas mujeres a enfrentarse a discriminaciónes legales, económicas y sociales persiste, junto a otros problemas como el limitado acceso a la educación para las niñas en algunas zonas, las altas tasas de mortalidad debido a los sistemas públicos sanitarios empobrecidos, el abandono escolar de muchas niñas debido a casos de matrimonio infantil en algunas regiones, o la violencia estructural y económica, sin  olvidarnos tampoco de la discriminación, abusos sexuales y vulnerabilidad que sufren algunas mujeres durante conflicto bélicos y civiles. Todo esto, siguen siendo retos que persisten a día de hoy, a pesar del impulso en proyectos que ya se están realizando para combatirlos. 

    Ante estos retos, no podemos sino mencionar que se han iniciado y continuando proyectos tales como “Niñas de Rimkieta”, un proyecto en Burkina Faso que impulsa la escolarización de niñas en situación de extrema pobreza. “Ela estuda por Dois”, un proyecto de Mozambique que apoya a adolescentes y madres jóvenes a continuar con sus estudios, la red global de “Girls not Brides”, que trabaja en Etiopía, Somalia, Sudán y Sudán del Sur, con estrategias comunitarias, incentivos educativos y protección legal para las niñas. “Painting Africa” una capacitación comunitaria de mujeres para combatir enfermedades transmitidas por plagas. “Proyecto en Mo”, un proyecto en Togo que busca mejorar las condiciones de vida de mujeres en comunidades afectadas por conflictos y pobreza extrema. La “Estrategia Gewe” que a través de la Unión africana busca promover leyes eficaces, liderazgo femenino, el acceso a la tecnología y la seguridad para mujeres y niñas o el “Proyecto de Maputo” conocido como un marco legal para proteger los derechos de isles y reproductivos de las mujeres africanas. Todos estos son sólo algunos de los proyectos e iniciativas que están teniendo lugar a día de hoy para empujar en el progreso y en la lucha de las mujeres africanas.

    Como ya se ha mencionado, a día de hoy aún hay mucho que hacer en las sociedades, aún hay mucho margen de avance en lo que sería conseguir una sociedad con una estructura igualitaria. Aún estamos en esa lucha para romper con esa invisibilización impuesta, el no reconocimiento, el tomar más espacios en la política y/o la economía y tomar puestos de liderazgo en la sociedad. Pero de la misma manera que nuestras madres y antepasadas lucharon en sus épocas, nosotras y las generaciones futuras tenemos el deber de garantizar que ese espíritu de lucha, supervivencia y toma de espacios siga vivo y ardiendo.

    Como bien dice la poeta Ijeoma Umebinyuo, “nadie os advirtió que las mujeres cuyos pies cortasteis de correr, darían luz a hijas con alas”. Cada vez más frecuente, las mujeres africanas estamos demostrando que no nos quedaremos calladas y no seremos silenciadas, ante situaciones que no nos favorecen o ante la marginación y exclusión de espacios a los que debemos y deberíamos de tener acceso. Estamos diciendo de formas diversas que ya basta del abuso que acabamos sufriendo, que estamos preparadas para gritar, para seguir luchando, y para reclamar sobre inconformidades, a la vez que rompemos mitos, estereotipos o imágenes negativas que se tienen de nuestra figura.

    Así que aprovechemos este día, para reconocer y dar las gracias a nuestras antepasadas por iniciar las luchas y las resistencias. A la vez que nosotras, creamos espacios para seguir impulsando y resistiendo, y sirviendo de representación y referente ante generaciones futuras.

    Mientras hacemos esta reflexión en el día de hoy, aprovechemos también para evitar reducirlo a un sólo día. El perfil de la mujer negra es tan diversa y con tantas historias de logros, resistencias y victorias, de diferentes índoles, que no bastaría un solo día para contar toda la historias, ni para exaltarlo merece.

    Una reflexión de Favour Ekaezunim 

  • El Huracán Erick y sus consecuencias en una localidad afromexicana de Oaxaca: cómo sobrevivir a las emergencias climáticas sin viviendas dignas

    El Huracán Erick y sus consecuencias en una localidad afromexicana de Oaxaca: cómo sobrevivir a las emergencias climáticas sin viviendas dignas

    A varias semanas de que el huracán Erick arrasara con más del 80% de viviendas de pueblos y comunidades afromexicanas en la región de Costa Chica de Guerrero y Oaxaca, Afrocolectiva realiza la cobertura sobre la vulnerabilidad climática que impactó, de manera diferenciada, en la salud y economía de las personas afromexicanas. 

    Santiago Llano Grande, Oaxaca-. Tras casi tres horas consecutivas de lluvia y vientos acelerados, Santiago Llano Grande recibía la mañana del 19 de junio con un cielo cerrado, árboles y postes de luz caídos, sin energía eléctrica ni señal telefónica, varias casas sin techos, escuelas rodeadas de árboles caídos y algunas estructuras colapsadas; una única pérdida humana.

    No todas las estructuras soportaron los vientos sostenidos de 205 km/h con que el huracán Erick atravesó a las comunidades de Oaxaca y Guerrero, muchas de ellas afromexicanas. En cuestión de horas, muchas familias enfrentaron la pérdida no sólo de sus patrimonios, sino también, daños a sus medios de subsistencia (como tierras de cultivo, sembradíos o, incluso, herramientas especializadas de trabajo). 

    En Santiago Llano Grande, Oaxaca, las casas localizadas en los barrios de las orillas fueron las más afectadas, llegando a registrar pérdidas totales, el recrudecimiento de una desigualdad económica y la exposición inminente ante riesgos marcados por el acceso limitado a servicios como el agua potable o la salud que derivan en desplazamientos forzados por la falta de protocolos de prevención y atención ante emergencias climáticas.

    El hecho de que un huracán se convierta en una experiencia de despojo habla mucho sobre los modelos de gestión de riesgos del Estado mexicano. En primer lugar, porque evidentemente carece de una perspectiva de justicia racial y, luego, de un enfoque de salud intercultural que ponga en el centro las necesidades específicas de pueblos y comunidades marcadas por el empobrecimiento y la exclusión sistemática. 

    Doña Chela, mujer oriunda de Santiago, Llano Grande, Oaxaca, relata que el día del huracán tuvo que salir huyendo en medio del viento, en búsqueda de un lugar más seguro donde pudiera resguardarse junto con su hija y sus nietos, dado que “Erick”, el huracán de categoría 4, arrancó las láminas que hacían de techo en su casa.

    Hasta allá volaban. La vecina me gritaba y yo ¿qué iba a hacer?

    -¡Ayúdeme, vecina!-

    -¡Arranca pa’onde tu mamá!- yo, ¿cómo la iba a ayudar? 

    Hubo personas que dejaron sus hogares para resguardarse en casas con estructuras más sólidas, algunas de ellas abandonadas o a medio construir, mientras veían como las láminas de asbesto y otros objetos eran arrastrados por el aire. Cuando el viento y la lluvia cesaron, tuvieron que regresar hacia lo que quedaba de sus patrimonios: muebles destrozados, cultivos deshechos, colchones empapados y electrodomésticos con daños irreparables, todo eso mientras la lluvia continuaba siendo una amenaza y el servicio de luz eléctrica estaba dañado en un 80%. 

    Hace unas semanas, activistas y colectivos afrodescendientes de México emitieron una carta pública dirigida a la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, a Evelyn Salgado, gobernadora del Estado de Guerrero y a Salomón Jara Cruz, gobernador del Estado de Oaxaca, solicitando la declaratoria de desastre para los pueblos y comunidades afromexicanas. Previamente, la colectiva MUAFRO había solicitado lo mismo mediante distintos medios de comunicación. No obstante, pese a la demanda colectiva, el gobierno federal optó por no emitir dicha declaratoria, argumentando, primeramente, que sólo había pérdidas materiales. En segundo término, el gobierno federal también declaró que la respuesta humanitaria implementada mediante los programas de Bienestar estaba jugando un papel crucial para los trabajos de asistencia humanitaria en medio de la contingencia climática, por lo que era posible prescindir de la declaratoria de desastre. 

    Sin embargo, la omisión del gobierno federal frente a una solicitud puntual del movimiento afromexicano refleja la incomprensión multidimensional del daño. Las afectaciones materiales tienen un impacto directo en la vida económica y en la salud mental de comunidades enteras. Estamos hablando de zonas marcadas por el empobrecimiento, la presencia de grupos del crimen organizado y la exclusión, factores que, en conjunto, ponen en juego la integridad de las personas. 

    En Santiago Llano Grande, Oaxaca, por ejemplo, luego del huracán el servicio de agua potable quedó suspendido. Para las familias que no tienen pozos de agua, una forma de acceder a este servicio era comprando botes de agua con un vehículo que distribuye agua potable a un costo accesible. Después del paso de Erick, hubo una alza de precios.

    “Esa agua está carísima para estar comprando, deberían decir que le bajaran. Los que tienen carro anunciaron que a 50 el bote el que tenga su carro, pero ¿uno que no tiene nada? Más cara el agua y no echan agua todavía, estará dañada”, cuenta doña Chela.

    El 23 de junio, como parte del Programa para el Bienestar de las Personas en Emergencia Social o Natural, se dio inicio al censo del bienestar. Durante el levantamiento de datos sobre los inmuebles dañados, diversas personas compartieron sobre presuntas irregularidades asociadas a evaluaciones superficiales o favoritismos políticos. Hasta el momento, los planes de asistencia humanitaria se han centrado en entregar despensas, censar las viviendas para evaluar daños y, en algunos casos, entregar techos que faciliten la reconstrucción de las casas, pero no es suficiente.

    El impacto ambiental y económico de un huracán no se soluciona con asistencialismo, sino que precisa el rediseño de políticas públicas y sanitarias desde un enfoque intercultural, antirracista y de prevención de riesgos. Eso significa que se deben garantizar condiciones mínimas de seguridad alimentaria, acceso eficiente y efectivo a la salud así como viviendas dignas. Cabe destacar que, en un contexto de emergencia climática, la indemnización climática no asegura la posibilidad de un bienestar y un desarrollo integral tras enfrentar pérdidas-económicas y materiales- por razón del cambio climático.

    En el artículo 11.1 del Pacto Internacional de los Derechos Económicos y Sociales, se establece que “los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a un nivel de vida adecuado para sí y su familia, incluso alimentación, vestido y vivienda adecuados, y a una mejora continua de las condiciones de existencia. Los Estados Partes tomarán medidas apropiadas para asegurar la efectividad de este derecho, reconociendo a este efecto la importancia esencial de la cooperación internacional fundada en el libre consentimiento.” Para explicarlo mejor: la indemnización económica es incongruente con el propósito de velar por una mejora continua de las condiciones de existencia, porque no adjudica proyectos de intervención social a largo plazo.

    La declaratoria de desastre es también una postura política pues, en primer lugar, implica el reconocimiento geográfico de los pueblos y comunidades afromexicanos, y en un segundo término, es un llamado de atención hacia la planificación ambiental y la reestructuración de distribuciones presupuestales enfocados en la reducción de los índices de empobrecimiento. 

    En el 2022, la Corte Interamericana de Derechos Humanos hizo un llamado a los Estados para erradicar los patrones históricos de discriminación racial estructural que, en situaciones de cambio climático, agudizan el impacto diferenciado en las personas afrodescendientes y racializadas. En tal sentido, la CIDH señaló que “la discriminación racial estructural presente en las instituciones de los Estados resulta en la ausencia de enfoques étnico-raciales que tomen en consideración las necesidades históricas de esas personas en la planificación, diseño e implementación de las políticas ambientales. Esa desigualdad racial, en el marco de la justicia climática, representa una grave amenaza para el goce de los derechos humanos, en especial los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales de las personas afrodescendientes y comunidades tribales”.

    “-Se volaron las láminas del vecino de enfrente […] ya luego todos en la calle corriendo, buscando una casa de losa. Ahí a un lado había una casa de losa y ahí nos fuimos a meter-

    -¿Se fueron todos a buscar la casa de losa?-

    -¡Sí! Lo que pasa es que nunca se había visto esto y todos nos confiamos. El metereólogo, no sé de donde era, de aquí del puerto, había ya no iba a pasar nada, que ese ya se había desviado que iba no sé pa’ donde, que aquí nomás iba a haber lluvia.” Relata un poblador de Corralero, una de las localidades más afectadas del municipio Pinotepa Nacional.

    Una nota de Ana Hurtado

  • Resistencia afrofeminista, reconocimiento y organización política en Paraguay: Kamba Sapukai y Kuña Afro articulan para el primer encuentro de negras, kambas y afroparaguayas

    Resistencia afrofeminista, reconocimiento y organización política en Paraguay: Kamba Sapukai y Kuña Afro articulan para el primer encuentro de negras, kambas y afroparaguayas

    Este próximo 26 de julio, en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Asunción, se llevará a cabo el ‘Primer Encuentro de Negras, Kambas y Afroparaguayas’, una iniciativa impulsada por dos organizaciones afrofeministas, Kuña Afro y Kamba Sapukai, que busca crear un espacio de discusión, celebración y resistencia donde negras, kambas y afroparaguayas se reúnan para discutir y compartir estrategias de lucha frente a la violencia patriarcal y racista, así como a la constante invisibilización institucional e histórica de sus existencias. 

    Se espera que más de 100 mujeres negras, kambas, afroparaguayas, afrodescendientes y africanas participen de este primer encuentro. Tratándose de un hito histórico en la memoria afrofeminista de Paraguay, el Cono Sur y toda América Latina, dada la importancia de reivindicar nuestra agencia política desde la colectividad, el encuentro y la organización. 

    El cronograma del encuentro incluye talleres culturales, espacios educativos, feria de emprendedores kambas y un concierto en vivo. Hoy, desde Afrocolectiva hablamos de este potente encuentro junto a algunas de sus organizadoras, quienes insisten en que el primer paso para combatir la violencia específica que atraviesan las mujeres negras, afrodescendientes y africanas en Paraguay, es reconociendo sus experiencias y colocando en el centro sus voces. 

    P: ¿Cómo es el contexto en Paraguay respecto al reconocimiento institucional de la población afro? 

    R: Con respecto al reconocimiento hace unos años, por ejemplo en los censos, no estaba contemplada la categoría afroparaguayo, bajo la excusa de que la gente se puede confundir a la hora de que se le pregunte por ‘ese tipo de cosas’. Entonces, varias organizaciones estuvimos peleando hasta el último momento para que se incluya la pregunta. 

    Finalmente, apenas un mes antes de que salga el censo deciden incluirla, y como movimiento nos vimos en una situación complicada, porque ya no había más tiempo para hacer alguna campaña de concientización. Igualmente nos pronunciamos desde cada una de nuestras organizaciones, comentando sobre la importancia de haber hecho un poco más de promoción. Creemos que ya hicimos bastante en nuestros territorios, pero también necesitamos que el Estado lo haga, ¿verdad?

    Y aunque creemos que es un gran paso, los resultados no son consecuentes con nuestra presencia. El censo no se hace en los territorios que debería hacerse y tampoco se capacita a las personas para abordar esta pregunta sobre nuestra afrodescendencia,  eso es lo que percibimos nosotres. 

    Por otra parte está el Día de la Cultura Afroparaguaya, que es el 23 de septiembre. Sin embargo, no nos sirve esta fecha si ni siquiera se reconoce en en las instituciones públicas, en el sentido de que ni siquiera en la escuela vas a encontrar un póster o algo por el estilo donde a les chiques se les cuente: “Miren, el 23 de septiembre es el día de de los afroparaguayos.” Entonces, hay muchas falencias en cuanto al reconocimiento. 

    Ahora incluso se quiere hacer otro censo. Así como las personas indígenas tienen su propio censo, entonces quieren hacer lo mismo con nosotres. Pero esto está encabezado por personas blancas, y como decía hace un rato ninguna persona allí está realmente capacitada para tener la perspectiva afro que se necesita. En un momento llegaron a querer colaborar con personas negras, porque no tiene sentido que quieran hacer un censo de nosotras sin nosotras, pero cuando contactaron a personas negras la propuesta era trabajar ad honorem, mientras ellos están cobrando un montón de plata por hacer ese trabajo.

    Ese tipo de violencias son muy fuertes y son realizadas por el estado.

    P: ¿Cómo opera el racismo en Paraguay? ¿Qué particularidades tiene?

    R: La complejidad que tiene Paraguay parte  del nacionalismo en el que vivimos. La lengua guaraní es nuestra lengua oficial, la segunda lengua oficial, y eso hace que en el extranjero crean que todas las personas paraguayas somos indígenas, y es lo que discutimos acá en el territorio, que el hecho de que vos hables una lengua indígena no significa que seas indígena. Porque ahí es donde las personas blancas y blancas mestizas utilizan esta cuestión del lenguaje, de que ellos hablan guaraní y dicen: “Yo soy mestizo, yo no soy blanco.” Acá todos quieren ser mestizos pero muy poco se habla que la palabra mestizaje deviene de ese sistema de de ascensión social, y que el mestizaje significa que el español violó a muchísimas indígenas y de ahí nació el mestizo, ¿verdad?

    Entonces, algo que siempre mencionamos es esta cuestión que es peligrosa de seguir autopercibiendo mestizo, mestiza, cuando es el resultado de muchas violaciones hacia las mujeres indígenas. Entonces desde ese lado siempre invitamos a las personas a que dejen de insistir con esto de que Paraguay es un país mestizo, y que respeten a las identidades que existimos y no se agarren de que hablamos un lenguaje indígena para ignorar sus privilegios o o seguir perpetuando violencia hacia los cuerpos negros e indígenas. 

    P: ¿Por qué un encuentro nacional de negras, kambas y afroparaguayas? 

    R: Nosotras realmente estamos demasiado felices por este primer encuentro nacional, porque nos va a abrir muchas puertas y también vamos a generar demasiados diálogos, informaciones con otras compañeras que no conocemos. Vamos a ver de qué territorios son, cómo se están organizando. 

    Y a partir de eso también crear una red, la primera red de mujeres afroparaguayas. Así que sentimos que es demasiado importante seguir haciendo estos tipos de encuentros, ya que nos invisibilizan siempre por ser mujeres y realmente cuesta mucho tener espacios para nosotras, las mujeres negras, pu3w si nosotras no nos organizamos, nadie va a hacer nada por nosotras.Entonces, este encuentro será un paso gigante para aliarnos con otras comunidades y tejer redes de apoyo.  

    ¿Por qué kambas? Kamba es una palabra que viene de África y que en Paraguay significa negro, se usa para referirse a las personas negras.  De ahí surge una investigación con respecto a la palabra, porque durante la guerra con Brasil se pensaba que su origen era guaraní. Por muchos años se creyó que la palabra kamba está en guaraní, y no está en guaraní. Se mimetizó porque fonéticamente se parece, y porque hay muchísimas canciones que que se cantan en guaraní y en las que la letra dice kamba y se refiere a la mujer negra. Y el otro contexto que tiene esta palabra es que justo como durante la guerra, los soldados paraguayos utilizaban la palabra kamba para referirse al soldado brasilero. Era su código. Entonces, ahí tiene otra relación, porque los soldados brasileños eran personas negras, eran personas esclavizadas que eran forzadas a ir a la guerra. Y el tercer significado de la palabra kamba está relacionado con la ciudad de Altos, donde está el Kamba Ra’anga, que en español significa ‘el rostro del negro’, lo particular de estas máscaras es que representan un pocola ancestralidad del negro, el espíritu del negro y también está con rasgos históricamente asociados a lo negro:tienen bocas grandes, ojos grandes, narices grandes. Entonces lo que solemos pensar con otras personas que también trabajan mucho el simbolismo de estas máscaras es que no sería extraño que estas máscaras tengan esta estética como una especie de burla de lo que eran los afrobrasileños, porque siempre está mal visto ser afro. 

    Entonces sentimos que en el encuentro también se podría dar como ese debate de todo el peso que tiene esa palabra dentro de Paragua, las intersecciones que también tiene dentro de cada ciudad, y que a la hora de hacer, por ejemplo, esta campaña de autopercepción en Paraguay, que se utilice esta categoría: kamba. Ya que hay muchísima gente que genuinamente se autopercibe como kamba, pero si le dices que es negra va a decirte “No, che kamba”, es decir, “No soy negra, soy morenita”. 

    P: El encuentro es una articulación entre dos organizaciones afroparaguayas, Kampa Sapukai y Kuña Afro. Cuéntenos un poco sobre esa articulación y sobre el trabajo que hace cada uno de estos espacios. 

    R:Ambas organizaciones nos pronunciamos a través del arte, es algo que llevamos en todos estos espacios. Kuña Afro es el primer grupo de mujeres que son artistas, tamboreras o tamborileras (como le llaman acá dentro de la comunidad) porque desde siempre se vio sólo a los varones tocar los tambores. Entonces, es romper ese paradigma de que sólo los varones pueden tocar y las mujeres sólo deben bailar. Y siempre quisimos generar este espacio seguro para las mujeres.

    Entonces a partir de ahí también conectamos  con otras compañeras para tener más participación en algunos espacios. Desde Kama Sapukai también somos un grupo de mujeres artistas, y hemos dado talleres de danza, percusión e historia. Kamba Sapukai, es un proyecto que empezó en el 2020 y trata de abordar con urgencia todas estas desigualdades raciales que suceden en Paraguay, pero sobre todo incidir en los espacios culturales y políticos basándose en la etnoeducación. Cuando contamos con los recursos, también se promueven festivales afrocentrados: desde la perspectiva tanto de quiénes son les artistas como de quiénes gestionan, quiénes presentan, quiénes van a estar feriando… Se trata de que todos los lugares estén ocupados por personas negras. 

    P: Cuéntenos un poco sobre este primer encuentro, ¿quiénes esperan que se reúnan y qué discusiones pretenden abordar en este espacio?

    R: En este primer encuentro por sobre todo, fue un desafío decir, “¿Qué vamos a hacer?” Porque es querer tirar toda la carne al asador como se dice, pero a su vez mucha información y el presupuesto da para un solo día, aunque obviamente que en su concepción se pensó para ocupar dos días por lo menos.

    Entonces se piensa  dar un repaso por la historia afroparaguaya, tanto la oficial como la que tenemos que rememorar y reconstruir, porque la que manejamos a groso modo de la historia afroparaguaya es la que se estudia en la universidad, que no es nuestra versión. Por eso queremos un espacio con una historiadora afroparaguaya  donde ella nos cuente por primera vez la historia afroparaguaya desde la perspectiva de una persona afroparaguaya.

    Y también contar un poco la historia más contemporánea, la historia más actual de todos los proyectos que estamos llevando de reconstrucción de la memoria, de organizaciones como Kamba Sapukai y Kuña Afro, y de otros proyectos como Unión e Igualdad que es afrocentrado, afrotranscentrado, y se dedica netamente al cuidado de rizos y cabello afro. 

    Entonces, queremos traer también lo que se está haciendo actualmente, porque la historia afroparaguaya se sigue escribiendo. 

    También habrá un taller de turbantes donde se contará un poco la historia del cabello. Además dejamos un espacio para que las las compañeras dialoguen, porque entendemos que de la gente que va a venir, todas son lideresas de su comunidad y de su territorio y traen mucha información encima. Queremos ver todo lo que se pueda rescatar de esta jornada para formarnos y después dialogar, porque así creemos que se puede generar esta red que tanto ansiamos. Y también impulsar acciones dentro de los territorios, como reforzar todo el proceso de reconocimiento para saber cuántos somos y dónde estamos. Por otra parte también estamos conversando con el Ministerio de Educación, porque queremos intervenir la malla curricular de historia y que también estemos en ese plan. 

    ¡Para saber más del Primer Encuentro de Negras, Kambas y Afroparaguayas sigue su trabajo  a través de las redes sociales, Instagram y Facebook: @afroparaguayas TikTok: @afroparaguaya!

    Una entrevista de Alejandra Pretel a Afroparaguayas