Sobre el colonialismo, el desplazamiento y la gentrificación en Puerto Rico

Cuando entré a la Universidad de Puerto Rico en 2019, rápidamente comencé a buscar alternativas de hospedaje en el área de la universidad, un barrio tradicionalmente ocupado por estudiantes, gente pobre y migrante, pues mi familia comenzó a tener problemas conmigo una vez me di cuenta de que tenía mente propia.

En ese entonces, miraba los precios de los apartamentos y hacía cálculos de cuántos meses de alquiler me cubriría el sobrante de la beca. Recuerdo pensar que sería un aproximado de 4 meses. Hoy, la renta está más alta que nunca, pero el sobrante de la beca es cada vez más pequeño. 

En los pasados años, especialmente desde 2020, cuando empezó a empeorar la cosa con rapidez, han salido varios reportajes y documentales sobre la gentrificación y el desplazamiento en Puerto Rico. El archipiélago es uno de los “territorios no incorporados” de Estados Unidos, que no es más que un nombre técnico para decir colonia. El estatus de la Isla, previamente conocido como un Estado Libre Asociado (ELA) fue expuesto como la mentira que siempre fue y cada día, desde ese entonces, se ha probado y reafirmado esto todavía más, por si acaso a alguien le quedaba duda.

El Act 22., creado para “atraer nueves residentes a Puerto Rico”, exime a la burguesía estadounidense de muchos impuestos, permitiéndoles multiplicar todavía más las riquezas que obtienen de la explotación de la clase trabajadora, en especial quienes vienen de países abatidos por el neocolonialismo y quienes son racializades.

Rápido y seguro, comenzaron a mudarse y comprar terrenos y edificios en nuestros barrios, dejando a mucha gente sin un lugar a donde ir. Comenzaron a hacer grupos por las redes sociales donde le piden consejos a otras personas estadounidenses para vivir en Puerto Rico. Incluso llegaron a publicar anuncios buscando personas para que les trabajaran los terrenos que compraron por poca o ninguna paga (como un anuncio en particular que me dejó hirviendo las venas) y también buscaban una persona que les trabajara la finca “a cambio” de un lugar a donde dormir, techo, y comida.

Es decir, si deciden prescindir de los servicios de su “empleade”, esta persona se queda en la calle, sin comida, sin ropa, y sin ni un chavo (moneda, centavo) pa’ poder sobrevivir. Por ejemplo, el pasado año compraron un edificio en Río Piedras –donde queda uno de los recintos de la Universidad de Puerto Rico– y decidieron subir la renta a un precio que difícilmente se puede pagar con un mínimo federal de $8.50 la hora, dejando a mucha gente sin techo. 

Ahora, por ejemplo, compraron un edificio que estaba pintado con la bandera del Grito de Lares. Para poner en contexto, El Grito de Lares fue una revuelta en busca de la independencia en la cual participaron varios sectores marginados de Puerto Rico, personas negras esclavizadas y libertas, personas negras de otras islas, la clase trabajadora, la comunidad china del archipiélago, etc.

Fue inspirado por la Revolución Haitiana y otras rebeliones y revueltas en las Antillas, dejando claras las afiliaciones del pueblo, además de mencionar que gracias a ella lograron la autonomía por un periodo corto de tiempo, pero desafortunadamente y por una persona que delató el plan a las autoridades españolas, se tuvo que adelantar la fecha del atentado, causando que las armas y uno de los líderes, Ramón Emeterio Betances, también afrodescendiente, no pudiera llegar a tiempo y, por lo tanto, el imperio logró subyugar al pueblo nuevamente.

Sin embargo, este hecho sigue representando la revolución, la esperanza de libertad y la solidaridad con el resto del Caribe hasta el sol de hoy y se continúa utilizando para pronunciarse en contra del imperialismo, tanto de Estados Unidos, quien actualmente tiene el poder de la isla, como de España, que todavía se beneficia de la colonización de Puerto Rico y de muchos otros países por medio del neocolonialismo. 

Por lo que, quienes compraron el edificio y comenzaron a derribarlo, dejaron claro el mensaje respecto a sus intenciones con el país. Mientras elles se lucran, nosotres morimos y además, morimos en silencio, con una mordaza que nos ahoga los gritos y nos obliga a tragarnos el dolor. 

Una reflexión de Jamaal

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