La brutalidad policial y el racismo institucional acaban con la vida de otra mujer afrodescendiente, exponiendo cómo los cuerpos racializados enfrentan violencia estructural de manera sistémica en el norte global.
El pasado jueves 19 de septiembre, la comunidad afrocolombiana despertó con la trágica noticia del asesinato de Vanessa Rentería Valencia, una mujer de 37 años, en Surrey, Vancouver, Canadá. La policía la encontró en su casa, sosteniendo un arma, junto a su hija de 18 meses. Sin embargo, las versiones oficiales y el contexto de su vida reflejan un patrón de racismo y violencia institucional que no puede ser ignorado.
Vanessa llegó a Canadá en 2022 huyendo de la violencia en Buenaventura, donde había trabajado durante 12 años como activista sindical en el puerto. Su migración no fue un escape sencillo, sino una búsqueda desesperada por sobrevivir a la violencia estructural que sufren las mujeres racializadas en Colombia. Su hija nació en Canadá en 2023, y fue en busca de una vida mejor para ella que se ha visto truncada con un incidente escalofriante: las balas de la Real Policía Montada de Canadá (RCMP) han acabado con su vida.
El informe de la RCMP asegura que recibieron una llamada a las 4:30 AM por disturbios en la vivienda de Vanessa. A las 5:30 AM, un oficial disparó su arma y el resultado fue su muerte. Las autoridades afirman que la menor no sufrió daños físicos, pero omitieron cualquier declaración sobre el impacto psicológico de presenciar cómo su madre era asesinada.
La versión de la policía no concuerda con el relato de la comunidad. Personas cercanas a Vanessa han señalado que ella estaba intentando dejar una relación violenta y había buscado refugio en una casa para mujeres víctimas de violencia de género y malos tratos. Recientemente, intentaba mudarse con su hija para reconstruir su vida.
En un documento publicado por la comunidad colombiana en Vancouver, se denuncia que la RCMP no utilizó técnicas adecuadas para desescalar la situación. La falta de empatía y el uso desmedido de la fuerza policial reflejan el desprecio hacia los cuerpos no blancos en territorios donde la policía es vista como un aparato represor.
Angela MacDougall, directora ejecutiva de los Servicios de Apoyo a Mujeres Maltratadas en Vancouver, también expresó su preocupación sobre si los oficiales le hablaban en un idioma que Vanessa entendiera. Esta pregunta es crucial, ya que Vanessa, una mujer que escapaba de la violencia sistemática de su país, probablemente no encontró en la policía canadiense la protección que merecía. Al contrario, fue vista como una amenaza por el simple hecho de ser una mujer afrocolombiana.
La comunidad colombiana en Vancouver ha exigido una investigación justa y la intervención del gobierno colombiano para garantizar que se haga justicia. En un comunicado dirigido al presidente Gustavo Petro y a la vicepresidenta Francia Márquez, se exigen cuatro puntos clave, incluyendo el apoyo a la familia de Vanessa en Colombia, la repatriación de su cuerpo, y la seguridad de su hija en Canadá. Asimismo, exigen que el gobierno colombiano se involucre en la investigación para esclarecer los hechos y determinar la responsabilidad de la RCMP.
El caso de Vanessa Rentería es un ejemplo más de cómo las mujeres racializadas, incluso después de huir de contextos de violencia, siguen enfrentando la brutalidad de las instituciones que, lejos de protegerlas, perpetúan la violencia sistémica. Su asesinato no puede verse como un “incidente confuso”, sino como un acto de brutalidad policial que evidencia la violencia racial y misógina que sufren las mujeres negras en todo el mundo.
Las investigaciones están en manos de la Oficina de Investigaciones Independientes de Columbia Británica, que deberá determinar si la fuerza utilizada por la policía fue necesaria y proporcionada. Sin embargo, queda claro que la respuesta policial a la situación de Vanessa no solo fue desmesurada, sino también racista.
El caso de Vanessa es un llamado urgente para examinar cómo los sistemas policiales, tanto en Colombia como en Canadá, como en todo el mundo, fallan sistemáticamente en proteger a las personas racializadas, y más aún, cómo los cuerpos negros son deshumanizados, vistos y tratados como amenazas, independientemente del contexto en el que se encuentren.
La lucha por justicia para Vanessa Rentería Valencia apenas comienza, y con ella, la necesidad de visibilizar y denunciar la violencia estructural que enfrentan las mujeres negras en todo el mundo.