• Haití no es un país pobre, es un país empobrecido

    Haití no es un país pobre, es un país empobrecido

    El pasado martes 24 de abril el primer avión enviado por Estados Unidos llegó a la isla. Pese a las demandas por celebrar elecciones para armonizar la convulsión política, las estrategias de intervención continúan siendo un recurso efectivo para mantener en jaque la autonomía política del país. 

    Tras los fracasos por imponer modelos económicos y democráticos que permitieran legitimar el saqueo biocultural de la isla, las potencias globales optaron por darle el apellido de “El país más pobre de América Latina”. Así, en la historia contemporánea, el nombre de Haití comenzó a asociarse, intrínsecamente, con el abandono, la miseria y la pobreza extrema, minimizando la fuerza colosal que se opuso al yugo francés y que, en el siglo XIX, despabiló las resistencias emancipatorias y anticoloniales de toda una región. Para debatir hoy con propiedad sobre lo que sucede en Haití, es necesario tener al alcance una dosis de memoria histórica.

    Pese a que actualmente existe un interés más amplio para denunciar las atrocidades perpetuadas por el racismo, el mundo sigue callando frente a la impunidad del neocolonialismo que explota los territorios, los cuerpos y empobrece las economías hasta convertirlas en sistemas sin autonomía y dependientes de la inversión extranjera. Para reducir los márgenes de pérdidas, la inversión extranjera se vale de los endeudamientos, a partir de los cuales dimensionan las posibles subdivisiones de las riquezas y las futuras estratificaciones sociales, teniendo como punto máximo de opresión el subdesarrollo. Walter Rodney, por ejemplo, concluía que el subdesarrollo es una cuestión estrictamente económica sin posibilidad de puntos de equilibrio, pues la explotación es una parte constitutiva del subdesarrollo. Resulta preciso analizar a detalle a qué nos referimos cuando hablamos de explotación: se trata de una estructura dirigida a la extinción, para ello, deshumaniza los cuerpos y las identidades mediante el debilitamiento del entorno, logrando dispersar y disminuir las densidades poblacionales y, así, hacer extensivo un proyecto de aniquilación racial.

    Es válido y necesario alzar la voz ante el genocidio en Gaza. Es válido y necesario denunciar cómo las minerías industriales están sobreexplotando los suelos en República del Congo, pero, también es válido, necesario y urgente extender una solidaridad racial frente a la rapacidad intervencionista que ha sumido a Haití en un estancamiento económico que ha impedido el desarrollo una nación con autonomía.

    Narrativas del dolor: el sutil encanto de la deshumanización.

    Basta colocar la palabra Haití en cualquier buscador para comprobar que todos los titulares de prensa se valen de la revictimización para abordar las tensiones políticas que están aconteciendo en la isla: colapso, crisis, infierno, sobrevivencia, ola de violencia y, la más reciente, canibalismo. Todas estas palabras acompañan reportajes que secundan la idea de que Haití es un país necesitado de ayuda internacional, un país en condición de minusvalía política, incapaz de establecer una suerte de punto cardinal que augure mejorías a largo plazo. El engrosamiento del imaginario miserabilista es un síntoma de la impunidad histórica, porque mientras la atención se centra en el dolor y en la proliferación de la angustia y el miedo social, las causas estructurales de la desigualdad se mantienen intactas. Se dice, por ejemplo, que la escasez de los recursos naturales y el limitado acceso al agua potable agudizan la “fragilidad económica” del país, pero, nada se dice sobre cómo empresas como la Barrick Gold han extendido proyectos mineros en la zona fronteriza entre Haití y República Dominicana, ocasionando no sólo el desplazamiento forzado de comunidades enteras, sino también causando daños a la salud por las altas demandas de agua que implica la explotación de recursos minerales metálicos. Tampoco es casualidad que se ignore la actuación de la compañía Newmont tras el terremoto del 2010, donde consiguió varias licitaciones para realizar exploraciones de oro en el norte de Haití.

    Por otra parte, “los grupos pandilleros” son un eufemismo que reproduce ideas estigmatizantes sobre la violencia y la racialidad. Sirve como una pantalla para ocultar las injerencias de Europa y Estados Unidos en la orquestación de políticas de miedo mediante la activación de núcleos paramilitares que apaciguan las articulaciones populares, cumpliendo la función de ser un conducto a proyectos intervencionistas, dejando un impacto irreversible en las políticas de control, así como en el tráfico de armas. 

    Desde la política de los afectos, las narrativas del dolor promueven sentimientos de compasión y asistencia, y ese es el problema. Al ser emociones contingentes despolitizan la vulnerabilidad y traducen la violencia estructural en manifestaciones simbólicas del desprecio. Los usos discursivos del dolor son filtros por donde se cuelan los estereotipos raciales; el destierro como destino manifiesto, por poner un ejemplo. 

    En la destitución de las humanidades, el dolor se presenta como un sentimiento inherente a las personas que fueron sometidas por regímenes de brutalidad como la esclavitud. Y si es necesario asentarlo con mayor precisión debe enunciarse así: el dolor y el sufrimiento no son los únicos caminos para revelar la presencia y existencia de las personas negras. 

    Cuando el dolor es empleado como recurso narrativo, las individualidades y pertenencias culturales de las personas quedan expuestas a una violencia atmósferica minada de micro odios raciales, los cuales, perfilan las conductas fóbicas que naturalizan la aversión hacia cuerpos e identidades específicas. Las narrativas del dolor son contraprudecentes para el fomento de una cultura de respeto a la diversidad. La historia demuestra que los cuerpos negros sufrientes merecen caridad, lástima y asistencia antes que reparación del daño, justicia y dignificación.  

    La fiebre del oro: el desahucio climático de la isla

    Un dato que va a sorprender a más de una persona: en el país más pobre de América Latina, entre las mortales fallas sísmicas se encuentran yacimientos de oro, cobre y plata. Quizá esto ayude a entender por qué de pronto Haití vuelve a estar en el centro del interés geopolítico de la región. La urgencia por imponer democracia es, en realidad, un mecanismo para proteger el expolio ilegal del territorio haitiano. 

    Dadas las condiciones geográficas de la isla, la extracción del oro solo podría ejecutarse con minería a cielo abierto. En términos de soberanía y bioculturalidad, estos proyectos significan la extinción de la agricultura y la propensión de enfermedades letales. Así pues, a la luz de una lectura crítica, la explotación de recursos naturales es un remanente de las ideas eugenésicas. Dicho de otro modo, los proyectos extractivistas son dispositivos por donde circulan ideales sobre aniquilamiento racial.

    Al erosionar los territorios, los sentidos de comunalidad se debilitan provocando la subordinación frente a las jerarquías estipuladas por el dominio y tenencia de la tierra. 

    En el 2020, un mes antes de declararse la emergencia sanitaria, organizaciones como Kolektif Jistis Min (KJM)-Haití y la Coalición Ambiental del Noroeste (COANOR)-RD Centro Montalvo-RD, declararon durante el Foro “Minería y cambio climático en Haití- República Dominicana”: 

    «Que la megaminería ha creado daños socioambientales irreparables en República Dominicana y Haití. Este modelo extractivista violenta los derechos fundamentales de las comunidades y los territorios. Ahora pretende extenderse sobre fuentes hídricas de alta importancia para la agricultura, la energía y la vida en la isla, como es el rio Artibonito, y con él, todos los ríos que nacen en la Cordillera Central dominicana y el Plateau Central haitiano, que son claves para el desarrollo social y económico de nuestros pueblos. Esta amenaza igualmente, acelera el proceso de descomposición social que de nuestros pueblos y afecta la seguridad y la soberanía alimentaria. Esta situación genera incertidumbre frente a la biodiversidad y a todo el sistema de áreas protegidas y el patrimonio cultural que es parte integrante de la memoria histórica de los pueblos que compartimos la isla (…) Denunciamos que la megaminería genera descomposición social y territorial, utiliza recursos económicos como mecanismos de manipulación contra las estructuras organizativas locales, creando falsas esperanzas de desarrollo a través de construcción de infraestructuras comunitarias y proyectos de fomento productivo intrascendentes que no generan desarrollo humano.«

    Si algo hay que entender es que la primera década del siglo XXI fue decisiva para la administración económica de Haití, y los dos momentos claves que lo explican son la crisis económica del 2008 y el terremoto de 2010. El colapso financiero del 2008 fortaleció los modelos de enriquecimeinto ilícito basados en la explotación de recursos naturales y en el 2010, tras dos años de exploración en la isla, la empresa Newmont forzó a que los campesinos haitianos de Jean-Rabel firmaran un documento de cesión de derechos de tenencia de la tierra. Con la ayuda de la injerencia internacional esto pasó de largo, pues incluso los planes de rehabilitación económica plantearon el impulso del sector minero. El impacto ambiental además de irreversible, es claramente afín con la puesta en marcha de micropolíticas segregacionistas donde la raza y la clase son determinantes. 

    Haití no necesita la intervención de ningún país, tampoco que representantes de otros países se congreguen para planear estrategias de ocupación. Lo que sí necesita es que su autonomía sea respetada y que el derecho internacional no sólo reconozca, sino que sancione las graves violaciones a los derechos humanos que se han dado en el marco de las “ayudas humanitarias”, necesita pues, que sus complejidades políticas sean leídas a la luz de los bloqueos imperialistas para entonces desprenderse del oprobioso apellido “el país más pobre de América Latina”.

    Economía política de la guerra: empobrecer, desplazar y criminalizar.

    Cuando las protestas en Haití comenzaron a poner en relieve la ingobernabilidad del estado haitiano, la primera estrategia para justificar una intervención fue dinamizar el relato peyorativo y estigmatizante. El canibalismo, entonces, apareció como un comodín para encubrir la negligencia internacional frente a las graves violaciones de derechos que son consecuencia de la evolución de conflictos. 

    La narrativa del canibalismo es una estrategia de desvinculación política. Me explico: cuando las protestas en Haití comenzaron a tener una presencia más fuerte en el espacio público, fue cuestión de tiempo para que la figura de Jimmy “Barbecue” Chérizer apareciera. Sobre él, la prensa internacional se centró en destacar tres cosas: 1. Que era uno de los líderes pandilleros más poderosos del país 2. Que era conocido por su frivolidad y sus tácticas crueles y 3. Que estaba dispuesto a cometer un genocidio si el mandatario Ariel Henry no dimitía. Fue presentado como un hombre extremadamente peligroso, un sicario y un enemigo de la democracia y la paz en Haití. Y aunque los antecedentes de Chérizier comprueban que, en efecto, ha estado involucrado en misiones de amedrantamiento contra la población civil haitiana, también es cierto que no es el único y que no ha actuado con completa independencia. Tanto la aparición pública como las declaraciones de Chérizier, fueron tremendamente oportunas para catapultar planes de securitización nacional. 

    No es un hecho fortuito que en Haití algunas pandillas estén compuestas por desertores de la milicia, esto es parte de una política de control territorial orquestada desde el norte global. Por esta razón, las pandillas deben dejar de ser entendidas como meros índices de criminalidad, pues al hacerlo, racializamos la pobreza y la violencia. Las pandillas han funcionado como estrategias de disuasión política. 

    En el 2018, luego de que se diera a conocer un desfalco de 4.200 millones de dólares de dinero de Petro Caribe que, entre otras cosas, provocó un aumento desmedido en los precios de los combustibles (un 49% en el precio de la gasolina, 40% en el diesel y más de un 50% en el queroseno), algunos vecindarios de Puerto Príncipe organizaron protestas contra el entonces presidente Jovenel Moïse, solicitando su renuncia y demandando un esclarecimiento sobre los fondos de Petro Caribe. 

    Lasalin, además, era bien conocido por su oposición al régimen de Jovenel Moïse, de manera que en el 2018 la masacre que dejó un saldo estimado de 70 personas asesinadas, fue parte de un plan de contingencia perpetrado desde el norte global. Existen investigaciones internacionales que comprueban cómo Estados Unidos proporcionó armamento militar y uniformes para los cuerpos que ejecutarían la masacre. “Las pandillas” son grupos paramilitares que trabajan en coordinación con el estado haitiano para desalentar los núcleos de oposición y de bases comunitarias mediante el castigo social y el asedio armado.

    ¿Cuándo se responsabilizará a Estados Unidos por su papel en la masacre de Lasalin? Estados Unidos respaldó y financió al régimen del presidente Jovenel  Moïse en Haití, mientras que dos de sus altos funcionarios planearon la masacre, en la que al menos 71 personas murieron. Estados Unidos entrenó y equipó a la Policía Nacional de Haití mientras uno de los policías planificó y ayudó a liderar esta masacre, en la que las personas fueron quemadas vivas, asesinadas a cuchilladas, desmembradas y dadas de alimento a los animales. (SOAWatch, 2020. Recuperado de https://soaw.org/lamasacre-de-lasalin-en-haiti

    Haití no es un país pobre, es un país que ha sido empobrecido por los intereses geopolíticos del norte global. Las personas haitianas no huyen de su país, son desplazadas por los saqueos territoriales. Las “pandillas” no perpetran asaltos contra civiles, son grupos paramilitares que actúan en total coordinación con las más altas esferas de poder. No hay crisis de violencia sino una economía política de la guerra que pugna por la desaceleración económica mientras criminaliza las luchas por el acceso a la justicia y una vida digna. Hay que repetirlo las veces que sean necesarias: Haití es mucho más que violencia y empobrecimiento.

    Una reflexión de Ana Hurtado

  • Aprobada en Puerto Rico la ley contra la discriminación capilar

    Aprobada en Puerto Rico la ley contra la discriminación capilar

    El proyecto de ley pasa a la consideración del gobernador Pedro R. Pierluisi para su firma o veto.

    Con 44 votos a favor y 2 votos en contra, la Cámara de Representantes dio paso a la aprobación de la Ley Contra la Discriminación Por Razón de Estilos de Cabello.

    El Proyecto del Senado 1282,  aprobado sin enmiendas adicionales, establece la política pública en Puerto Rico en contra de la discriminación hacia los diversos peinados protectores y texturas de cabello propias de las personas negras, en el ofrecimiento de servicios públicos, empleo, educación y vivienda, tanto en el sector público como en el sector privado. 

    La medida legislativa es de la autoría de la senadora Ana I. Rivera Lassen y el senador Rafael Bernabe Riefkohl del Movimiento Victoria Ciudadana (MVC). Además,  fue suscrita en co-autoría por la senadora María de Lourdes Santiago Negrón  del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), el senador Ramón Ruiz Nieves del Partido Popular Democrático (PPD) y el senador independiente José A. Vargas Vidot. 

    La nueva ley declara como política pública del Gobierno de Puerto Rico el repudio a la discriminación en el ofrecimiento de servicios, empleo, educación y vivienda del sector público y privado contra personas por el uso de diversos peinados protectores o por sus texturas de cabello, que regularmente se asocian con las personas negras y afrodescendientes.

    Para propósitos de la ley, los peinados protectores son aquellos que se usan para mantener el cabello rizado de manera natural, incluyendo, sin que se entienda como una lista exhaustiva, rizos apretados, locs, trenzas pegadas, twists, trenzados y nudos bantú.

    Puedes revisar la medida aquí

    La medida aprobada al filo del 25 de junio, último día de aprobación de medidas para la última sesión ordinaria de este cuatrienio, enmienda también disposiciones de impacto laboral y de servicios de varias leyes tales como la Ley de Relaciones del Trabajo para el Servicio Público de Puerto Rico, la Ley para la Administración y Transformación de los Recursos Humanos en el Gobierno de Puerto Rico, el Código Municipal de Puerto Rico, la Ley para prohibir y prevenir el Acoso Laboral en Puerto Rico y,  la  Ley de Derechos Civiles en Puerto Rico y, la Ley de Reforma Educativa de Puerto Rico para ordenar atemperar sus reglamentos de personal para exponer claramente esta política pública. 

    De igual forma, se establece como prohibición que en ninguna instancia un jefe podrá suspender, rehusarse a emplear, despedir o de cualquier otra forma perjudicar a una persona en su empleo por tener peinados estilos protectores o cabello rizado/afro.

    Además, no se negará a persona alguna acceso, servicio e igual tratamiento en los sitios y negocios públicos, según definidos en la Ley de Derechos Civiles de Puerto Rico, por tener dichos estilos protectores y texturas de cabello.

    La Cámara de Representantes aprobó la medida sin enmiendas adicionales, una vez firmada por los presidentes de los Cuerpos Legislativos. Así, el proyecto de ley pasa a la consideración del gobernador Pedro R. Pierluisi para su firma o veto. 

    Fuente: Microjuris


  • El Ministerio de Salud de Perú se retracta: deja de considerar la identidad trans como un trastorno mental

    El Ministerio de Salud de Perú se retracta: deja de considerar la identidad trans como un trastorno mental
    Tras el repudio y lucha del activismo de la diversidad sexual local e internacional, el organismo ha dado un paso atrás con el decreto de ley.

    El Ministerio de Salud de Perú tuvo que deshacer su decisión de catalogar el «transexualismo» y el «travestismo» como trastornos mentales.

    Esta clasificación se adoptó como decreto oficial el pasado 10 de mayo. El argumento fue que era una manera de que la comunidad trans pudiera acceder a la seguridad médica. La ley especificaba como elegibles para los servicios públicos y privados de salud mental a quienes tuvieran «trastorno de identidad de género».

    Esta medida contradecía la nueva clasificación de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud CIE-11 (2018) que reemplazó a la CIE-10. de 1990. En un hito histórico, se dejó de considerar la «disforia de género» como una enfermedad mental.

    El decreto generó un repudio inmediato del activismo de la diversidad y organismos e instituciones de derechos humanos locales e internacionales que se manifestaron para revertir la medida.

    «Esto ha sido a consecuencia del trabajo de activistas y defensores de derechos humanos LGBT de todo el país», dijo la periodista y activista trans Gianna Camacho.

    Actualmente, en Perú no existe una ley de identidad de género y los sectores conservadores que gobiernan se oponen a cualquier avance en materia de derechos para las personas LGBTIQ+.

    Fuente: Agencia Presentes

  • Inicia intervención militar de Kenia en Haití con la llegada de los primeros soldados

    Inicia intervención militar de Kenia en Haití con la llegada de los primeros soldados

    El gobierno de Kenia tiene previsto enviar 1000 policías a instancias de las potencias occidentales del Consejo de Seguridad de la ONU.

    La intervención militar internacional en Haití, encabezada por Kenia se inició este martes en Puerto Príncipe cuando un contingente de 400 soldados kenianos llegó a esa capital como parte de la misión multinacional que justifica su presencia con la violencia de bandas armadas.

    El primer ministro haitiano interino, Garry Conille, dijo «en nombre del Gobierno haitiano y en el mío propio, saludo la determinación del Gobierno de Kenya y de su pueblo de apoyar a Haití en la lucha contra la inseguridad que corroe a la sociedad»

    Conille subrayó “El Gobierno y el pueblo haitiano esperan que esta misión multinacional sea la última que ayude a estabilizarse para la renovación del personal político y el retorno a la democracia efectiva. ¡Viva la solidaridad entre los pueblos! ¡Viva Haití!”

    El presidente de Kenia, William Ruto, afirmó este lunes a través de las redes sociales que la presencia de las tropas «en Haití brindará alivio a mujeres, hombres y niños cuyas vidas han sido destrozadas por la violencia de las bandas armadas (…) Trabajaremos con la comunidad internacional para lograr una estabilidad duradera en Haití».

    En el año 2022 autoridades haitianas solicitaron ayuda para erradicar la violencia de las bandas criminales, por esa razón el Consejo de Seguridad de la ONU autorizó en octubre de 2023 el envío de una misión de apoyo a la Policía Nacional de Haití.

    Esta es la enésima intervención militar en Haití, la cual, en este caso cuenta con amparo del Consejo de Seguridad de la ONU, que ya hace 20 años envió otra misión, la MINUSTAH que no solo no alcanzó la pacificación del país, sino que acentuó la pobreza e introdujo enfermedades entre la población local.

    Fuente: teleSURtv.net

  • Masacre de Melilla: dos años exigiendo justicia ante la impunidad

    Masacre de Melilla: dos años exigiendo justicia ante la impunidad

    El pasado domingo, diversos colectivos y organizaciones antirracistas se concentraron en Madrid para recordar a las víctimas y exigir justicia, un año más, por la Masacre de Melilla.

    El 24 de junio de 2022, la frontera de Melilla fue escenario de una de las tragedias desgarradoras de la historia reciente de España. Dos años después, seguimos recordando a quienes fueron cruelmente silenciades y denunciando la (in)actuación de las autoridades y exigir justicia por la Masacre de Melilla.

    El pasado domingo, 23 de junio, diversos colectivos y organizaciones migrantes y antirracistas se concentraron en la plaza de Callao de Madrid para conmemorar el segundo aniversario de la Masacre.

    A día de hoy sigue siendo considerado uno de los sucesos ocurridos más graves en suelo europeo, pues acabó con la vida de al menos 37 personas, dejando otras 77 desaparecidas y a centenares sometidas a tratos crueles e inhumanos.

    Tanto las fuerzas de seguridad marroquíes como las españolas han sido señaladas por su uso excesivo de la fuerza y por negar asistencia médica a los heridos.

    Durante la concentración, se recordó que “la tragedia era previsible y la pérdida de vidas, evitable”.

    Amnistía Internacional, en su informe de diciembre de 2022, denunció la falta de una investigación efectiva e independiente sobre los hechos. A pesar de la infinidad de pruebas existentes, las autoridades marroquíes y españolas han negado cualquier tipo responsabilidad, perpetuando el racismo institucional y saliendo totalmente impunes.

    En el manifiesto publicado por las organizaciones convocantes, Ciudad Real Contra el Racismo, Amnistía Internacional y Pacifistas Ciudad Real, se resaltan algunas exigencias fundamentales:

    1. Una investigación efectiva y transparente: Las autoridades marroquíes y españolas deben llevar a cabo una investigación independiente para hacer rendir cuentas a los responsables y evitar que se repitan estas violaciones de derechos humanos.
    2. Justicia y reparación para las víctimas y sus familias: Se debe garantizar que las familias tengan acceso oportuno a la información sobre estas investigaciones, así como a justicia y reparación integral por los daños sufridos.
    3. El fin de las expulsiones sumarias: Es necesario poner fin a las devoluciones ilegales y garantizar el cumplimiento de las normas internacionales y de la UE, incluido el principio de no devolución.
    4. La apertura de vías legales y seguras: Se deben abrir vías legales y seguras para las personas que buscan protección internacional en España, garantizando sus derechos y su seguridad.
    5. Una rendición de cuentas en los acuerdos de cooperación: Es imperativo establecer un mecanismo de transparencia y rendición de cuentas sobre los acuerdos migratorios entre España y Marruecos.

    Además, desde Afrocolectiva, destacamos la importancia del lenguaje inclusivo en nuestras narrativas. No podemos asumir la cisheteronormatividad de las víctimas de la Masacre de Melilla, ya que hacerlo es seguir reproduciendo ideas coloniales. Cada vida perdida merece ser recordada en su totalidad, respetando su identidad y su dignidad.

    Recordemos que las piedras y gases lacrimógenos no solo hirieron cuerpos, sino que también destrozaron sueños y esperanzas. Recordemos a las 500 personas trasladadas a zonas remotas, despojadas de sus pertenencias y abandonadas sin atención médica. Recordemos que las acciones llevadas a cabo por las autoridades constituyen tortura y homicidio.

    Seguiremos saliendo a las calles para exigir verdad, justicia y reparación. Nosotres no olvidamos. No perdonamos. Y continuaremos alzando la voz por les hermanes que pierden la vida intentando cruzar la frontera.

    ¡Melilla nunca más!

    Una reflexión de Ana Bueriberi

  • La solidaridad vino desde abajo

    La solidaridad vino desde abajo

    A Paola Then y a todo el clan del Coolmado.

    Han pasado cuatro años y las promesas de un mundo mejor se disolvieron. Lo recuerdo bien, durante las primeras semanas del confinamiento se auguraba que, después de este evento canónico, la humanidad sería otra. ¡Vaya que lo fue! Aprendimos a convivir con los estragos del encierro, de las manías obsesivas y los performances del miedo. Éramos como seres recién nacidos descubriendo un entorno aislado y enfermo, así también fue nuestra inmersión con el nuevo modelo de convivencia, lo híbrido. Fuimos capaces de continuar con el ritmo que el capitalismo exige: concluir estudios, acceder a trabajos, en fin, aprendimos a navegar el exterior desde la reclusión. Sobrevivimos. 

    Estando de este lado y pasado ese tiempo, parte de nuestra justicia racial tiene que ver con no olvidar la negligencia de los estados, porque como consecuencia de un racismo estructural, muchas personas fueron arrojadas a su suerte, o a la muerte, mejor dicho. ¡Cómo olvidar! No habían pasado ni dos semanas de cuarentena, cuando diversos activistas del Améfrica Ladina advirtieron sobre el salvaje golpe que la desigualdad daría. El sufrimiento fue un fenómeno que iba en escalada. Primero, la nostalgia por el contacto, luego la angustia por la incertidumbre económica, después la desesperación por sentir que los días eran tan iguales, pudiendo descubrir que la eternidad no es tan poética como la pintan. La paradoja del mundo enfermo fue que el inicio de la cuarentena significó muchos retornos. Fue necesario volver a los núcleos familiares si había oportunidad de hacerlo. Lamentablemente yo no pude. Como consecuencia del abrupto cierre de fronteras y de la masiva cancelación de vuelos internacionales, quedé aislada en el sentido más figurativo. Estaba en Santo Domingo, República Dominicana, concluyendo unas labores académicas cuando la OMS declaró el inicio de la emergencia sanitaria a nivel internacional. 

    El estado dominicano decretó medidas autoritarias, como toques de queda, clausura de establecimientos públicos, reducción de horarios para negocios locales, restricción del tránsito entre provincias, cierre de fronteras y deportaciones de personas haitianas. El primer decreto sobre este plan de contingencia fue el 135-20, en el cual se establecía el horario para el toque de queda, 8:00 pm a 6:00 am y la prohibición para que los sistemas de transporte público pudieran circular. El virus se propagaba con agilidad, en 6 días los 72 casos por COVID-19 registrados se triplicaron, de manera que para el 26 de marzo del 2020 había 319 casos nuevos. En esa segunda semana de cuarentena el decreto 135-20 fue modificado para extender el horario de toque de queda a partir de las 5:00 pm y hasta las 6:00 am del día siguiente.

    El 29 de abril del 2020, el Directorio Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional aprobó una solicitud de préstamo para República Dominicana por la cantidad de 610 millones de dólares como ayuda financiera de emergencia. Paralelamente, diversas empresas del sector privado realizaban donaciones que iban desde lo 9,000 USD hasta los 500, 000 USD para detectar y prevenir la expansión del COVID-19. Después llegaron los primeros planes de asistencia social mediante el programa #QuedateEnCasa que consistía  en proporcionar la tarjeta solidaridad, cuyo fondo era de aproximadamente 100 USD por familia. Sin embargo, no todes podían acceder a este apoyo. Había que registrarse en una página y esperar a que sus solicitudes fueran aprobadas. Desde luego, las personas en condición migratoria irregular no podía siquiera aspirar a dicho subsidio, entiéndase un alto porcentaje de nacionaliodad haitiana, venezolana, y demás migrantes que trabajan un chingo en la economía informal.

    También reparten unas canastas básicas bien escuetas que son entregadas a la 1 o 2 de la mañana. Si, en horario del toque de queda y cuando probablemente pocos saldrán a recibirla.

    Se otorgaron despensas y tarjetas para comprar productos básicos de la canasta. El monto de dichas tarjetas no era suficiente para asegurar una buena alimentación, pues en pocas horas, los precios habían encarecido. Como siempre, el estado hizo gala de su ineptitud. Bares, antros, colmados y restaurantes no sólo son sitios de dispersión, también representan las fuentes de trabajo para personas que no cuentan con una situación migratoria regular: venezolanes, haitianes y colombianes, principalmente. 

    Igual que cuando uno apaga las luces de un sitio para marcar el fin de una jornada, así mismo se apagaron las luces de los negocios, esta vez de forma indefinida. Las bachatas que solían amenizar los colmados fueron sustituidas por la transmisión continua de noticieros donde a toda hora se escuchaba hablar sobre la enfermedad, los contagios y, desde luego, la muerte. 

    Un nuevo nivel de desesperación había sido desbloqueado. De pronto, la sordidez del espacio tan lleno de rumba se convirtió en un gran hoyo negro donde desfilaban angustias y desposesiones de todo tipo: pagar el alquiler, comprar lo necesario para subsistir, acatar los toques de queda para evitar ser reprendidos por las patrullas de la Policía Nacional, gastar lo mínimo necesario para que el dinero alcanzara, por lo menos hasta que a la certidumbre se le ocurriera volver a asomar la cabeza por aquellas calles. ¿Quiénes, quiénes realmente podían acatar la consigna del #QuédateEnCasa? Si la vida continuaba mientras el dinero y el trabajo escaseaban brutalmente. 

    A oídos, publicaciones en Instagram y mensajes de WhatsApp comenzamos a saber de familias y personas que no podrían acceder a las tarjetas de ayuda que el gobierno daría. La respuesta fue rápida y simple: entre personas conocidas consultamos las posibilidades de ayuda. Determinamos que, dadas las circunstancias de la cuarentena, lo que estaba a nuestro alcance era una acción de respuesta emergente. 

    Convocamos a una colecta de dinero. Con lo recaudado fuimos a un supermercado, luciendo nuestros atuendos apocalípticos que consistían en guantes de látex, mascarillas y dotaciones de gel antibacterial. Arroz, habichuelas, leche, papel de baño, latas de sardinas y algunos artículos de aseo personal fueron nuestras contribuciones para armar pequeñas despensas. En la esquina de la calle Sánchez con Mercedes, en el Coolmado, un reducido grupo de jevas y uno que otro compañero, nos dimos cita para empacar y organizar aquellas canastas básicas. No fuimos las únicas, antes y después de nosotras, hubo más personas que acuerparon la iniciativa de distribuir recursos. 

    Especialmente, hubo un día en que, junto con una amiga, sentimos una impotencia terrible. Nos dimos cuenta de que un Supermercado de la Zona tiraba grandes cantidades de pan y comida debido a que las medidas de contingencia sanitaria habían modificado la demanda. Quisimos llegar a un acuerdo con la persona encargada de desechar aquellos alimentos y, tristemente, obtuvimos una negativa. No teníamos dinero para pagar por esa comida, así que intentamos convencerlo de que antes de vaciar todos esos víveres a los contenderos de basura, nos permitiera recuperar los vegetales, frutas, panes y otros alimentos que estuvieran menos dañados. Se justificó diciendo que no podía regalar nada de eso, porque el control de sanidad casi le exigía que deshiciera de eso. Mi amiga y yo regresamos muy decepcionadas hacia el Parque Duarte de la Zona Colonial. Compartíamos la rabia de pensar en que era muy injusto que se desperdiciaran esas cantidades de comida cuando había familias que estaban viviendo al día, endeudándose en los colmados para pedir fiados panes de agua, galletas y huevos para apenas pasar el día, porque si bien abrir cuentas para pagar después estaba ayudando a sobrellevar el encierro, era previsible que con tantas restricciones para que los negocios operaran con normalidad, el pago de las deudas sería complicado.

    En otro Parque, en el Enriquillo, muy cerca de la Avenida Duarte con París, una iglesia cristiana repartía comida por las tardes. Mientras las calles de la Zona Colonial se revestían de ausencias colosales, en el Parque Enriquillo deambulaban trabajadoras sexuales, personas en situación de calle y migrantes que salían a buscarse la vida con las medidas sanitarias que estaban a su alcance. Del común ajetreo donde las bocinas de los distintos negocios vociferaban promociones de chips para celular, electrodomésticos, prendas de 3 x 500, o botellas de agua, quedaron solo las mujeres que colocaban pestañas postizas y tatuaban cejas con henna en banquitos de plástico; mujeres que mostraban los paquetes de extensiones de cabello para ofrecer servicios de trenzado; algunos hombres que vendían mascarillas de tela a precios exorbitantes y algunes otres que, simplemente, deambulaban por las calles sin un norte claro. La incertidumbre nos abrazaba de formas distintas, aunque específicamente en ese lugar, parecía hacerlo a punto de sofoco. 

    La paradoja agridulce de la vida funcionaba así: la vida social de un mundo que comenzaba a enfermarse necesitaba detenerse por completo. Frenar en seco. Se sintió como el mayor ultrajo. Nada valía más que la vida y, sin embargo, había tantas en peligro porque el encierro, ¡vaya que fue un lujo! Y si acaso los recuerdos de aquellos días apocalípticos han comenzado a desvanecerse, quiero obligarme a recordar, tal vez como convicción que como mantra, que la solidaridad vino desde abajo. Y así ha sido siempre. Por los siglos de los siglos.

    Una reflexión de Ana Hurtado

  • Racismo, xenofobia e identidad nacional: La cara oculta de las políticas migratorias

    Racismo, xenofobia e identidad nacional: La cara oculta de las políticas migratorias

    Migrar siempre ha sido algo propio de lo humano. Incluso, algunos antropólogos y científicos sociales identifican la salida de África oriental y meridional por parte de los primeros humanos modernos, como la primera migración humana. Sin embargo, desde esa fecha hasta nuestros días las sociedades han mutado significativamente, por lo que hablar de migración en la actualidad aborda problemáticas que van más allá del cambio de residencia, y que están entrelazadas y vinculadas con categorías sociales como lo son la raza, la clase y la nacionalidad

    La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) define a la migración como un cambio de residencia, que involucra un traslado y el cruce de algún límite geográfico o político. En este sentido, es posible hablar de migración interna, cuando los límites territoriales que se atraviesan son del mismo país, o de migración internacional, si el cambio de residencia implica el paso de una frontera. Siendo así, nuestro interés para este caso radica en este último tipo de migración, pues la consolidación de ciertas identidades raciales como identidades nacionales, es lo que da lugar tanto a procesos de extranjerización con personas nativas que se salen del fenotipo que ha sido cristalizado en la identidad nacional, como a la creación de políticas institucionales específicas que se focalizan en estimular cierto tipo de migración o por el contrario, en restringirla.  

    Del mismo modo, y comprendiendo la complejidad y diversidad de las experiencias migratorias, es válido preguntarnos por el rol de la categoría “migrante” en el marco de un análisis interseccional. Pues, tal como sugiere la politóloga y especialista en estudios de género afroestadounidense, Ange-Marie Hancock, si bien todos los problemas y procesos políticos complejos involucran más de una categoría de diferencia, cada categoría es diversa internamente y debe ser independiente de las otras. En otras palabras, para que la migración constituya una categoría de diferencia en un análisis interseccional, debe ser autosuficiente y no depender de otras categorías (como la raza, la clase y la nacionalidad) para determinar si es una condición que efectivamente compromete una posición de opresión. 

    Así, pretendo evidenciar cómo la migración en nuestros tiempos, y en este sentido los procesos de regularización migratoria, son en realidad dependientes de otras categorías sociales, puntualmente la raza y la nacionalidad. Pues, la formación de identidades nacionales, tanto en términos culturales, lingüísticos y sociales, se ve supeditada a la fijación de una identidad racial particular.

    Los ejemplos más cercanos e inmediatos acerca de cómo las identidades nacionales están necesariamente ligadas a una clasificación racial, ocurren en nuestra propia región. América Latina y el Caribe pueden definirse como uno de los territorios con mayor diversidad étnico-racial, producto del colonialismo y el secuestro masivo de personas africanas para ser esclavizadas, pero aun así, a excepciones de países como Bolivia y Haití, la construcción de la identidad nacional está estrechamente arraigada con la blanquitud, (como es el caso de Argentina) o con los procesos de blanqueamiento racial dando lugar a un nuevo sujeto que encarne la identidad nacional, que debido a su ambigüedad racial no puede ser identificado como indígena o como negro (tal como ocurre en Colombia y México donde emerge fuertemente la categoría de “mestizo”). En este punto, cabe recalcar que muchos de los elementos y prácticas que configuran la identidad nacional, tienen en realidad un origen africano o indígena, que en la búsqueda por ocultar y negar esa genealogía, son cooptados y presentados como parte de la cultura nacional. 

    Bajo este panorama es necesario insistir en el papel de la migración frente a la construcción de las identidades nacionales, ya que lo que diferencia los derechos de una persona migrante frente a una persona nacional, si bien está mediado por su condición de extranjería, lo está también por las normas y políticas migratorias vigentes que dependen exclusivamente de su lugar de procedencia, es decir, su nacionalidad. Dicho de otro modo, aquello que se disputa en las leyes migratorias es qué cuerpos pueden alcanzar un estatus de ciudadanía, incluso siendo extranjeros, y cuáles otros en cambio, están condenados a la no regularización.

    Precisamente, el que estas políticas estén ligadas a la nacionalidad, y no a la raza, es una forma de ocultar el que las leyes migratorias más que reproducir prácticas xenófobas, cuentan con una enorme carga racial, que es solapada justamente bajo la idea de que no se admiten personas de determinados países, olvidando que hay imaginarios sociales, y raciales, sobre quienes son nativos de estos territorios. Si bien los ejemplos más explícitos remiten a las leyes de regularización migratoria en Europa, ampliamente en desacuerdo con recibir personas de países africanos o de Medio Oriente, situaciones similares ocurren en América Latina y el Caribe, que en la búsqueda por sostener una identidad nacional blanca o blanqueada, han impulsado o restringido a lo largo de su historia la migración de personas de determinados países y orígenes. 

    En este sentido pueden ocurrir dos situaciones: se generan políticas migratorias que estimulen y fomenten la migración de personas de determinados países, tal como es el caso de Argentina donde el art. 25 de la constitución nacional manifiesta que se fomentará puntualmente la migración europea, o se restringen y dificultan los trámites de regularización migratoria acorde a la nacionalidad, siendo uno de los ejemplos más explícitos y atroces el de República Dominicana, donde la reforma de su constitución en el 2010 estableció que las personas nacidas en territorio dominicano, que fueran hijas de migrantes en situación irregular, no podrían acceder a la nacionalidad dominicana.

    Esto  se acentuó el 23 de septiembre de 2013 con una sentencia del Tribunal Constitucional, donde se interpretó que esta reforma incluiría a personas nacidas entre 1929 y 2010, es decir, miles de personas que nacieron antes de la formulación de la ley. Al parecer, ambos casos estarían orientados desde la nacionalidad,  ya sea para regular o restringir la migración, pero si hacemos un análisis más minucioso encontraremos que el verdadero motor detrás de estas políticas estatales es puramente racial. 

    Respecto a Argentina, mencionar expresa y exclusivamente la migración europea no es casual, pues esta medida está empalmada con las políticas de blanqueamiento racial, que no contestas con borrar y esconder cualquier huella afro e indígena de la población, mediante prácticas de exterminio y ocultamiento, concentra sus objetivos en atraer una enorme masa de migrantes europeos para blanquear y conformar la identidad nacional.

    Mientras que la situación en República Dominicana es todavía más oculta, pues aunque las reformas constitucionales aluden textualmente contra las personas migrantes irregulares, y su descendencia, esta decisión atentó directamente contra el derecho a la nacionalidad de miles de personas dominicanas descendientes de haitianas, quienes componen el grueso más importante de personas migrantes en el país y además han sufrido múltiples persecuciones y prácticas discriminatorias a lo largo de la historia en República Dominicana, siendo una de las más conocidas “La masacre del perejil”, la cual sucedió en la dictadura de Trujillo en 1937 y pretendió la exterminación masiva de la población haitiana que residía en la isla. 

    Así, en ambos casos parece que no hay ningún componente racial que motive o excluya la migración, pues aparentemente estas políticas están mediadas por la nacionalidad o la condición de extranjería. Sin embargo, ni la promoción de una migración específica y excepcional hacia las personas europeas, ni la ausencia de garantías para regularizar a las personas migrantes en República Dominicana (sabiendo que la mayoría de ellas son de nacionalidad haitiana, y por ende son personas negras) son hechos que ignoren lo racial. Al contrario, obviar las características raciales de las personas basándose en su nacionalidad para producir políticas migratorias, es un acto profundamente racista. 

    Entonces, ¿podemos pensar la migración como una categoría de diferencia a la hora de hacer un análisis interseccional?

    Para que esto fuera plausible, ser una persona migrante (independientemente del origen étnico-racial o la nacionalidad) debería significar una experiencia desde la opresión, mientras que ser nacional de un país implicaría, frente a una persona que no lo es, una experiencia desde el privilegio.

    Precisamente, situaciones como la extranjerización permanente de personas negras en Argentina, incluso sin ser migrantes, o el anti-haitianismo hacia personas dominicanas que simplemente son de tez más oscura, son prácticas que evidencian que previo a la nacionalidad hay una lectura racial, que condiciona y limita el estatus de pertenencia dentro de un país. Asumir que las personas migrantes son aquellas que no son blancas, o aquellas que tienen mayor cantidad de melanina, supone un prejuicio racial que además se sustenta bajo la xenofobia, pues admite al otro como un extranjero al no identificar su fenotipo, como características propias de la identidad nacional. 

    En conclusión, hablar de migración a la fecha involucra comprender un entramado mucho más complejo sobre el papel de la raza en la constitución de nuestros órdenes sociales y en la configuración de nuestros estados-nacionales, especialmente en contextos como América Latina y el Caribe, que han sido construidos bajo las lógicas y prácticas de la colonización y por ende, del racismo. Pensar la migración como una categoría autosuficiente y neutral, desconociendo el rol de la nacionalidad de quien migra, y el lugar de la raza en los imaginarios sociales sobre la pertenencia nacional, es equiparar la experiencia y las barreras migratorias que puede experimentar una persona racializada y del Sur Global, con las de una persona blanca del Norte Global, o que aún sin haber nacido en el Norte y debido a su descendencia, cuenta con un documento que le permite ostentar alguna de estas ciudadanías. Así, migrar representa en todos los casos un proceso de desarraigo y de adaptación y sin duda, un camino altamente burocrático, pero las políticas y leyes que establecen la accesibilidad de estos procesos de regularización, tienen un profundo sesgo racial que no puede ser descartado. 

    Una reflexión de Alejandra Pretel

    Referencias bibliográficas

    Caribe, C. E. P. A. L. y. E. (s. f.). Migración.

    Nash, J. C. (2016). Ange-Marie Hancock, Intersectionality: An Intellectual History, New York : Oxford University Press, 2016, ISBN 0199370370. Hypatia Reviews Online, 2016.

    Congreso de la Nación Argentina. (s. f.).

    Amnistía Internacional. (2023, 18 septiembre). República Dominicana: Autoridades deben poner fin al trato racista y garantizar el derecho a la nacionalidad.

    Da Gloria Marroni Velázquez, M., & Caicedo, Á. R. M. (2024). Migración haitiana y racismo: ¿limitaciones del multiculturalismo? Revista Pueblos y Fronteras Digital, 19, 1-27.

    Raza, Racismo e Identidad. Los postulados del racismo doctrinario en el debate actual – Quince Duncan en Identidades políticas en tiempos de afrodescendencia (pag.207-245)

    “Negros” y “Blancos” en Buenos Aires: Repensando nuestras categorías raciales – Alejandro Frigerio (2006)

    Los negros y negras en la Argentina: entre la barbarie, la exotización, la invisibilización y el racismo de Estado. Autora: Anny Ocoró Loango (2010)

  • Aplazado a septiembre el juicio al Estado belga por su política racial y genocida en el Congo

    Aplazado a septiembre el juicio al Estado belga por su política racial y genocida en el Congo

    El Tribunal de Apelación de Bruselas aplazó el pasado lunes al 9 y 10 de septiembre, el juicio iniciado contra el Estado belga a raíz de la denuncia de cinco mujeres que fueron víctimas de la segregación racial en el Congo.

    Las demandantes han recurrido una decisión desestimada en primera instancia y esperan ahora que el Tribunal de Apelación condene al Estado belga por haber organizado un sistema de discriminación racial con “graves consecuencias para sus vidas”, informó la agencia Belga.

    La denuncia, la primera de este tipo en Europa, se presentó en 2021.

    Un tribunal civil de Bruselas rechazó la solicitud de las cinco mujeres, nacidas en el Congo entre 1946 y 1950.

    Las denunciantes demandan al Estado belga por responsabilidad civil, alegan crímenes contra la humanidad y piden una indemnización por el importante daño causado.

    También piden que se produzcan archivos sobre sus orígenes y su historia.

    Nacidas durante la época en que el Congo era una colonia belga, las cinco mujeres fueron sacadas de su hogar para ser internadas a la fuerza en orfanatos, como ocurrió con la mayoría de niñes mestizes.

    Según documentos oficiales de los archivos coloniales revelados por el equipo de abogades de las demandantes, los secuestros de niñes mestizes fueron organizados por funcionarios del Estado belga y llevados a cabo con la ayuda de la Iglesia.

    En 2018, Charles Michel, el actual presidente del Consejo Europeo y entonces primer ministro de Bélgica, pidió disculpas en nombre del Estado belga por el secuestro forzado y la segregación selectiva de infancias mestizas en el Congo, Ruanda y Burundi.

    Para los denunciantes, las disculpas son un primer paso, pero piden pasar después al segundo, es decir, a la reparación del daño causado.

    Fuente: Infobae

  • El padre de la vicepresidenta de Colombia, Francia Márquez, salió ileso de un atentado

    El padre de la vicepresidenta de Colombia, Francia Márquez, salió ileso de un atentado

    El presidente Gustavo Petro envió “un abrazo de solidaridad” para la funcionaria y pidió a las autoridades abrir las investigaciones del caso.

    El padre de la vicepresidenta de Colombia, Francia Márquez, salió ileso de un atentado perpetrado este domingo cuando viajaba entre los departamentos del Cauca y Valle del Cauca, en el sudoeste del país, según fuentes oficiales. Imágenes divulgadas por medios locales mostraron la camioneta en la que se movilizaba Sigifredo Márquez con marcas de disparos en una de las ventanas y la parte posterior.

    El padre de la vicepresidenta de Colombia, Francia Márquez, salió ileso de un atentado perpetrado este domingo cuando viajaba entre los departamentos del Cauca y Valle del Cauca, en el sudoeste del país, según fuentes oficiales. Imágenes divulgadas por medios locales mostraron la camioneta en la que se movilizaba Sigifredo Márquez con marcas de disparos en una de las ventanas y la parte posterior.

    “Me duele el corazón, que justo en este día, hayan atentado contra mi padre. Informo que mi padre, junto a mi sobrino de 6 años y los dos hombres de protección, sufrieron un atentado en la vía Suárez-Cali, a la altura de Timba, afortunadamente salieron ilesos del ataque y se encuentran bien”, dijo la vicepresidenta en un comunicado en el que hizo referencia a la celebración del Día del Padre.

    El Comando de las Fuerzas Militares dijo que “de acuerdo a las primeras informaciones, el vehículo en el que se movilizaba el padre de la funcionaria habría sido impactado en cuatro ocasiones por disparos de arma de fuego. Por fortuna sin ninguna consecuencia que lamentar”. El presidente Gustavo Petro envió desde su cuenta de X “un abrazo de solidaridad para la vicepresidenta Francia Márquez” y pidió a las autoridades abrir las investigaciones del caso.

    Presidencia de la República expidió un comunicado en el que señaló que el padre de la vicepresidenta “salió ileso de este hecho” y fue trasladado en un helicóptero de la Policía Nacional a Cali, capital del Valle del Cauca. “Los atentados contra la población civil son una flagrante violación de los derechos internacionales y los derechos humanos. Es inaceptable que los grupos armados que operan en la zona sigan usando la violencia desproporcionada y el terror como herramientas de guerra”, agregó el comunicado oficial.

    Violencia endémica

    Aunque todavía no se sabe quiénes son los autores del atentado, en la zona donde ocurrió el hecho hay una fuerte presencia del Estado Mayor Central (EMC), la principal disidencia de las FARC, al igual que bandas de narcotraficantes. Por el atentado a su padre, la vicepresidenta también expresó su preocupación “por la seguridad en el Cauca, Valle del Cauca, en el municipio de Suárez y el corregimiento de La Toma, así como por la seguridad” de su comunidad y su familia.

    Pese a lo ocurrido, Francia hizo un llamado a “toda Colombia, a sumar los esfuerzos que sean necesarios para conducir nuestra sociedad a la paz. Si trabajamos en unidad podremos pasar esta página de dolor y violencia”. Los departamentos del Cauca y Valle del Cauca son el escenario desde hace dos meses de acciones del EMC contra instalaciones militares y policiales, que dejaron varias personas muertas y heridas.

    Antes de llegar a la vicepresidencia, en agosto de 2022, Francia se destacó por su activismo ambiental en su natal departamento del Cauca. Allí fue objeto de un atentado con ráfagas de fusil del que también salió ilesa. A principios de 2023, la vicepresidenta denunció en dos ocasiones que la policía había hallado explosivos en rutas por las cuáles iba desplazarse. 

    Fuente: Página 12

  • Combatiendo la invisibilidad:  la población estudiantil afrocolombiana olvidada en los datos y en la política pública

    Combatiendo la invisibilidad:  la población estudiantil afrocolombiana olvidada en los datos y en la política pública

    La falta de datos desagregados a nivel étnico-racial ha tenido consecuencias devastadoras dentro de la población negra, afrocolombiana, raizal y palenquera. Tal fenómeno –al que se le ha denominado invisibilidad estadística– ha afectado, en especial, al ámbito educativo. En Colombia, resulta difícil conocer la cantidad de infancias negras que no asisten a la escuela y requieren políticas de acceso a la educación. Asimismo, se carece de información sobre el número de niñes afro que sí están en las escuelas y requieren políticas educativas de permanencia y calidad.

    El Censo Nacional de Población y Vivienda (CNPV) de 2018 mostró una reducción del 30,8% en la población afrocolombiana en comparación con el Censo General de 2005, una disminución inexplicable desde un punto de vista demográfico. Aunque no hubo una masacre sistemática en términos literales, sí fuimos víctimas de un genocidio estadístico. Organizaciones sociales interpusieron una acción de tutela para reclamar al DANE lo sucedido y continúan la batalla en el marco de la Sentencia T-276 de 2022. 

    Es curioso que el año del genocidio estadístico coincida con una caída de más del 90% en la matrícula de la población afrocolombiana en preescolar, básica y media. Además, en los años siguientes a 2018, el descenso se mantiene, sin un impacto significativo en el total de la matrícula. Es decir, después de 2017, un gran número de estudiantes afrodescendientes dejó de estar matriculado, mientras que la matrícula de estudiantes sin pertenencia étnica afro presentaron un aumento considerable. Lo anterior representa un escenario catastrófico, pero poco probable. Ante ello, se puede presumir que existe un problema en la captación de información sobre pertenencia étnico-racial en la población estudiantil.

    La Asociación Colombiana de Economistas Negras – Mano Cambiada, Ilex-Acción Jurídica y representantes de colectivos estudiantiles como lo fueron: el colectivo afro estudiantil Chambakú; el colectivo afrocolombiano de la Universidad del Rosario (AfroUR), el colectivo de estudiantes afrocolombianos de la Universidad Externado de Colombia (Ubuntu), el colectivo de estudiantes afrocolombianos de la Universidad Nacional (AfroUN), la mesa afro de la Universidad Tecnológica de Pereira, el Colectivo Djembe Afram de la Universidad Pedagógica Nacional, el Semillero de investigación Harambee Usawa y la Clínica Étnico Racial de la Fundación Universitaria los Libertadores; se unieron en una ardua labor investigativa sobre la desagregación étnico-racial en datos del sector educativo, encontrando varios puntos críticos :

    • En el caso de la educación inicial privada, el Ministerio de Educación Nacional (MEN) no cuenta con datos desagregados por grupo étnico-racial.
    • El Sistema Nacional de Información sobre Educación Superior (SNIES) presenta un alto nivel de subreporte e inconsistencias por parte de las Instituciones de Educación Superior (IES). 
    • Tanto en el caso de SNIES como en el de los datos del Icfes, se argumenta que la baja proporción de estudiantes con pertenencia étnico-racial permitiría su identificación dentro de las bases de datos, perjudicando la reserva estadística, por lo que se decide no publicar la información desagregada.
    • El MEN no cuenta con información sobre deserción y repitencia desagregada en términos étnico-raciales. Lo mismo ocurre en relación con la información del personal docente. 
    • El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) no tuvo una respuesta efectiva a solicitudes de información con desagregación étnico-racial. 
    • En el ICETEX, algunos programas no incluyen la información de pertenencia étnico-racial, y para los casos en que pudieran tenerla, se ha argumentado que no pueden difundir información sobre características étnicas de las personas beneficiarias.

    El trabajo conjunto de las organizaciones resultó en una acción de tutela interpuesta el 25 de marzo de 2024 contra entidades del sector educativo por vulnerar los derechos fundamentales de la población afrocolombiana. El 5 de abril de 2024, el Juzgado declaró improcedente la acción de tutela. A través de un escrito de impugnación, las accionantes solicitaron que el fallo de primera instancia fuera revocado. A pesar de que el auto que concede impugnación fue notificado, el 9 de mayo de 2024 el juez de segunda instancia confirmó la decisión de primera instancia.

    Aunque quedan alternativas en el litigio, el camino venidero será difícil de recorrer. Sin embargo, es urgente y necesario proteger el derecho a la información, así como los demás que están siendo amenazados. Necesitamos políticas públicas diferenciales en el sistema educativo, pero la ausencia de datos desagregados impide proponer e implementar tales políticas. Por ello, ante la falta de agencia por parte  del gobierno, son las organizaciones sociales quienes han velado por la defensa de los derechos.

    Una reflexión de María Camila Estacio