La apropiación de las trenzas africanas tiene consecuencias económicas sobre las mujeres afro en Argentina

Las llamadas “trenzas africanas” son una discusión muy importante, tanto para los hombres y mujeres de la comunidad afro en Argentina, ya que reaniman dos temas inalienables a los procesos históricas y sociales de las personas africanas y sus descendientes desde la época de la esclavitud hasta hoy en día: La apropiación cultural y la migración vulnerada.

Según Cultura CEl México y Trenzologia, las trenzas delgadas pegadas al cuero cabelludo, son testigos de la resistencia que plegaron las abuelas africanas para planear fugas de las haciendas y casas de sus esclavistas. Las mujeres se reunían en el patio para peinar a las más pequeñas, y gracias a la observación del monte, diseñaban en su cabeza un mapa lleno de caminitos y salidas de escape, en el que ubicaban los montes, ríos y árboles más altos. Su código desconocido para los esclavistas, les permitía huir. Los hombres negros, al verlas, sabían cuáles rutas tomar.

En la actualidad, muchas personas afrodescendientes, mayormente migrantes, frente a la escasez de trabajo formal y sus condiciones de vulnerabilidad socioeconómica en Argentina, se ven obligadas a lucrar con estas prácticas culturales, memoriales y ancestrales para ganar sus vidas.

Algunas, incluso, ofrecen cursos profesionales personalizados a personas blancas sobre “Cómo hacer trenzas afros”. Otras aprovechan a ofrecer este servicio de peinado a la gente cada verano, de la dinámica turística en Mar del Plata, San Bernardo y otras ciudades de la costa argentina. 

Basta con observar la calle o subir a un colectivo para ver nuestros peinados tradicionales en la cabeza de alguna persona blanca argentina. Esta práctica estética parece estar de “moda” para las personas blancas, por un lado, y por otro, parece ser el único medio de vida de muchas personas migrantes afrodescendientes y africanas, frente a la escasez de empleo formal en Argentina. Esto complejiza cada vez más el debate de las personas afro en el territorio argentino frente a la lucha en contra de la Apropiación Cultural, es decir, “el acto de tomar o usar cosas de una cultura que no es la tuya, especialmente sin demostrar que entiendes o respetas esta cultura y que tiene como consecuencia la explotación económico-cultural de las personas racializadas.”

Por eso recuperamos dos relatos de mujeres afrodescendientes y trenzadoras, que fundamentan la necesidad de este debate:

  1. Daphinis Jasmine

Crecí viendo a las mujeres de mi familia trenzándose entre ellas. En Haití es muy común contemplar esta escena donde varias mujeres están sentadas en un patio, una esquina… conversando sobre cuestiones familiares, política, negocios entre ellas, y eso va más allá de los diferentes niveles de formación académicos, intelectuales de cada una de ellas. Es una forma de juntarse y platicar libremente sin sentirse juzgadas, también era, es, una forma de transmitir conocimientos, sabiduría ancestral a través de generaciones, una forma de recordar nuestra historia, entender sobre nuestra identidad y también una forma de reconocernos bellas, lucir la belleza de nuestro color y melena. Romper con este discurso de que el cabello 4c es el cabello malo, entender que si bien los cuidados de este tipo de cabello son muy meticulosos y por más difícil que pueda parecer, entre nosotras, juntas, nos cuidamos y nos fortalecemos.

Antes de la pandemia, trabajaba como Maestra de Apoyo a la integración para un Instituto reconocido en un colegio público en Las Heras (Provincia de Mendoza), también trabajaba como acompañante terapéutica para personas con discapacidad de forma particular. (…)” Mendoza es una de las provincias dónde la docencia está muy menospreciada y mal pagada, no he podido acceder al IFE tampoco por mi carácter de migrante.

Fue entonces que conversaba con una amiga, le explicaba lo difícil y angustiante que era la situación, entonces me preguntó: “¿Jas, trenzas?” Le dije que sí. Y me sugirió que podría informalmente empezar a hacer trenzas, para poder salir de esta situación de precariedad económica.

Empecé con mi estado de WhatsApp, por lo que tuve mi primera clienta, yo vivía en un barrio muy popular por lo que empezó a correr la voz que había una chica negra que trenzaba muy bien. (…) fue una forma de sobrevivir a la pandemia y a su vez conectarme con mi infancia, mi tierra natal, mis madres, abuelas…

Gracias a eso pude mudarme de casa, diseñar el “Proyecto Jas Trenzas”, diseñado para todo público, pero específicamente a la comunidad afro, migrantes, el cabello afro… son muy difíciles los cuidados, muy escasos los profesionales en el tema. El proyecto también abarca una formación para aquellas personas que están buscando salida laboral rápido y que desean armar su propio emprendimiento, por lo que la formación previa en la docencia me facilita a que el aprendizaje sea significativo. (…)

  1. Michelène Michel

Tengo dos (2) años de experiencia ejerciendo la profesión de trenzadora en las playas, especialmente en la costa.

La primera vez que fui, no tuve ninguna dificultad. Sin embargo, la segunda vez todas las personas afrodescendientes encontraron dificultades para ejercer su trabajo. La tendencia prohibió el ejercicio de las “trenzas africanas”, secuestrando nuestros carteles de publicidad, entre otros actos racistas. Nos han tratado como a nadie.

Ganemos nuestra vida haciendo “trenzas africanas” a personas blancas. Trabajemos sin descanso si bien no tenemos un horario fijo. Tampoco tenemos un ingreso fijo. Varía en función a la demanda. Sobrevivimos gracias a nuestros sacrificios personales: No comer bien, no dormir suficiente…

Sin embargo, la intendencia secuestra los carteles de las personas afro migrantes que profesan las “trenzas africanas”, en paralelo, las personas blancas son quienes están autorizadas para realizar las “trenzas africanas”, las trenzas de nuestras ancestras mártires. Fuimos perseguidas como nuestras ancestras. Buscamos solo liberarnos de la opresión socioeconómica que nos encadena en Argentina por ser migrantes, mujeres, afrodescendientes.

Las consecuencias más duras de la apropiación cultural no son nada más que la injusticia económica que sobreviene con ella. Asimismo, muchas personas blancas que quieren llevar nuestros peinados, esperan que el servicio sea barato, porque en su punto de vista, es solo un servicio comercializado por comunidades pobres. Desestimando así la memoria, la historia y las verdaderas herederas de esta práctica ancestral.

Las experiencias vividas y situadas de estas mujeres, de origen africano, migrantes y empobrecidas, justifican la discusión sobre la apropiación cultural y la necesidad de generar políticas públicas con perspectivas antirracistas, ya que tienen consecuencias económicas. 

Una reflexión de Jackson Jean

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