La presión por ajustarse a un ideal de belleza blanco y eurocentrado ha alcanzado niveles alarmantes en Nigeria, donde el uso indiscriminado de productos para aclarar la piel ha llevado al gobierno a declarar un estado de emergencia. Esta crisis no solo es sanitaria, es también un reflejo devastador de cómo el racismo estructural y el colorismo siguen afectando profundamente la salud, la autoestima y la vida de millones de personas negras, especialmente mujeres y niñas.
La noticia se hizo más visible tras el reportaje a una madre en el norte de Nigeria, quien presionado por su entorno familiar comenzó a aplicar cremas blanqueadoras a sus seis hijos sin ninguna supervisión médica. Los resultados fueron trágicos: quemaduras, cicatrices permanentes y una huella psicológica difícil de borrar. En sus palabras: “Me di cuenta de que mi madre favorecía a los hijos de mi hermana en detrimento de los míos por su tono de piel, y eso hirió mucho mis sentimientos”.
Este relato, lejos de ser un caso aislado, ilustra una realidad dolorosa. De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 3 de cada 4 mujeres de piel oscura que usan productos para aclarar la piel lo hacen sin indicación médica. Y muchas veces, sin saber que estos cosméticos pueden contener componentes altamente peligrosos como hidroquinona, esteroides o incluso mercurio, con riesgos que van desde la irritación severa hasta el daño renal y neurológico.
En Nigeria, como en tantos otros países con población mayoritariamente negra, las pieles más claras suelen asociarse con mayores oportunidades laborales, sociales, e incluso erótico afectivas. Una narrativa está tan arraigada, que incluso hay figuras públicas y celebridades que blanquean su piel sin esconderlo, y marcas que se lucran vendiendo “cremas aclaradoras”, desconociendo todos los efectos secundarios, físicos y emocionales, a raíz de este tipo de productos.
Mientras tanto, el gobierno nigeriano ha comenzado a prohibir ciertos productos y a reforzar las campañas de concientización, aunque estas medidas no son suficientes si no se ataca el problema de raíz: el racismo estructural, la pigmentocracia y la concepción de la blanquitud como algo aspiracional.
Fuente: BBC